viernes, 25 de octubre de 2013

VALENTINA ORTE: Mosén Arnal: su suplicio y otras reflexiones



Es ésta una frase que creo podría definir muy bien la peripecia vital del personaje que les voy a comentar: Mosén Jesús Arnal Pena, natural de Candasnos (Huesca);  en los terribles días de julio de 1936, párroco de un pueblecito en pleno Pirineo oscense, que  hacía honor a su nombre, “Nido de Águilas”, es decir, Aguinalíu.

Mosén Jesús Arnal era un cura moderno. Llegó al pueblo vestido con un mono de trabajo a lomos de una motocicleta lo que causó sensación entre los vecinos. Al cabo de poco tiempo, se compró también un coche que fue de los primeros que se vieron por la zona. También se hizo con un aparato de radio (ingenio poco habitual en la época), a través del cual le llegaban las preocupantes noticias del deterioro de la coyuntura política en España. Fue así como se enteró del levantamiento militar del 18 de julio de 1936 y enseguida se percató de la gravedad de la situación y del peligro que corría su vida.

El día 22 de ese caluroso mes de julio se trasladó con su Peugeot al vecino pueblo de Torres del Obispo para entrevistarse con los párrocos, a los que no consiguió convencer de su preocupación y que luego pagaron con sus vidas su exceso de confianza. Mosén Jesús se mantuvo muy alerta en su Aguinalíu, y cuando el día 27 vio desde la iglesia parroquial, situada en lo más alto del pueblo, acercarse por la carretera un coche del que después salieron varios hombres armados, le faltó tiempo para, tras avisar a la señora María ̶ su casera ̶   del lugar donde lo encontraría, dirigirse a toda prisa a la sierra que, como buen cazador, conocía ya a la perfección.

Allí se encontró con el párroco de Olvena, don Antonino Ferrando, que también había tenido que huir de su pueblo y buscar cobijo en la misma sierra. Tras bajar de nuevo a Aguinalíu y ser informados de la gravedad del asunto y de la casi segura vuelta al lugar de los milicianos, decidieron volver a esconderse en los montes que se extienden entre los pueblos de Aguinalíu y Estadilla. Pasaron unos días refugiados en una cueva, pero, cuando la señora María les dijo que se sentía vigilada y ya no podía llevarles más víveres, decidieron ir a Estada, donde mosén Ferrando tenía un sobrino miembro del Comité y de quien esperaban recibir protección. Se llegó primero a la casa don Antonino y unas horas después fueron a buscar a don Jesús. El cuadro que éste se encontró fue desolador: Las mujeres de la casa y mosén Ferrando llorando y los demás, nerviosos y excitados. Según refiere en sus memorias[1], al preguntar qué sucedía, le contestaron que las cosas estaban muy mal para los sacerdotes. Uno de los sobrinos le dijo:
Es que…mire usted, le seré sincero. Hay consignas para que no se respete a ninguno de ustedes y esto es un gran compromiso para mí, por ser del Comité. Para guardar a mi tío, tengo excusa, por ser de la familia. Pero, la verdad, usted no podrá quedarse aquí, y créame que lo siento. Quisiera hacer algo por usted, pero me comprometo demasiado”. “No se preocupen ̶  contestó mosén Jesús ̶ , que no quiero ser motivo de compromiso para nadie. Creo que podré arreglarme solo. La ayuda de Dios no ha de faltarme.
Nada tenía decidido sobre la ruta a seguir. Salió por la carretera de Estadilla y llegó a Barbastro. Llegado a la ciudad del Vero, adoptó un lenguaje y al cabo de unos días también una vestimenta más apropiada para sus intenciones, de modo que se hizo pasar por un miliciano enrolado en la sección de transportes; es decir, trabajó como chófer. De su estancia allí nos dejó un relato de lo ocurrido en la noche del miércoles 29 de julio:
A la hora de cenar nos reunimos en el comedor unos cuantos conductores  y un grupo de los dedicados al asesinato. Precisamente era el grupo que con tanto empeño como odio me estaba buscando.
̶ ¡El cabrón del cura de Aguinalíu se nos ha escapado y no podemos dar con él! ̶ decía uno de ellos.
¿Cómo pude conservar la serenidad? ¿Es que mis nervios en la adversidad se habían convertido en acero? No lo sé y aún hoy no lo comprendo, y mi atrevimiento llegó a más, tomando algo de parte en la conversación a fin de no traicionarme. Incluso llegué a ridiculizarles por su incompetencia por no saber encontrar “al Curazo” de Aguinalíu. ¡Tan cerca que lo tenían!. Sentábase a mi derecha un escorpión con forma humana, cabellos rojo-panicera, lleno de pecas y picado de viruela. Si la cara es el espejo del alma, forzosamente la tenía muy fea y muy negra. Me pareció el peor de todos, si fuese posible un peor dentro de aquel grupo de alacranes.
Cenaba con el mosquetón entre las piernas y siempre que hablaba lo acariciaba. ¡Hoy ̶ decía ̶ te has cargado a tantos! ¡Hoy ha caído un pescado gordo! ¡Hoy ha caído Moncasi![2]
Y continuando las palmaditas al mosquetón, añadía: ¡Buen día hoy, amigo, y aún te espera más trabajo!. Terminada la cena se levantaron primero los del grupo, y uno de ellos arrojó un puñado de billetes sobre la mesa, diciendo: Esto para los chóferes, para que se corran una juerga esta noche.
Dándose cuentadel gran peligro que corría, decidió escapar de la ciudad. Andando por la noche y escondiéndose durante el día, llegó primero a Selgua y a Monzón y se dirigió después hacia Candasnos, lugar donde había nacido, donde residía su familia y donde esperaba encontrar protección y apoyo. Pasando calor, sed y hambre, llegó hasta las puertas de Pomar de Cinca y, atravesando por la noche el barranco del Clamor, desorientado a ratos y con el cuerpo lleno de rasguños y arañazos, logró alcanzar los alrededores de Estiche. Allí, encontró trabajando en el campo a antiguos conocidos que le informaron de la situación relativamente tranquila que reinaba en el pueblo y que Timoteo Callén, viejo amigo suyo, era el jefe del Comité local. No obstante, tomó precauciones y, escondido entre la leña de un carro, entró en el pueblo. No iba descaminado en sus temores, porque, aunque el Comité de Candasnos había respaldado a su párroco, éste, mosén Félix Antonio Launed Carreras, natural de Albalate de Cinca, había sido fusilado en Fraga el 23 de julio.

