lunes, 28 de enero de 2013

Firma por la derogación de la Ley de Memoria Historica‏


Plataforma 2003 se ha hecho eco del llamamiento iniciado por el Foro Historia en Libertad desde Hispaniainfo y Tradición Digital para conseguir la revocación de la llamada "Ley de Memoria Histórica"

Para ello ha creado una petición pública dirigida al Presidente de Gobierno, don Mariano Rajoy, para su derogación. Firma tu petición en la web:

http://www.change.org/es/peticiones/pide-la-derogacion-de-la-llamada-ley-de-memoria-historica

jueves, 24 de enero de 2013

Llamamiento público para conseguir la derogación de la llamada "Ley de Memoria Histórica"



Cinco años después de su promulgación, el “Foro Historia en Libertad” quiere hacer un llamamiento público para conseguir la derogación de la llamada “Ley de Memoria Histórica” (Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura).

Sin responder a una verdadera necesidad en su origen, estimamos que el efecto de dicha medida ha sido ahondar las diferencias entre los españoles, resucitar odios ya caducados y reabrir unas heridas que estaban cicatrizadas hace mucho tiempo. Todo ello porque su espíritu está presidido por un afán de revancha que falsifica el proceso histórico en sintonía con necesidades políticas que nada tienen que ver con la Historia.

Como no pueden elevarse a “verdad histórica” —a través del BOE— cuestiones que están sujetas a la opinión de los profesionales de la materia, el Foro Historia en Libertad rechaza por principio que cualquier parlamento u organización ajena a las instancias históricas o intelectuales se atribuya competencias sobre la materia. Tampoco podemos compartir las presiones que se han dirigido hacia instituciones de esta naturaleza como la Real Academia de la Historia.

A diferencia de otras posiciones que no compartimos, no es nuestra intención prescribir el olvido como actitud de los españoles ante el pasado. Bien al contrario, pretendemos que se recuerde la Historia, eso sí, con dos puntualizaciones necesarias: que ésta se asuma íntegramente, y no desde una perspectiva de parte; y que el pasado no forme parte del debate político sino que permanezca en los términos que corresponden a su naturaleza.

El anterior Gobierno y sus socios parlamentarios crearon la ficción de que el sistema político vigente enlaza con la presunta legalidad de la II República, soslayando el verdadero origen de la presente situación. Y en algún aspecto se lograron reproducir determinados caracteres sectarios y totalitarios de dicho régimen republicano que han amenazado con renovar alguno de los más desgraciados episodios de nuestra historia contemporánea.

Zanjada dicha pretensión en las urnas, estimamos que no habrá regeneración posible ni España logrará salir de la profunda crisis en que se encuentra (y que va mucho más allá de lo económico) si —entre otras medidas— no se procede a la puesta en marcha de los cauces parlamentarios que permitan la inmediata derogación de la mal llamada Ley de Memoria Histórica.

Además, para evitar una continua inercia en los criterios aplicados en este terreno, proponemos que se den los pasos necesarios para que los usos públicos de la historia sean objeto de una legislación de acuerdo con lo que ocurre en los países de nuestro entorno, de manera que las iniciativas gubernamentales al respecto queden al margen de las consignas de los partidos y no se permita una restricción a las libertades públicas que vaya más allá de la protección de los derechos de la verdad y del honor.

Foro Historia en Libertad: historiaenlibertad@hotmail.es

miércoles, 23 de enero de 2013

VALENTINA ORTE: Calanda (Teruel)

Seguramente la palabra Calanda  ̶ la antiquísima Colenda, ̶  cuna de Luis Buñuel, uno de los cineastas más famosos y conocidos de nuestro celuloide, habrá traído a su mente varios recuerdos. Quizás el primero, la magnífica calidad de sus famosos melocotones,  el segundo, su atronadora tamborrada, con la que acompañan la Pasión de Cristo. La tradición consiste en empezar a tocar el bombo y el tambor el Jueves  o el Viernes Santo, a una hora determinada. Es lo que se conoce como “Romper la Hora”. En Calanda su “romper la hora” lo realizan al mediodía del Viernes Santo,  costumbre  que  probablemente proceda de alguna ceremonia ancestral aunque históricamente se dice que proviene de la Edad Media, cuando los caballeros de las Órdenes Militares trajeron a estas tierras esos dos instrumentos de percusión.

Según una leyenda popular reseñada por el historiador calandino José Repollés, en la primavera de 1127 y mientras los cristianos viejos de Calanda celebraban los actos de la Semana Santa, una horda de musulmanes, procedentes de las cercanas sierras del Maestrazgo, se encaminaron hacia la citada población por la orilla izquierda del río Guadalope. Un pastor vio desde las montañas próximas la polvareda que levantaba a su paso la expedición mora, y dio aviso haciendo sonar el tambor; el aviso fue repetido por varios pastores hasta llegar a oídos de los calandinos, quienes, alertados de este modo del peligro, recogieron sus rebaños y enseres y se refugiaron en el interior de la fortaleza que se levantaba en un cerro contiguo a la población. La “razzia” musulmana fracasó y cada año, por las fechas de Semana Santa, los pastores conmemoraban la oportunidad de su aviso haciendo sonar sus tambores en las proximidades de Calanda.

Según parece, esta costumbre de tocar el tambor continuó hasta 1590 en que la Orden de Calatrava, que desde su sede en Alcañiz había extendido su poder por todo el Bajo Aragón, prohibió el acto por considerarlo irrespetuoso, dadas las fechas de celebración.

No obstante, a pesar de la prohibición, medio siglo después un suceso milagroso sacó los tambores de su mutismo. Me refiero al conocido como “Milagro de Calanda” realizado por la Virgen del Pilar en la persona del joven Miguel Juan Pellicer Blasco.

Está documentado que la noche del 29 de marzo de 1640 tuvo lugar en Calanda el milagro extraordinario por el que la Virgen restituyó una pierna que dos años antes le había sido amputada a dicho joven. Según cuentan, el muchacho se fue a dormir, agotado tras un día de duro trabajo en el campo y como cada noche, se encomendó a la Virgen del Pilar de quien era un ferviente devoto. Al cabo de un rato entró su madre a verlo y descubrió que por debajo de la manta asomaban dos pies. Confundida, fue a avisar a su marido y despertaron al muchacho. Comprobaron entonces que le había sido restituida la pierna amputada. Varias señales de cicatrices indicaron a Miguel Pellicer que aquella era “su” pierna, la misma que tenía antes de que se la cortaran; ahora, sin embargo, presentaba una coloración ligeramente amoratada y el pie tenía los dedos encorvados y como muertos; por lo demás, estaba sana y en su sitio[1].