Enterado de su presencia, enseguida se presentó Timoteo Callén en su casa familiar, dispuesto a salvar a su amigo a toda costa, incluso proponiéndole hacerle un carnet de la CNT-FAI con fecha de 1930. Uno del Comité, muy radical, no pensaba igual y, aprovechando una ausencia de Callén, detuvo a don Jesús. En cuanto Timoteo volvió al pueblo, excarceló al sacerdote y lo tomó bajo su protección e impidió de ese modo que milicianos incontrolados llegados desde Barcelona pudieran poner en peligro su vida. Los ácratas seguían con fijeza la idea de asesinarle. Para contrarrestarles, llegó a sacar a Arnal al balcón central del Ayuntamiento de Candasnos, con todo el pueblo congregado en la plaza, para conocer por boca del mismo pueblo y como si de un juicio popular se tratara, la opinión de éste sobre el futuro de su amigo. Sin pretender caer en irreverencia, a mí me recuerda el juicio al que Pilato sometió al otro Jesús, al Gran Jesús. Afortunadamente para mosén Arnal aquí el vecindario no gritó:¡Crucifícale, crucifícale!.Todo el pueblo unánimemente exigió respetar su vida, claro que, como cuenta la propia víctima, Callén manejó muy bien el asunto: “Como los individuos peligrosos eran muy pocos, por precaución y con mucha vista, fueron rodeados por los más adictos a mi persona”.

Pero los partidarios de liquidar a todos los curas volvieron a la carga. Se presentaron en grupo mucho más numeroso de milicianos armados con la intención de “llevarlo a declarar a la Comarcal” lo que, en realidad, significaba, como en tantos otros casos, que le asesinarían en cuanto saliesen del pueblo. Cuando subían por las escaleras en busca del sacerdote, Timoteo les apuntó con su arma amenazando con dispararles. Ante esta firme actitud, desistieron, pero Callén le expuso claramente que solo podría salvarle si iban a hablar con Durruti con quien le unía una gran amistad. Fue primero Callén a hablar con el jefe anarquista el cual asombrado le pregunta: ¿Verdaderamente tienes deseo de salvarle?. Pues mira Callén, para seguridad absoluta no veo más que una solución: que le traigas a la Columna. ¿De acuerdo?

Durruti, como anarquista que era, no acababa de entenderlo: si se perseguía al sacerdote por el hecho de serlo, ¿por qué no se le iba a asesinar? Como a tantos otros, naturalmente. El mismo párroco de Bujaraloz, (el pueblo donde  el jefe anarquista asentó su cuartel general), don Damián Jesús Franco Pallás fue asesinado allí mismo, en el mes de septiembre o al joven de 16 años Ángel Caro Andrés, acusado de ser falangista, a  quien, aunque en un primer momento pudo salvar en virtud de su edad, al final, las hordas de Tauste acabaron con su vida y le quemaron en Pina de Ebro. Ante las furias anarquistas absolutamente desatadas, ni siquiera Durruti, jefe de gran predicamento ante sus tropas, tenía fácil proteger la vida de nadie y menos la de un sacerdote, en aquél ambiente que él mismo había contribuido a crear. Ello le planteaba un grave problema: no podía enfrentarse abiertamente a sus milicianos pero, por otra parte, lo que él consideraba un deber de amistad con su gran amigo Timoteo Callén, le obligaba a satisfacer su petición.

Quedaron al día siguiente y, puntualmente  estuvieron Timoteo y don  Jesús. Buenaventura había encontrado la solución. Fueron cordialmente saludados y don Jesús recuerda que se dirigió directamente a él diciéndole:
̶  Bueno, y tú, ¿qué prefieres? ¿Irte a casa o quedarte en la Columna?
̶  ¿Es que tengo derecho de opción?
̶  Mira, te seré sincero. Si te marchas, alguno de esos grupos incontrolados te matarán, porque no siempre tendréis la misma suerte; y si te quedas, yo respondo de tu seguridad porque estarás bajo mi absoluta protección”.
Falto el líder ácrata de personas preparadas para menesteres administrativos, encarga al recién llegado llevar la estadística y el papeleo del personal de la columna de milicianos. No fue exactamente secretario[3] de Durruti, no pasó de escribiente en su puesto de mando, aunque alcanzara en poco tiempo una posición de cierto relieve gracias a su formación, superior con mucho, a la de la gente que le rodeaba. En sus memorias afirma que tampoco fue su consejero o confidente, entre otras razones porque “Durruti no era hombre que se dejara manipular ni tolerase soplones. Mis relaciones con él, sin ser nunca íntimas, se cimentaron en el mutuo respeto a nuestras ideas, tan opuestas como legítimas. Me trató a distancia pero con deferencia y yo le correspondí con lealtad, pues nunca olvidé su generoso comportamiento conmigo en situaciones por demás delicadas”.
Muy pronto se gana don Jesús la confianza del anarquista, quien le encarga, además de las burocráticas, otras tareas de importancia, como, por ejemplo, acabar con la corrupción que se había apoderado de la ciudad de Lérida, donde algunos confiscaban bienes de forma fraudulenta en nombre de la Columna[4]. En otra ocasión cuenta mosén Arnal que el jefe anarquista se coló una mañana en su despacho con un humor de mil diablos:
- ¡Esto de las mujeres en la Columna se tiene que acabar ya mismo! De lo contrario nos vamos a quedar tú y yo solos para contarlo.
- Me parece una gran idea; tardía, pero buena- aprobé. Lo que no entiendo es que nadie cayera en la cuenta de que admitir mujeres entre los milicianos tendría estas consecuencias.
- ¡Ya estamos con la retórica! Lo hecho, hecho está. Ahora a lo que vamos es a arreglarlo para siempre y vas a ser tú quien intervenga.
- ¿YO? - le pregunté asombrado- ¿No te parece que un cura manejando putas no es lo más propio? ¿Por qué no lo encargas a otro más metido en asuntos de faldas? ¿O es que quieres emplearme para catequizarlas?
-Déjate de coñas, que la cosa es muy seria. Te encargo a ti  porque lo harás mejor que nadie y con más discreción.
- ¿ Y qué hay que hacer ?
- Habla con la gente de Transportes y manda todos los vehículos disponibles a las centurias. Que recojan a las milicianas, sin dejar ni una; que las lleven a la estación de Sariñena y que las facturen a Barcelona en vagones precintados. ¿Lo oyes bien? ¡Precintados!
La orden se cumplió al pie de la letra, pero fue un fracaso. No habían pasado quince días cuando volvieron a aparecer mujeres en las centurias, quizás las mismas que habíamos pasaportado y con las mismas o más ganas de "distraer" al personal: Es cierto que sus estragos fueron menores que antes, no porque faltara materia prima, sino porque la gente estaba ya entrenada en el uso de artilugios profilácticos y, habiendo desaparecido el lazareto de Bujaraloz, no tenía el menor interés de dejarse cazar por la enfermedad. La verdad fue lo que relato; lo viví muy de cerca”[5].
Una de las numerosas anécdotas que vivieron juntos  destaca por el sorprendente respeto y sensibilidad con que Durruti trató a Arnal. Un día entró en el despacho de don Jesús con un paquete en las manos que contenía un regalo para su secretario. Cuando éste desenvolvió el paquete su sorpresa fue mayúscula al ver que contenía nada más y nada menos que aquello que más apetecería el sacerdote. Una espléndida Biblia escrita en latín. Bien es verdad que, con toda seguridad, procedería de un robo, pero al menos, se agradece la delicadeza del anarquista al valorar, tanto el libro en sí  como lo que supondría para su secretario, porque con ello evitó que la magnífica obra fuera quemada en la plaza pública como desgraciadamente ocurrió con tantos otros libros sagrados, imágenes, retablos e iglesias enteras.