Al enterarse del extraordinario suceso, los vecinos de Calanda sacaron a la calle los tambores y junto con el muchacho y sus padres marcharon en procesión hasta el Humilladero, antigua ermita del Pilar, situada a la entrada del pueblo para dar gracias por el milagro[2].

En la antigua casa del Capellán del Pilar, edificada alrededor de 1720, se creó el museo Miguel Pellicer en el que, además de obras relativas al milagro, se exhiben otras relacionadas con una etapa histórica más cercana a la actual como es el período 1936-1939. Entre ellas figuran un cuadro al óleo de la Virgen del Pilar fusilada y acuchillada y las fotos de los sacerdotes mártires en la Guerra Civil.
Llegados a este punto conviene recordar lo ocurrido en esta zona del Bajo Aragón durante el periodo bélico 1936-39.

Calanda se caracterizaba en aquella época por una importante presencia de pequeños y medianos propietarios por lo que el talante conservador de gran parte de la sociedad era la nota predominante. Lógicamente se produjo un choque cuando las ideas anarquistas  que venían ganando terreno en España desde la segunda mitad del siglo XIX tomaron el poder. La CNT, sindicato anarcosindicalista formado hacia 1910 ya era muy poderoso para 1936, cuando contaba con 1,5 millón de miembros; las ideas anarquistas se encontraban fuertemente arraigadas en la mente de los campesinos y de hecho, la colectivización ya había comenzado en algunas zonas rurales antes de la revolución.

Ese fermento revolucionario venía siendo amparado y estimulado por las logias especialmente activas en Zaragoza, sobre todo la denominada  “Luz  y Trabajo N.° 39” a través de su revista La Acacia. También la “Constancia N.° 348” que se convirtió en una de las más importantes de Aragón tanto por la calidad y número de sus afiliados como por sus actividades e ideología. En Teruel una de las más dinámicas fue la logia “Antorcha N.° 263” cuyos siete fundadores (3 funcionarios, 2 militares, 1 escritor y 1 comerciante) la adscribieron al radical  Gran Oriente Nacional de España.

Así las cosas, el 19 de julio de 1936 el comandante militar de Teruel, teniente coronel de Infantería Mariano García Brisolara, declaró el estado de guerra junto a las Fuerzas de la Guardia Civil, mandadas por el teniente coronel Pedro Simarro Roig. Pero al contrario que en Zaragoza, el movimiento no triunfó en su totalidad, fracasando en Utrillas, Montalbán, Alcañiz y Valderrobles. A partir de ese momento la provincia de Teruel será triste y obligada protagonista de la Guerra Civil. Ceñida por el cinturón republicano formado por Tarragona, Castellón, Valencia, Cuenca y Guadalajara, sufrirá en sus tierras sangrientos y devastadores combates entre ambos bandos.

Calanda, tras unos momentos de incertidumbre, se decantó a favor de los sublevados. El lunes 20 de julio llegaron a la villa una sección de soldados de infantería y unos cuarenta guardias civiles que dieron el poder a elementos derechistas. Se hizo cargo de la Alcaldía Silvestre Buj Moliner, primer edil entre 1934-1936, siendo sustituido a los tres días por Pablo Bernad Molinos, teniente coronel veterinario retirado. Ocupada la villa por el ejército Nacional, el mando no tomó otra medida que la de detener y encarcelar a los principales y más peligrosos elementos marxistas y anarquistas que no habían huido del pueblo. No obstante, en los ocho días que este ejército dominó el pueblo, no fue maltratado y mucho menos fusilado ningún extremista[3].

El primer ataque a la provincia de Teruel procedente de Cataluña tras el alzamiento militar tuvo lugar el 24 de julio. Una columna al mando del teniente coronel Mariano Mena Burgos, siguió un itinerario parecido a la columna Durruti, por los partidos de Alcañiz, Hijar y Montalbán;  estaba formada por 700 miembros del Ejército, 300 carabineros y guardias civiles y unos 1.000 milicianos. Más tarde  fue completada con artillería, cumpliendo las órdenes emanadas de los diputados Galés y Farreras y Durán, que actuaban como comisarios de Guerra. Esta columna conquistó las poblaciones de Alcañiz, Hijar, Puebla de Hijar, Albalate del Arzobispo, Calanda, Alcorisa, Montalbán, La Zaida, Azaila, Oliete y Lécera, dominando de esta forma gran parte de la provincia de Teruel y cubriendo el flanco izquierdo de las fuerzas que presionaban sobre Zaragoza. La provincia de Teruel iba a quedar rodeada por zonas bajo el dominio republicano: Tarragona, Castellón, Valencia, Cuenca y Guadalajara; la única frontera libre era la de Zaragoza.

El día 26 ante la imposibilidad de recibir ayuda militar, las fuerzas nacionales tuvieron que replegarse por la inminente llegada de la columna anarquista. Cayó la población bajo el dominio rojo el 26 de julio de 1936 con la llegada de varios camiones de milicianos catalanes.

Inmediatamente y, antes de que Madrid dictara los decretos 23 y 25 de agosto de 1936 por los que se creaban en las zonas de dominio republicano, tribunales especiales para juzgar los delitos de rebelión, sedición y los cometidos contra la seguridad exterior del Estado, que estaban habilitados “para conocer de los delitos de rebelión y sedición y de los cometidos contra la seguridad exterior del Estado” y, más tarde, para juzgar delitos de traición y espionaje lo que implicaba sentenciar sobre considerable número de causas penales abiertas en tiempos de guerra: desafección, derrotismo, espionaje, adhesión y auxilio a la rebelión, infracciones en materia de abastecimiento, etc. Se desató con gran impunidad, una desmesurada violencia  ̶ a veces con el exclusivo fin de resolver litigios personales ̶  pero la mayoría iba dirigida contra los elementos que ellos juzgaban peligrosos, es decir, la gente considerada de derechas: católicos practicantes, militantes de la CEDA,  propietarios rurales, tradicionalistas, falangistas, militares ̶ aún retirados ̶  y, por supuesto, religiosos y sacerdotes y cualquiera del que se sospechase estuviera en contra de sus ideas y métodos.