Un mes llevaba don Jesús trabajando en las oficinas como secretario y protegido de Durruti. Mantenía buenas relaciones con todo el mundo, si bien, solo unos pocos conocían su condición de sacerdote, porque, a la premeditada persecución a los miembros de la Iglesia, por el sólo hecho de serlo,  se añadía que eran tenidos por colaboracionistas activos con el enemigo, con el Ejército nacional. A este respecto cuenta que un día se le presentó el Delegado General de Abastos para el interior de la Columna, un tal Pascual, con el que mantenía buena amistad, quien con gran prudencia y sigilo le pidió una autorización para registrar tres casas de Bujaraloz porque estaba seguro de que en una de ellas estaba escondido el cura de Candasnos, el cual junto a otros dos y desde un coche habían hecho señales a los nacionales indicando el cruce de carreteras.
No te empeñes Pascual, le dije, en ese coche no iba el cura de Candasnos. Él fue muerto en los primeros días de la guerra. –No se trata propiamente del cura de Candasnos, contestó, sino de uno que es hijo de Candasnos. Para más detalles te diré que es el de la Central de Teléfonos. Dame la autorización que te pido y dentro de un rato lo tendrás aquí.
-Mira Pascual, insistí. Ése que dices soy yo. Ya ves que no podía ir en ningún coche ni estoy escondido en ninguna casa de Bujaraloz . (Se podrá decir que no hizo ostentación de su condición de sacerdote, pero no que renegara de ello).
Cuando Durruti con algunos de sus hombres fue enviado a reforzar la defensa de Madrid, mosén Jesús continuó en la columna en el frente de Aragón y siguió disfrutando de la protección de los nuevos mandos. La muerte del jefe anarquista dejó a mosén Jesús en una difícil situación, pero a la postre sus temores sobre la pérdida de la protección de los nuevos mandatarios de la columna resultaron infundados y el cura de Aguinalíu siguió entre las filas anarquistas hasta el final de la contienda cuando las fuerzas anarquistas recularon hacia Fraga. Allí sufrieron un severo bombardeo y se vieron obligadas a cruzar el río Segre, situándose lo que quedaba de la 26 división en la localidad leridana de Artesa. Poco después retrocedieron hasta la población de Suria, lugar que fascinó a Jesús Arnal y donde pasó una temporada inolvidable, hasta que una de las mozas del pueblo, llamada Neus, se enamoró de él y a quien, sin descubrir nunca su verdadera identidad, tuvo que apagar las ilusiones para evitar falsas esperanzas y no traicionar su propia condición sacerdotal.

La desbandada final en la derrota militar llevó a lo que quedaba de la división hasta Puigcerdá y de allí a la frontera francesa. Mientras la mayoría de sus compañeros empezaba un exilio sin retorno, mosén Arnal decidió tramitar de inmediato su regreso a España. Su despedida de algunos amigos, sobre todo de su apreciado Ricardo Rionda "Rico", fue muy emotiva, pero el cura volvió a nuestro país por Irún, para ser conducido al campo de prisioneros de la Merced en Pamplona.

Allí tras los controles y  comprobaciones de rigor, verificaron que, en contra de cuanto se había dicho, no era un sacerdote desertor, que no había abandonado el sacerdocio y que no estaba imbuido por las ideas anarquistas; que más bien se consideró como un refugiado en las filas enemigas y nunca como un colaborador a su causa y que se aferró a dos principios en su vida: no traicionar sus convicciones y ser leal a quienes le daban protección. No se le pudo acusar de nada. Además los vecinos, tanto de Candasnos como de Aguinalíu informaron favorablemente, y también fue avalado por las nuevas autoridades de Candasnos y por distintas jerarquías del Movimiento, así que no encontraron motivos para condenarle ni por hechos políticos ni eclesiásticos. Le fue concedida la libertad y pudo reincorporarse a sus labores propias como cura ecónomo de Lascuarre  ̶ con las parroquias de Laguarres, Monte de Roda y Castigaleu a su cargo ̶ , cuya titularidad había quedado vacante.

Sin embargo su destino en parroquias de su amado Pirineo oscense, no le trajo a mosén Arnal la paz. Surgiría otro problema que supondría de nuevo un calvario para él, cuando, amparados en la cobertura que les daban las altas cumbres y las estribaciones de las montañas, aparecieron por su zona “los maquisards”, los maquis o guerrilleros que, tras su participación en la liberación de Francia de los nazis, creían que era el momento de derrocar al régimen del general Franco. Pensaban que iban a contar con el apoyo de De Gaulle y de las potencias aliadas. Esperaban que en España muchos se unirían a su causa y engrosarían sus filas. Nada de eso ocurrió. Los aliados no les prestaron la ayuda esperada y el pueblo español que estaba en su mayor parte hambriento, harto de guerras y aterrorizado por el posible renacimiento de la misma, tampoco. La presencia de los maquis en los pueblos ponía a sus habitantes en una dramática situación entre dos fuegos. Franco reaccionó enseguida y envió numerosas fuerzas militares que superaban en todo a las de los guerrilleros. Desde Francia los responsables de la llamada “Operación Reconquista” constataron el fracaso y cambiaron de estrategia. Se trataba de tranquilizar la frontera para facilitar el paso de los elementos clandestinos. Después de 1945 aún quedaron maquis en los Pirineos. En Ribagorza, y sobre todo en Sobrarbe, se reavivó su actividad con la vuelta de “Villacampa”[6] desde Francia en 1946. Su detención a principios de 1947 supuso el inicio del irreversible declive del movimiento guerrillero.