Un primer paso en la represalia, como en tantos otros sitios, fue la confección de “listas negras” de todos aquellos pertenecientes a los grupos mencionados.

En Calanda existe una “Relación de declarados desafectos al Régimen por la Junta Calificadora Municipal”,  ̶ acompañada de una relación de a quiénes se les incautaban fincas “por abandono”, así como de una lista manuscrita con el resultado de un breve interrogatorio; existe también una “Relación de declarados fascistas”  ̶ donde se indica la organización que les acusa ̶ ; una “Nota” de los aperos recogidos en las casas de los vecinos considerados facciosos”. Y, finalmente, una relación de los edificios ocupados, de quién los ocupa y de cuál es su cabida[4].

La dinámica seguida fue muy similar a la utilizada en tantos otros sitios. Los detenidos eran llevados a presencia del Comité y de allí pasaban a la cárcel del pueblo o llevados a cualquier descampado próximo o incluso al propio cementerio de Calanda o al de Alcañiz donde eran rápidamente ejecutados, normalmente de noche o de madrugada. Tanto en las detenciones como en los asesinatos participaban junto a forasteros numerosos convecinos de los represaliados de los que la Causa General menciona un grupo de unos treinta individuos que cometían los desmanes, aunque las órdenes las dictaba el Comité integrado por elementos de la CNT y FAI y dos miembros de Izquierda Republicana, viviéndose en comunismo libertario y en colectividad implantados por el terror. Los hombres y los pensamientos de la CNT-FAI atraparon las mentes de los trabajadores fundamentalmente porque representaron respuestas transformadoras de la sociedad capitalista. La “sociedad paralela” que pretendían crear (equidistante entre derechas y comunistas) prendió junto a las tesis faístas y, al fin sucumbió a la que proclamaba: ¡primero destruir el sistema, luego ya construiremos!

Las izquierdas han venido repitiendo machaconamente que esa violencia que se desató, lo fue producida por una chusma incontrolable, masa enloquecida, cuya única pretensión era demostrar su ira ante una injusticia social determinada. Pues bien, tres historiadores marxistas, George Rudé[5], Eric Hobsbawm[6] y E.P. Thompson[7] rechazan la idea de que los desmanes se produjeran por la movilización de una turba irracional y afirman que cuando la multitud actuaba “había detrás todo un conjunto de motivaciones y creencias, una negociación colectiva por vía coactiva o un consenso tradicionalmente aceptado que se veía violentado”[8]. Las motivaciones y creencias son aquellas en las que coinciden las distintas ramas del pensamiento anarquista: rechazo de todo tipo de autoridad, ̶ predominio de la libertad individual ̶  y  el repudio a cualquier forma de organización, en especial la del Estado, porque su estructura posibilita (según ellos) la explotación de la clase obrera, lo que justifica su destrucción.  El medio fundamental para eliminar al Estado es la huelga general, que permite arruinar a la burguesía. El derecho a la herencia (origen del status social) ha de eliminarse y sustituirse por la colectivización de los bienes.

A partir del mencionado  día 26 de julio,  tras la llegada de los milicianos, los primeros meses se caracterizaron por una inusitada ferocidad contra los sospechosos de no ser sus afines. La misma tarde en que los milicianos entraron se produjo el más importante episodio de violencia con fusilamientos en el cementerio de Alcañiz  y en el de Calanda y los ejecutados ése y días sucesivos en los alrededores de dichas poblaciones.

A continuación se expone la relación de víctimas asesinadas por la barbarie anarquista. Debo insistir en que, como en tantos otros casos, no se trata de víctimas causadas por acción de guerra; se trata de pacíficos ciudadanos, vecinos civiles sacados de sus casas y encerrados en la cárcel hasta el día siguiente en que fueron masacrados, o torturados vilmente como el caso del vecino que en su declaración manifiesta que fue detenido por milicianos que le trasladaron a La Puebla de Híjar, según le dijeron para fusilarle, siendo encerrado en un local cerca de la estación de ferrocarril en donde varias veces fue molestado y amenazado con matarle, incluso apuntando con unas pistolas sobre su cabeza. En otra ocasión le colocaron una soga al cuello y le obligaron  a que les siguiera, tirando de ella hasta el extremo de que, ya con la lengua fuera, temió perecer ahorcado.

Asesinados en Calanda
Apellidos
Nombre
Edad
Lugar nacimiento
Fecha asesinato
Actividad
ABADIA ARBIOLMIGUEL
40
Calanda
08/03/1937
CEDA
AGUILAR ALEGRELUIS
24
Alcorisa
21/11/1936
AGUILAR CEBRIÁNJUAN
53
La Ginebrosa
09/11/1936
CEDA
AGUILAR PORTOLÉSSANTIAGO
57
Calanda
08/03/1937
CEDA
ALBIACH SANCHOMANUEL
40
Castellote
27/07/1936
sacerdote diocesano
ALLOZA NUEZDONATO
22
Alcorisa
21/11/1936
ALLOZA VILLANOVAVALENTÍN
47
Alcorisa
21/11/1936
ARIÑO SOLERAGUSTÍNLos Olmos
01/09/1936
CEDA
ARRUFAT GINÉSRAMÓN
26
Calanda
14/09/1936
CEDA
BALLESTERO GASCÓNMIGUEL
50
Calanda
08/03/1937
CEDA
BETES CALVOJOSÉ
27
Julve
09/11/1936
BETES CALVOÁNGEL PASCUAL
22
Julve
09/11/1936
BOIRA OCHEDMANUEL
43
Alcorisa
16/01/1937
BRUNOS GASCÓNPEDRO
28
Julve
09/11/1936
BUJ GALVEJOSÉCalanda
08/03/1937
CALVO MALLÉNJUAN
71
Alcorisa
08/01/1937
CALVO PASCUALBERNARDO
38
Julve
09/11/1936
CELMA BUJJUAN MANUEL
42
Calanda
14/09/1936
CEDA
CELMA NAVARROPEDRO
72
Calanda
08/03/1937
CEDA
CELMA SANZGABRIEL
31
Calanda
08/03/1937
CEDA
FÉLEZ ASENSIOFELIPE
45
Alcorisa
19/10/1936
FÉLEZ GARCÍAORENCIO
58
Alcorisa
19/10/1936
FELIZ MOYAMIGUEL
40
Calanda
08/03/1937
CEDA
FORMENTO BUÑUELDOMINGO
52
Alcorisa
19/10/1936
GASCÓN ESCUINJOSÉ
43
Calanda
14/09/1936
CEDA
GASCÓN GILANTONIO
47
Calanda
08/03/1937
CEDA
GASULLA LASTERAJOSÉ
38
Calanda
18/08/1936
GAZULLA LARDERAJOSÉ
38
Alloza
18/08/1936
FE
GRACIA GAYANJOSÉCalanda
27/07/1936
GRAO MARCOFRANCISCO
44
Calanda
14/09/1936
CEDA
GUIU SALVADORMARIANOCalanda
08/03/1937
GUÍU SALVADORMARIANO
50
Calanda
08/03/1937
CEDA
HERRERO PORTOLÉSFRANCISCO
63
Calanda
08/03/1937
CEDA
LABARIAS MÁSMARÍA
43
Calanda
08/03/1937
CEDA
LAMIEL FERNÁNDEZJOAQUÍN
36
Calanda
14/09/1936
CEDA
LLOP GRAOLUIS
40
Calanda
16/09/1936
CEDA
LLOP GRAULUISCalanda
16/09/1936
LÓPEZ TORRIJOSJUAN
55
Cañaveras
14/09/1936
Guardia Civil
LUSARRETA SANZVICENTE
53
Calanda
14/09/1936
CEDA
MANCHO BUJLUISCalanda
27/07/1936
MARQUÉS VILLANUEVAENRIQUE
31
Calanda
17/09/1936
FE
MARTÍN PASCUALJACINTO
40
Julve
09/11/1936
MÁS BERGESCARMEN
39
Calanda
08/03/1937
CEDA
MILIAN AGUILARESTEBAN
38
Calanda
08/03/1937
CEDA
MOLINA HERREROOCTAVIOLos Olmos
01/09/1936
CEDA
MOLINS ESPADAMANUEL
66
Calanda
16/09/1936
CEDA
MORERA ALQUÉZARDOMINGO FRANCISCO
46
Alcorisa
19/10/1936
NAVARRO ALEGREFRANCISCO
54
Calanda
14/09/1936
CEDA
NUEZ ALLOZAEDUARDO
59
Alcorisa
21/11/1936
PÉREZ CARRERASPEDRO
76
Alcorisa
08/01/1937
PÉREZ USTALÉGUMERSINDO ANTONIO
43
Calanda
08/03/1937
CEDA
PLOU ROMANCEFRANCISCO
66
Alcorisa
19/10/1936
sacerdote diocesano
PORTOLÉS SAURASVICENTE
49
Calanda
14/09/1936
CEDA
ROSELLÓ CLEMENTECONSTANTINO
47
Alcorisa
19/10/1936
SANZ APARICIOFRANCISCO
49
Calanda
08/03/1937
CEDA
SAURAS BARBERÁNJAVIER
58
Calanda
08/03/1937
CEDA
SAURAS ZÁRATEJAVIER
30
Calanda
08/03/1937
Militar
TRULLEN LABARIASJUAN MARIANO
44
Calanda
09/09/1936
CEDA
USTALÉ BARBERÁNMIGUEL
40
Calanda
14/09/1936
CEDA
ZALDÍVAR ALORASVICENTE
24
Alcorisa
21/11/1936
ZÁRATE SANCHOMANUEL
53
Calanda
08/03/1937
CEDA

Muchos de estos asesinados lo fueron en las inmediaciones de la plaza de toros, en cunetas de las carreteras y montes a las afueras de la población. Liberada Calanda, se procedió al traslado de sus restos al cementerio de la ciudad, tal como consta en el reverso de la siguiente fotografía realizada por M. Gracia Jarque en la que expresó antes de su firma:”Calanda (Teruel). Los restos de los mártires de Calanda trasladóseles al Cementerio Católico”. No consta fecha.[9]



Con todo, la mayor matanza conjunta de naturales de Calanda en un mismo día, se produjo el 27 de julio con aquellos que fueron trasladados a Alcañiz.[10]

Asesinados en Alcañiz
 Apellidos
Nombre
Edad
Actividad
ALBESA SAURASÁNGEL
30
ALEGRE AZNARJOAQUIN
23
CEDA
AZNAR BENAULMARIANO
59
CEDA
AZNAR ESTEBANSERAFÍN
34
CEDA
BELMONTE MARTÍNEZJOSÉ
39
CEDA
BERNAD MOLINOSPABLO
60
Militar
BONDIA CONTELJOSÉ MARÍA
21
FE
BONDIA GINÉSPEDRO
48
CEDA
CELMA SEGARRAMIGUEL
39
CEDA
CÓLERA GONZÁLEZPEDRO
22
CEDA
CRESPO GASQUEMARIANO
18
CEDA
CRESPO GASQUEANTONIO
20
CEDA
CRESPO GASQUEELOY
52
CEDA
CRESPO GASQUEJUAN JOSÉ
29
Ceda
ESTEBAN HERREROSEBASTIÁN
64
CEDA
GASCA MAURELMIGUEL
60
CEDA
GRACIA BONDIAMIGUEL
19
CEDA
GRACIA GAYÁNCARMELO
40
CEDA
GRACIA GAYÁNJOSÉ
42
CEDA
GRAO MARCOJOSÉ
57
CEDA
 JARQUE LASMARÍASMANUEL
36
CEDA
LABARIAS MAGRAZOPEDRO
45
CEDA
LACUEVA CONTELRAMÓN
55
CEDA
LUSARRETA RIPOLLÉSVICENTE
18
CEDA
MANCHO BUJLUIS
20
CEDA
MELENDO GARCÍAAGUSTÍN
53
CEDA
NAVARRO LECINARAMÓN
33
CEDA
PORTOLÉS BALLESTEROSFÉLIX
59
SAURAS ALEGREPASCUAL
47
CEDA
SAURAS BARBERÁNJOAQUÍN
53
CEDA

Resulta doloroso e indignante leer en los folios de la Causa General las circunstancias en  las que les dieron muerte, naturalmente sin juicio previo alguno. No obstante lo desagradable de algunos casos,  expongo, (pido disculpas por ello), algunos ejemplos con la esperanza de que el verdadero conocimiento de lo sucedido sirva para contrarrestar la idea, tantas veces repetida, de una guerra civil provocada por un bando nacional montaraz y salvaje que sublevado fue capaz de las mayores tropelías frente a un bando republicano que solo actuaba en la legitimidad del Gobierno. Bien, pues así actuaban los “legales”. A

*Francisco Navarro Alegre, después de muchos disparos evitando herirle mortalmente para hacer más lenta su agonía, una vez muerto, le decapitaron, jugando con su cabeza al balompié (sic) en la necrópolis.