Durante los años que duraron las andanzas de los maquis, provocaron situaciones comprometidas y difíciles para los sacerdotes de la zona. ¿Qué hacer cuando llamaban a su puerta pidiendo pan  o abrigo? ¿Debían dárselo y exponerse a ser considerado “colaboracionista”? o, bien, ¿debían negárselo y no cumplir con sus deberes sacerdotales de caridad y amor al prójimo? Hubo de todo. Entre los que prestaron incondicional ayuda, podemos mencionar al  santero de hábito blanco de la ermita de Torreciudad, conocido como Padre Juan. Les acogía y daba alimentos con bastante asiduidad, de modo que, al decir de Sánchez Agustí[7],  la ermita era considerada como una de las tres bases que los maquis tenían en el Pirineo (las otras dos eran la casa Peralta y el pueblo de Juseu).

Otro ejemplo de las dudas que sobre su proceder atormentaban a los sacerdotes de la zona, lo protagonizó, precisamente el cura párroco de Juseu, quien, ̶ recordando actuaciones de los milicianos, anarquistas o guerrilleros pocos años atrás ̶ , cuando supo de su llegada, lleno de temor, intentó huir saltando por una ventana con tan mala fortuna que se torció un tobillo en la caída. Los propios maquis lo curaron y uno de ellos, Françesc Mestre Font, que era creyente e incluso llevaba consigo un rosario y libros religiosos, confraternizó con él. Al parecer, aquel párroco, sumido en un gran desconcierto, llegó a decir en un sermón posterior que “los guerrilleros no son bandidos como los presentan, sino hombres con mucha dignidad que merecen todo nuestro respeto”.

Mosén Arnal  tuvo algunos problemas por haber recibido la visita de varios maquis, acto sobre el que debió informar en los años siguientes en el expediente que se le incoó, afirmando en el mismo que los recibió “por deber cristiano”. Esto que, desde la óptica de los deberes sacerdotales, deberíamos comprender, no deja de producir cierto desasosiego al recordar los objetivos que tenían aquéllos que llamaban a su puerta, los mismos, al menos ideológicamente, que tanto dolor habían causado en toda España no hacía tanto tiempo; todo ello con el agravante que suponía el desempeño de funciones que, durante la guerra, había realizado mosén en las filas anarquistas. De modo que estas visitas supusieron un nuevo sufrimiento para mosén Arnal por la lógica desconfianza que despertó en su Obispo, quien siempre le consideró como un cura rojo que no le merecía confianza , así que lo mantuvo bajo vigilancia, trasladándole cada poco de parroquia hasta que se acabó el asunto del maquis en los Pirineos en cuyo momento le envió a Ballobar, donde estuvo, ya sin problemas, desde 1947 hasta 1971 en que falleció.

No obstante, en este último periodo, a mosén Arnal el destino le va a proporcionar, evidentemente, un resarcimiento de dolores pasados y, desde luego, una gran satisfacción, ya que pudo devolver el favor de cierta protección a su amigo Timoteo Callén[8]. Éste que fue encarcelado en Huesca al finalizar la guerra, solicitó ayuda a su antiguo recomendado, el cual informó favorablemente en el expediente en que aquél estaba incurso. Afirmó categóricamente, que únicamente a él, a Callén, se debía que no hubiera habido derramamiento de sangre en el Candasnos republicano. Realizó cuantas gestiones pudo a favor de Timoteo, de modo que con su aval personal (lo que demuestra que don Jesús estaba bien considerado en ambientes políticos, sociales y eclesiásticos), y pecuniario, consiguió que su amigo de la infancia y benefactor en tiempos difíciles, fuera puesto en libertad.

Este hecho nos induce a una reflexión sobre los comentarios que algunos sectores hacen acerca de la justicia de los tribunales de Franco y sobre las próximas beatificaciones de mártires. Se levantan cada vez mayor número de voces criticando, más o menos veladamente, las próximas beatificaciones de aquellos que durante la guerra civil murieron por odio a la fe. En su sectarismo llegan a ponerlo en plan de igualdad con los que fueron ejecutados tras sentencia de los tribunales de los gobiernos del general Franco. Falaz analogía. Olvidan, alevosamente, que los beatificados lo son por haber sido sañudamente perseguidos por montes y quebradas como si de alimañas se tratase, por la simple razón de ser miembros de la Iglesia, ya fueran ministros o humildes fieles, a los que, sin otorgarles ningún medio de defensa, asesinaron en cunetas o tiraron al mar, pantanos o ríos.

Por el contrario, los que protestan  por el reconocimiento a sus méritos y pretenden la equiparación con los ajusticiados, no quieren admitir que, en su mayoría, éstos lo fueron por haber sido los ejecutores de aquellos inocentes y no solo “por haber pertenecido a un sindicato de izquierdas”[9]. El caso del anarquista Timoteo Callén lo desmiente. Miembro destacado de la FAI, Jefe de comité de la CNT, una vez juzgado, se paseó por España libremente durante 21 años, hasta su fallecimiento en Bellver de Cinca en 1967.