*Santiago Aguilar Portolés, después de asesinado en el cementerio, “le fue extraída la masa encefálica y devorada por Pedro Vallés Giner,  uno de los bárbaros asistentes al macabro y repugnante acto”[11]

*Manuel Molíns Espada, secretario del Juzgado, se encontraba impedido en la cama, pues estaba paralítico. De allí le sacaron violentamente para llevarle al camposanto, donde después de golpearle y cortarle las orejas, fue asesinado.

*Luis Llop Grao  al que utilizaron en un macabro juego de tiro al blanco móvil, haciéndole correr entre las tumbas de la necrópolis mientras le disparaban hasta que lograron darle muerte.

*José Gascón Escuin, Juan Manuel Celma Buj y Juan López Torrijos, se hallaban gravemente enfermos en el hospital de la villa. “Durante varios días recibieron la visita de un extremista de la localidad que se hacía notar por sus instintos de asesino, el cual les preguntaba a menudo cuando se encontraban en condiciones de salir  hasta que al fin fueron sacados violentamente de sus camas, les envolvieron en mantas y arrastraron por los escalones del hospital, con lo que se golpeaban fuertemente la cabeza. No les subieron al camión, les lanzaron como sacos, para ser conducidos al cementerio donde fueron fusilados”.[12]

*José María Vallés Bayod,  al que, antes de fusilarlo le obligaron a comer alfalfa. Al ser extraídos sus restos mortales aún se le observó la boca llena de esta hierba. Después de muerto le cortaron o rompieron las piernas porque no cabía en la fosa que habían preparado.[13]

En declaración del Alcalde, don Ramón Arrufat el 20 de noviembre de 1940, manifiestaba que ”durante la dominación marxista los rojos[14] realizaron saqueos a comercios y bancos, saquearon las cosechas, destruyeron el magnífico puente sobre el río Guadalope, y realizaron infinidad de hechos bárbaros que ocasionaron pérdidas materiales evaluadas en varios millones de pesetas (de la época). Destruyeron objetos del culto religioso y varias ermitas, demolieron totalmente la iglesia de San Miguel y saquearon la iglesia parroquial y el convento de Dominicos”. De las vicisitudes de este convento y del  asesinato de sus frailes de la Orden de Santo Domingo les hablaré en un próximo capítulo.


[1] Debido al revuelo que armó en la comarca tan insólito acontecimiento,  la Iglesia inició un proceso eclesiástico ante el Arzobispo de  Zaragoza en el que declararon numerosos testigos, entre ellos los médicos que amputaron la pierna a Miguel Pellicer y el asistente de cirugía que la enterró en el pequeño cementerio del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, donde se efectuó la intervención quirúrgica –es de señalar que posteriormente al milagro, la pierna fue buscada en el citado cementerio y no se encontró ̶ . También declararon numerosos vecinos de Zaragoza que habían visto a Miguel Pellicer con una pierna de madera, pidiendo limosna a la entrada de la Basílica del Pilar y, naturalmente, los vecinos de Calanda que habían convivido con el muchacho cojo por espacio de más de un año. Finalmente, la Iglesia dictó una sentencia en la que declaraba que a “Miguel Juan Pellicer Blasco, vecino de Calanda, le había sido restituida milagrosamente su pierna derecha, que antes le había sido cortada”.
[2] Los librepensadores y escépticos, en general, después de recurrir a las ciencias físicas, la psicología y la parapsicología para su comprensión, al no poder justificarlo de manera racionalista, y, sobre todo, no poder negarlo, decidieron incluirlo bajo el epígrafe de inexplicado, con tal de no reconocer la intercesión de la Virgen.
[3] Roberto Ceamanos: “Calanda:  julio del 36-marzo  del 38”
[4] Ibidem
[5] George Rudé: (8 de febrero de 1910 en Oslo, Noruega -8 de enero de 1993).Fue un historiador marxista británico, especializado en la Revolución Francesa y en especial en la importancia de las masas en la historia.
[6] Eric John Ernest Hobsbawm (Alejandría, Egipto, 9 de junio de 1917 - Londres, Inglaterra, 1 de octubre de 2012) fue un historiador marxista británico. Tema recurrente en su obra fue el de los bandidos sociales, un fenómeno que Hobsbawm intentó situar en el terreno del contexto social e histórico relevante, al enfrentarse con la visión tradicional de considerarlo como una espontánea e impredecible forma de rebelión.
[7] E. P. Thompson, de nombre completo (pocas veces usado) Edward Palmer Thompson (1924-1993). Historiador e intelectual británico. Influyó decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y dándole carácter propio, dentro de lo que se conoce como socialismo humanista.
[8] Roberto Ceamanos: “Calanda:  julio del 36-marzo  del 38”
[9] Causa General 1416. Exp. 1 y 2
[10] Los cuerpos de estos calandinos fusilados en 1936 por anarquistas y enterrados en el cementerio de Alcañiz, fueron recuperados y trasladados a su municipio de origen. La actuación se llevó a cabo con motivo de la ampliación de las instalaciones alcañizanas, que obligó a exhumar los cuerpos. El consistorio calandino, tras ser informado de estos trabajos, decidió  hacerse cargo de los restos, que se encontraban en una fosa conjunta debidamente señalizada y que recibían habitualmente la visita de familiares.
[11] Causa General: Calanda imagen 9/211
[12] Ibidem 9-10
[13] Ibidem
[14] Aparece en la Causa General una relación de unas 100 personas a las que considera responsables de las barbaridades cometidas.