Quienes fueron castigados a la última pena, lo fueron en juicio con defensa, al contrario  de lo ocurrido con sus víctimas. En este caso resulta paradigmático lo sucedido con Sebastián Fernando Macarro Castillo de alias, Marcos Ana. Éste, que había sido condenado a muerte,  no por pertenecer a un sindicato, sino por el asesinato a sangre fría de cuatro personas: Marcial Plaza Delgado y su padre D. José, Amadeo Martín Acuña y Agustín Rosado, Franco le conmutó la pena por 30 años de cárcel en razón de sus pocos años cuando cometió sus fechorías.  Ya en la cárcel de Porlier en Madrid, escribió un libro de poemas bajo el nombre de Marcos Ana, que entusiasmó a Alberti y demás intelectuales progres, los cuales movieron sus hilos  ̶ masonería incluida ̶  hasta conseguir que fuera incorporado a la medida de gracia del Gobierno de Franco según la cual las personas que llevaran más de veinte años ininterrumpidos en prisión serían excarceladas. De este modo, Marcos Ana, único condenado por cuatro asesinatos probados, fue liberado el 17 de noviembre de 1961 sin cumplir íntegramente la pena que le había sido impuesta. A partir de entonces desarrolló una vida casi como héroe social, dando charlas, conferencias y, lo que considero inexplicable: que le concedan premios, honores y homenajes por parte de muchos de aquellos que se los quieren negar a sus víctimas.


[1] “Por qué fui secretario de Durruti”, publicado en Tárrega en 1972, cuyo  testimonio se sigue en este artículo.
[2] JOSÉ MONCASI SANGENIS, Abogado natural de Zaragoza y Diputado a Cortes por Huesca. Se encontraba de vacaciones con su mujer e hijos en Boltaña, donde fueron a buscarle. Le asesinaron en Barbastro el 29 de julio de 1936.
[3] Los secretarios tenían una responsabilidad considerable .Eran, a menudo, elegidos, más que por su dedicación política, porque sabían leer y escribir. En una colectividad del alto Aragón, el secretario era un estudiante universitario, hijo de una familia importante de la  zona, don Vicente de Piniés, ex ministro de la monarquía. El estudiante-secretario, era don Jaime de Piniés, que más tarde se alistó en el ejército republicano, atravesó las líneas en pleno combate y llegó a ser embajador con Franco. (de “La Guerra Civil Española”, T 2 pg.606, por Hugh Thomas).
[4] Martin Ibarra Benlloch:” La persecución religiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941)”: En la nota 451 hace mención a un informe sobre la persecución religiosa en Lasguarres,  en la que se manifiesta que un tal Jesús Barrau había llevado a cabo actuaciones muy violentas, que era el terror de esos pueblos y, sobre todo era autor de numerosos robos en beneficio propio, lo que debió disgustar tanto a los de la Comarcal de Graus, que éstos decidieron fusilarle, llevando a cabo esta acción “los de Investigación de Graus”.
En nota 471 se hace también mención a la importante destrucción del patrimonio religioso y artístico de la villa de Graus.
[5] Insiste en ello, porque, para cuando escribió sus Memorias, circulaba la afirmación de que Durruti había ordenado quemar los vagones con las mujeres dentro de los vagones precintados.
[6] Joaquín Arasanz Raso, “Villacampa”, el más famoso de los maquis altoaragoneses, nació en 1917 en la pequeña aldea de La Pardina, perteneciente a la localidad de Castejón de Sobrarbe. Luchó en varios frentes y con la 43 División, a cuyo mando estaba el mayor de Milicias Antonio Beltrán Casaña, L´Esquinazau, pasó a Francia en febrero de 1939 donde participó activamente junto a otros guerrilleros españoles en la Resistencia contra los ocupantes nazis. Con la guerra ya decidida a favor de los aliados, "Villacampa" formó parte de los grupos de maquis que en el otoño de 1944 entraron en España a través de los Pirineos con la intención de derrocar al régimen del general Franco. Su agrupación instaló un transmisor en la Central Eléctrica de Huerta de Vero que le permitía comunicarse con Francia. El 20 de enero de 1947 la Guardia Civil atacó la instalación. Joaquín Arasanz Raso fue herido y capturado junto con Francisco Villarier Amorós, José Cabero y dos mujeres. En el enfrentamiento murieron los guerrilleros José Martínez Ruiz y José Bosch. Villacampa fue llevado ante un consejo de guerra celebrado el 18 de febrero de 1948. En el juicio fue condenado a muerte, pena conmutada más tarde por treinta años de prisión que no cumplió en su totalidad.
[8] Candasnos perteneció al monasterio de Sijena  pero Callén no dio importancia a la destrucción del magnífico monasterio, aquélla que sin embargo horrorizó al mismo Durruti. Ni al “traslado” forzoso del párroco de Bujaraloz al que asesinaron en el monte del pueblo el día 17 de septiembre de 1936.
[9] EL PAÍS| 23 de abril de 2013. Juan Rubio Fernández, director del semanario Vida Nueva.