Valentina Orte

lunes, 14 de enero de 2013

JESÚS MARÍA RUIZ VIDONDO: España en Indochina durante el siglo XIX

"La pesada carga del hombre blanco" caricatura a partir del poema de Kipling
Publicado en GEE - Grupo de Estudios Estratégicos
  
Pese a lo comúnmente extendido, España ha realizado muchas misiones en el exterior a lo largo de los siglos. Una de las intervenciones más alejadas en las que se participó fue en Indochina, donde España siempre intervino esperando solucionar los problemas que habían surgido en esa región. Aunque al final fue Francia la gran protagonista de ese conflicto.

1. Inicio del problema


A mediados del siglo XIX el Imperio de Anam abarcaba lo que más tarde se llamaría Indochina, ocupando los dos antiguos reinos de Tonkín y Cochinchina. En 1821, el soberano, descendiente de Gia Long, decidió expulsar a los escasos europeos que estaban en el país, entre otras cosas porque el cristianismo causaba recelo en los sucesores de Gia Long. Pronto, en 1829 se produjo el asesinato de conversos cristianos, de manera que los misioneros franceses y españoles pasaron a tener una actividad clandestina. No acabó ahí la cosa, y en 1833 el soberano ordenó directamente su persecución. La reacción francesa fue el bombardeo del puerto de Da Nang en 1847. Y poco después, la subida de Napoleón III al trono francés en 1852 marcó para Francia el comienzo de una política de conquistas coloniales en la que se integró la región.

En ese entorno, el 20 de julio de 1857 el obispo dominico español José Mª Díaz Sanjurjo de la misión europea es asesinado, siendo obispo titular de Platea y vicario apostólico de Tonkín. La noticia produjo indignación en Europa, lo que aumentó los motivos para intervenir en una zona llena de facilidades: Anam y Siam estaban enfrentados en el Mekong medio donde ambos querían ejercer su influencia sobre el principado de Vien Tian. En segundo lugar, Camboya parecía destinado a su desaparición en beneficio de uno de los vecinos. Y en tercer lugar, Siam y Birmania se mantenían en conflicto durante buena parte del siglo XVIII.
No había grandes dificultades para la acción europea. Así que Gran Bretaña puso su objetivo en Birmania y Siam, mientras que Francia y España querían sobre todo proteger las misiones en Indochina. Además, Francia tenía un interés especial por adquirir una base naval en esa zona. El factor decisivo era el interés galo por tres ríos: el Rojo, el Negro y el Claro. Eran tres vías fluviales que permitirían penetrar desde Tonkín hasta las ricas provincias meridionales de China, logrando una gran ventaja sobre sus competidores. En verdad, los franceses estaban equivocados: los ríos dejaban de ser navegables antes de llegar a la frontera de China. Desde el punto de vista comercial, ocupar Tonkín era una vía muerta.

En el aspecto religioso, en 1857 las exigencias de garantizar la libertad religiosa son rechazadas por el emperador Tu-duc. También la pretensión francesa de dar trato preferente a las actividades mercantiles galas. En 1858 fracasó un negociador, Montigny, enviado como último recurso por Napoleón III. Así que en 1857 el comandante de las fuerzas navales francesas en el Extremo Oriente, contralmirante Rigault de Genouilly recibe la orden de tomar Da Nang (que en francés recibió el nombre de Tourane), no lejos de Hué, la capital imperial. Los españoles querían prevenir un movimiento de los franceses en relación a las Filipinas así como evitar los ataques contra los españoles por parte de las autoridades vietnamitas. Así que las tropas participarían en la campaña de los franceses, aunque realizando un mero papel auxiliar de las tropas francesas: no formalizaron un protocolo en el que se definiesen las acciones a realizar. Mientras, los misioneros españoles en Vietnam seguían sufriendo represión: el obispo Melchor García San Pedro fue decapitado y su cabeza colocada en la plaza de Nankín.

2. Comienza la intervención


La iniciativa de intervención partió de Francia mediante una comunicación en diciembre de 1857. El gobierno español aceptó la propuesta y ordenó al capitán general de Filipinas, General Norzegaray, poner a disposición de Francia una fuerza de 1.500 hombres, con unos 60 marineros, estos al mando del alférez de navío Siro Fernández. El mando conjunto era del Coronel Mariano Oscáriz. La Marina española contribuyó a la expedición con dos vapores, el Elcano y el Jorge Juan, doce falúas y varios transportes. Sin embargo, el Capitán General no era partidario de la expedición puesto que suspendería operaciones en diferentes islas cercanas a Filipinas. Martínez de la Rosa ofreció un batallón de 1.200 hombres con artillería. Se organizó un regimiento de infantería, dos compañías de cazadores, una batería de artillería y los correspondientes servicios. Francia llevó dos barcos a Manila para transportar 500 hombres a Vietnam. Los expedicionarios españoles se debían incorporar a la escuadra francesa del contralmirante Rigault de Genouilly.

Se decidió desembarcar en la bahía de Da Nang, cerca de Hué. En agosto de 1858 -previo bombardeo de los fuertes por los barcos- desembarcaron 1.300 franceses y 500 españoles en Da Nang, una de las mejores fortalezas de Oriente. Tras su ocupación, que cae en manos francesas el 2 de septiembre de 1858, los franceses deciden conquistar Cochinchina. Si el contralmirante Rigault hubiera impreso mayor energía a las operaciones, se hubiese tomado también Hué. Pero Rigault construyó un campo atrincherado y realizó, en octubre, un reconocimiento ofensivo a lo largo del río Turana.
En febrero de 1859 parte un ejército hispanofrancés (con 400 españoles) para tomar la capital de Cochinchina, Saigón. Para la conquista de la capital había que invadir muchas fortificaciones, pero al final Saigón cae el 17-18 de febrero. En la toma de uno de los diferentes fuertes destacaría Miguel Primo de Rivera, y en la de Saigón se distinguió el jefe de la fuerza española, coronel Bernardo Ruiz de Lanzarote. Este último coronel desarrolló un ataque a la bayoneta contra los enemigos.
Pese a las pérdidas, el emperador de Anam se negaba a negociar, y los suyos atacaban Da Nang, lo que obligó al contralmirante francés a dejar Saigón, sin abandonarlo totalmente, para dirigirse al primer lugar de desembarco.

Allí las bajas occidentales eran altas, sobre todo por las enfermedades, y las tropas necesitaban refuerzos. Estos eran difíciles: Francia estaba en guerra con Austria en el norte de Italia, y no quiso enviar nuevas tropas. Así que tanteó a los anamitas para alcanzar un acuerdo, pero fracasaron las negociaciones. Siguieron los combates en la bahía de Da Nang hasta finales de 1859. Hasta que el nuevo comandante en jefe y sustituto de Rigault, Contralmirante Page, decidió evacuar Da Nang.
Las condiciones para los españoles fueron poco ventajosas comparadas con las francesas. El Coronel Ruiz de Lanzarote envió a España al Teniente Coronel Carlos Palanca Gutiérrez para informar sobre la campaña.

3. El coronel Palanca


Palanca fue ascendido a coronel graduado, nombrado jefe de la expedición española, y con las atribuciones de plenipotenciario en Anam. A su regreso en mayo de 1860, Da Nang había sido ya abandonado y el coronel Ruiz de Lanzarote estaba ausente. El coronel Palanca mandaba dos compañías. Participó en los combates de 1860 en Saigón. Se distinguieron los españoles en la defensa de la pagoda de Clocheton, donde llevaron el peso de la acción, y en el ataque a la aldea Mirador.

A finales de 1860, el Cuerpo Expedicionario galo, que intervenía en una marcha sobre Pekín, quedaba disponible, y el Gobierno francés lo empleó en Cochinchina. Desde ese momento, Chasseloup-Labaut, Ministro de Colonias, y los almirantes pensaron en lograr un establecimiento definitivo en la zona. Veían la importancia del Mekong para las relaciones comerciales con China.
En 1861 llegaron las tropas francesas del vicealmirante Charner, sustituto de Page, con 4.000 hombres. Con él colaboran 180 hombres de Palanca en el ataque de Ki-Hoa en febrero de 1861. En el ataque, los españoles tuvieron un treinta por ciento de bajas, frente a un diez por ciento de los franceses. Los españoles ayudaron también en abril en el ataque a My-Tho (en otros textos Mi-Thi); un combate que duró dos días, y en el que los anamitas utilizaron elefantes armados con lantacas. Las tropas españolas colaboraron además en acciones sobre Bien-Hoa, el arroyo Dong-Mon y el cabo de Baria.
Palanca tenía poco más de cien hombres. Aun así, Palanca participó en 1862 en los ataques de Long-Lap, Vinh-Luong y Long-Dinh, entre otros, pese a contar ya con poco más de cien hombres. En las operaciones, los franceses venían de la metrópoli, sy e adaptaban peor a Vietnam que los españoles, que partían de Filipinas. A diferencia de éstos, las bajas francesas eran sobre todo por malaria. Genouille carecía de equipo para realizar sus operaciones fluviales por los ríos, y no recibió de los católicos vietnamitas el apoyo que los franceses esperaban. Pese a todo, las operaciones militares permitirían la conquista de las tres provincias meridionales de Anam.



4. Firma del Tratado


El 5 de junio de 1862 se firma un tratado de paz. Los anamitas habían sufrido sucesivas derrotas, además de la sublevación del Tonkín. El Tratado se realizó entre el Emperador Tu-duc, Napoleón III, Isabel II y el coronel Palanca. En virtud de él, los franceses recibirían tres provincias de la baja Cochinchina y unas cuantas islas; se abrirían al comercio tres puertos; los súbditos de Francia y de España podían practicar su religión, y los anamitas no tendrían restricciones; se fijaban indemnizaciones de guerra; y se concedía a Francia y a España unas condiciones preferentes.

Pero entre la firma del Tratado de paz y su ratificación por los gobiernos francés y español hubo un levantamiento popular en la Cochinchina. Palanca tuvo que colaborar con el contralmirante Chaunard para reprimirlo. Recibió para ello el apoyo de un batallón de Infantería que vino desde Filipinas. Intervino solamente en la toma de Co-Kong, en febrero de 1863, cuartel general de los rebeldes.
Pero el Emperador Tu-duc no cumplió lo acordado: continuó la persecución religiosa asesinando a muchos católicos. Siguieron produciéndose revueltas. Pero acabada la campaña el grueso de las tropas españolas vuelve a las Filipinas, quedando 200 soldados y 4 oficiales al mando de Palanca, cesado al no estar de acuerdo con la decisión. Ahí acababa la aventura española: nuestro país llegó a tener más de 4.000 hombres, contando las tropas tagalas; y Carlos Palanca mandó hasta un Cuerpo de Ejército. El 1 de abril de 1863 vuelvieron los últimos españoles a Filipinas.

5. Francia vence


A la postre, los resultados solamente serían beneficiosos para los franceses, que extendieron su protectorado a Tonkín y a Anam. Sin ese sentido estratégico, España intervino obligada ante la gran cantidad de mártires que se produjeron y las persecuciones sufridas por los misioneros. El gobierno de Madrid no supo exigir a los franceses mayores garantías y consideración. Lo soldados españoles quedaron relegados al papel de auxiliares de los franceses. Palanca protestó siempre para lograr la justa valoración de la participación española, pero no logró nada ante la intransigencia francesa, la debilidad o falta de visión del Gobierno español, y la actitud de los Capitanes Generales.
 
En 1867 se extendería la conquista francesa en la Cochinchina occidental. A partir de esa fecha se configura lo que habría de ser el Imperio de Francia en el Sureste Asiático. Lu Duc, en 1867, se enfrentaba con la población civil y necesitaba apoyo militar, por lo que tuvo que reconocer el dominio francés sobre la mayor parte de Vietnam del Sur (llamado entonces Cochinchina- Nam Bo ó Nam Ky para los vietnamitas); la parte central y montañosa, Anam (se llamaba ese territorio y todo el territorio entero para los vietnamitas Trung Bo ó Trung Ky); y el Vietnam del Norte, que fue llamado Tonkín por los franceses (Bac Bo ó Bac Ky para los vietnamitas).
 
El mayor interés seguía siendo la desembocadura del Mekong. Como dice el alférez de navío Francisco Garnier, permitiría el acceso a China, porque Camboya cerraba cualquier otro paso.
Doudart de Lagrée fue enviado en agosto de 1863 a Camboya, firmándose un Tratado de protectorado, puesto que el rey de Camboya temía una invasión de Siam. La vía del Mekong quedaba abierta.
 