Valentina Orte

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: Henri Danju, vuelo hacia la fama: Badajoz, 1936

Henri Danjou

En nuestra constante búsqueda de la verdad siguen sumándose nombres a la lista de los periodistas, fotógrafos y camarógrafos que escribieron sobre Badajoz en aquel caluroso verano de 1936. De algunos ya hicimos mención en el libro La Matanza de Badajoz ante los Muros de la propaganda(Madrid: Libros Libres, 2010), del que este humilde servidor es co-autor junto a mis amigos Francisco Pilo y Fernando de la Iglesia, a otros los vamos conociendo por las entradas que tan generosamente tiene a bien en publicarme Tradición digital.

Hemos seguido investigando y al realizar una nueva búsqueda aparecían referencias a un corresponsal del prestigioso diario parisino Paris-Soir informando sobre el sitio y toma de la ciudad de Badajoz el 14 de Agosto de 1936.

¿Quién era ese corresponsal? y ¿qué escribió sobre Badajoz? Este era un nuevo reto que me plantee descifrar. Para ello me armé de paciencia y realicé las oportunas consultas en la Biblioteca Nacional de Francia con la que siempre estaré en deuda no solo por esta nueva investigación sino por la amabilidad y cordialidad con la que han acogido cada una de mis pesadas pesquisas.

Un hombre de leyenda


Henri Danjou, realmente llamado Joseph Marina Faure, había nacido en Lyon el 7 de Febrero de 1897. Después de haber hechos estudios de ingeniería y obtenido el diploma en la Escuela de Ingeniería Católica de Lyon dedicara toda sus esfuerzos a desarrollar su gran pasión el periodismo. Acabada la Primera Guerra Mundial entra como corresponsal en el Paris a Bonsoir para después colaborar con el l'Œuvre, el l'Homme libre, o el Quotidien hasta que en 1929 entra a formar parte de la plantilla del gran periódico parisino Paris-Soir. Podemos encuadrar a Henri Danjou dentro de la escuela de Albert Londres como un periodista social que antes había sido detective y estaba muy interesado en denunciar las miserias de los bajos fondos de la gran urbe parisina.

El 4 Abril de 1929, publicará en la revista Detective, creada originalmente por Gaston Gallimard, con los hermanos Kessel, uno de sus mejores artículos “Un à la Petite Roquette tour” , un reportaje sobre un orfanato que el autor no duda en calificar de «purgatoire des enfants maudits» .En 1932 escribiría un libro impresionante sobre las malas condiciones en la que se encontraban los orfanatos franceses titulado “Enfants du malheur!”. En 1935 un artículo suyo volvería a levantar ampollas en la sociedad francesa "Gribouille stérilisé" .Trataba sobre la castración de determinados individuos “incómodos” para la sociedad gala.

Durante la ocupación alemana de Francia se ocultó en la Vaison-La-Romaine en el sudeste francés .Gran observador y aventurero audaz no dudó en ponerse en situaciones peligrosas para cumplir con su misión de informar sobre temas de actualidad.

Con su pluma cubrió los acontecimientos más importantes de la década de los treinta y cuarenta del siglo pasado. Amen de cubrir la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, estuvo presente en la Guerra soviético-finlandesa de 1939-1940 .Fue el único periodista francés presente en el Datzing en el momento de la agresión de Hitler o en los juicios de Nuremberg. Fue redactor de Quotidien y France-Soir y escribió guiones para cine (La jaula de las niñas,1949 y Rayas Vivir, 1952) .También fue nombrado Caballero de la Legión de Honor francesa.

El 10 de Enero de 1954 ingresaba en el hospital de Saint-Louis de Paris para una intervención benigna que se complicó. Entró en coma y durante la tarde de ese día la luz de su espíritu aventurero vaciló y se apagó definitivamente
"La Prensa", Santa Cruz de Tenerife, 26-agosto-1936: Toma de Badajoz

Henri Danjou relata con detalle la toma de la ciudad de Badajoz


Una vez iniciada la Guerra Civil el Paris-Soir enviaría a España a más de treinta corresponsales que cubrirían el conflicto desde Pamplona a Gibraltar. Badajoz es un "hot spot" (punto caliente) y desde luego el Paris Soir no va a ir a la zaga de otros periódicos franceses por lo que Badajoz-Agosto de 1936- ocupara la cabecera de sus paginas

Nuestro hombre había estado primeramente destinado en Burgos al iniciarse el levantamiento y en el frente de San Sebastián. El 20 de Julio de 1936 enviaría su primer telegrama sobre la Guerra Civil desde la villa de Hendaya. Entre sus logros podemos mencionar la entrevista que realizó al general Mola (publicada el 12/08/2013) siendo probablemente el primer periodista en mencionar la presencia de militares alemanes e italianos en el campo rebelde en un artículo titulado “Les armées du General Franco ontelles été ravitaillées par les navires et les sous-marins allemands”. En otros de sus reportages haría mención al asalto de Mérida por los legionarios y la ejecución de sus defensores y entre los ejecutados destaca Anita López, “el alma de Comité”. Realmente no existió ninguna Anita López en la defensa de Mérida. Se trataba realmente de Gloria Mira Angulo, farmacéutica de Mérida también conocida como “la Pasionaria de Mérida o La bolindra”, que fue fusilada el 11 de Agosto de 1936.