A partir de 1865 el almirante de la Grandière, Gobernador de Cochinchina, confiaba atraer hacia Saigón el comercio de las regiones interiores de la China meridional. Sin embargo, la misión de Doudart de Lagrée y Francisco Garnier demostraría la imposibilidad de utilizar el Mekong, por lo que tras 1868 tuvieron que buscar el acceso al mercado chino por el río Rojo. Ello plantearía la cuestión de Tonkín. Ante la situación que se vivía en Europa (guerra con Prusia 1870- 1871), las posesiones vietnamitas y camboyanas fueron gobernadas por los oficiales navales allí destacados.
 
Bibliografía

  • Armamento y poder militar, Fascículo 11, Volumen 1, SARPE, Madrid, 1983, pp. 217- 218.
  • KEEGAN, John, Dien Bien Phu, San Martín. Historia del siglo de la violencia, batallas libro nº 15, Madrid, 1975, pp. 13- 14.
  • MANERA REGUEYRA, Enrique, “La Armada en el siglo XIX” en HERNÁNDEZ SÁNCHEZ- BARBA, Mario, ALONSO BAQUER, Miguel (Dir.), Historia Social de las Fuerzas Armadas, Tomo IV, Alhambra, Madrid, 1986, pp. 84- 85.
  • MINUÉ, Lázaro, Vietnam, la guerra que nunca acabó, San Martín. Historia del siglo de la violencia, campañas libro nº 10, Madrid, 1985, pp. 21- 23.
  • PALANCA MORALES, Francisco José, La expedición española a Conchinchina, edición del autor, Madrid, 1997.
  • RENOUVIN, Pierre, Historia de las relaciones internacionales. Siglos XIX y XX, Akal, Madrid, 1990, pp. 252- 254.
  • ALEJANDRE SINTES, Luis, La guerra de la Cochinchina: cuando los españoles conquistaron Vietnam, Edhasa, Barcelona, 2006.
  • VVAA, Historia de las Fuerzas Armadas, Tomo I, Palafox, Zaragoza, Planeta, Barcelona, 1983, pp. 219- 221.
Jesús María Ruiz Vidondo

Libro: “La Constitución de 1812 en Martínez Marina ¿reforma o ruptura?” de Diego Mirallas



Recomendamos a todos nuestros lectores la nueva publicación de Diego Mirallas Jiménez.
En ella se sostiene que la pretendida vinculación con la Constitución histórica de España del golpe de Estado sufrido en Cádiz en 1812 –que tiene en Martínez Marina uno de sus principales valedores-, no sostiene un mínimo examen de las fuentes. De dicha ruptura deviene la disolución que asola nuestra realidad política y social.

Contenido

Introducción
1. Principales opiniones doctrinales sobre Martínez Marina
2. La obra de Martínez Marina en la transición histórica, jurídica y política de los siglos XVIII al XIX
3. Análisis crítico de la teoría constitucional de Martínez Marina (con especial referencia a la tradición castellano-leonesa): la soberanía popular como artífice de la ley, clave de bóveda de su discurso doctrinal
3.1. La ley, ¿producto de la naturaleza? Premisas filosóficas. La herencia de Hobbes
3.2. Soberanía absoluta versus pacto social y soberanía popular
3.3. La ilicitud de las Cortes de Cádiz en medio del origen, evolución y naturaleza de las cortes castellano-leonesas
3.4. Disposiciones de la constitución tradicional sobre el clero ante cualquier gobierno o negocio jurisdiccional civil
3.5. Periodicidad en la celebración de las cortes
3.6. La costumbre, ordenadora de las causas para celebrar cortes
3.7. Inexistencia de soberanía nacional en la constitución tradicional. Los tres exclusivos pilares soberanos de la tradición española
4. Visión genérica de la monarquía en Martínez Marina
5. Análisis crítico del juicio de Martínez Marina sobre el derecho tradicional español
5.1. La excusa del error y la dispersión en las fuentes del derecho tradicional, tras el afán de la codificación liberal
5.2. Un argumento contra el autor: demostración de la claridad dispositiva en tres cuerpos de fuentes tradicionales
5.3. Errores ciertos, presuntos y falsos en las fuentes tradicionales de Derecho
Conclusiones sobre la doctrina constitucional de Francisco Martínez Marina
Fuentes y bibliografía
1. Obra histórico-jurídica de Martínez Marina
2. Estudios sobre Martínez Marina
3.Cuerpos normativos
A. Anteriores a 1808
B. Del período 1808-1812
4.Fuentes de filosofía moral y política
5.Historia, derecho constitucional y otras

Características:

Editorial: Tradere. 1ª ed. septiembre 2012
Madrid, 158 pág.
ISBN: 9788493874872
Serie: Minor 4. Ius
Formato: Rústica 115x178 mm
PVP: 9,80 € (iva incl.)

El   autor

 Diego   Mirallas   Jiménez   (Bayarque -Almería-,  1964),  Licenciado  en  Derecho  y  en Geografía e Historia. Abogado ejerciente, profesor de Bachillerato y asesor jurídico de la prestigiosa revista de creación literaria Cuadernos del matemático. Autor de Bayarque. Historia, geografía y etnología comentadas (Almería, 2010). Colaborador habitual de la revista Ahora información; cultiva también los artículos y reseñas de temática antropológica, jurídica, geográfica e histórica. También ha colaborado con Historia en Libertad en una serie de artículos con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz

La obra

Pretendemos mostrar que, estudiada analíticamente, la obra del autor no sólo no convence en tal reforma ni, mucho menos, continuidad legislativa. Antes bien, a la luz literal de las propias fuentes que cita, supone una genuina demostración de la ruptura sobre la que, hasta 1834, fue la efectiva constitución tradicional española. De otra parte, como la existencia de ésta se niega en el constitucionalismo contemporáneo, también se pretende atender no sólo su secular vigencia, sino los grandes pilares y objetivos que mantuvo desde los tiempos visigóticos hasta la Guerra de la Independencia, a saber: la incólume defensa de la fe católica, el fuerismo pactista sobre el territorio y el tuétano monárquico de soberanía traslativa.

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