Centrándonos en los días de Agosto de 1936 las noticias sobre la guerra de España aparecen en la cabecera y la página tres de cada ejemplar del Paris-Soir de esos días .Así el Sábado 15 de Agosto, el Paris-Soir ocupa su portada con titulares sobre Badajoz .En la página tres hay tres sueltos sobre Badajoz no firmados y enviados desde Lisboa.

El Domingo 16 de Agosto en portada, hay titulares sobre Badajoz y Mérida. En la página 3, hay dos sueltos, no firmados, enviados desde Elvas y dos desde Lisboa. El primero de los enviados desde Elvas, se titula "Exécutions en masse à Badajoz", y su primera frase es "De l'envoyé spécial de l'Agence Havas" que no es otro que Marcel Dany. Para terminar, en la página 10 del periódico Paris-Soir del 25 de Agosto de 1936 está cubierta de fotografías en las que destacan las tres correspondientes a Mérida.

El Lunes 17 de Agosto en portada, hay varios titulares sobre Badajoz y una mención especial que indica "sigue en la página tres el dramático relato de nuestro enviado especial Henri DANJOU"
El artículo mencionado se titula: "Badajoz n'est plus qu'un amas de ruines" o sea “Badajoz no es más que un montón de ruinas” y comienza: Pampelune 16 août. (porté par courrier à la frontière de St Jean-Pied-de-Port). Al igual que hiciera Harold Cardozo, uno de los periodistas que entró en Badajoz en Agosto de 1936, este articulo esta enviado desde Pamplona por correo a la frontera francesa. El 26 de Agosto saldría publicado en el periódico La Prensa .En su primera página hay una trascripción del mismo que nos ha servido de ayuda pero que hemos tenido que poner en contradicción con el artículo original pues el traductor se otorgó algunas licencias como por ejemplo traducir “extremista por republicano” o mutilar parte del texto original. Aquí se expondrá el texto traducido del original sin poner ni quitar una coma.

El artículo es muy interesante pues proporciona detalles que no se encuentran en otros reportajes aunque como podremos observar comete los mismos errores que los corresponsales que cubrieron la toma de la Badajoz desde el Elvas y el puesto fronterizo de Caia (Apresamiento del Tte.Coronel Puigdengolas, Fuerte de San Cristóbal en poder los rojos…). Pasemos a ver que expresa Henry Danjou :
La toma de Badajoz ha coincidido con una circunstancia única en la historia de las Guerras Modernas. Fue visible desde la frontera portuguesa como un drama lo es desde una sala de teatro. Caia, punto extremo de la frontera portuguesa en dirección a Badajoz, está situado a pocos kilómetros de la famosa ciudadela fortificada y la propia Badajoz es visible desde el horizonte como lo es Pamplona. Es una ciudad fortificada desde los tiempos de Carlos III, y está rodeada de un cinturón de murallas que desde hace tiempo le han dado fama de ser inexpugnables. Desde el lugar fronterizo de Caia se divisa perfectamente Badajoz y también se le descubre con gran precisión desde lo alto de los muros de la pintoresca villa de Elvas que esta también muy cerca.
Los periodistas prevenidos de la inminencia del ataque a Badajoz se habían agrupado en el puesto aduanero de Caia. Los portugueses curiosos se disputaban un lugar sobre los muros de Elvas desde donde se veía perfectamente los efectos de los bombardeos.
Sabíamos desde la tarde del 12 que las fuerzas del Tercio iban a atacar Badajoz. Un pequeño suceso revelaba que el sitio sería inminente. Durante la noche del 12 de Agosto el comandante de las fuerzas de la Guardia de Asalto Benito Ávila paso por el rio Guadiana que es una rio fronterizo y vino a pedir asilo a los aduaneros portugueses .Él iba acompañado de cuatro sargentos.
-Badajoz, dijo, está en manos del populacho en armas. Ya han matado a varios oficiales Ya no hay más salvación que la huida.
La preparacion del ataque
La noche no dejo de ser inquietante. Las mujeres con sus hijos y ancianos pasaban el rio. Llevaban consigo paquetes con ropas y algunos muebles. Un hombre transportaba un colchón
A las nueve de la mañana un trimotor del ejército de Franco apareció y lanzó las primeras diecinueve bombas en dirección a los cuarteles. Luego, desapareció. Unos segundos trimotor lo reemplazó. Este terminó de destruir el cuartel de la Trinidad en el cruce de la carretera de Sevilla y de Madrid. Dispersó varios convoyes de avituallamiento, lo que según se pudo ver, fueron abandonados a toda prisa por sus conductores.
El bombardeo era intenso. La gente huía. Una muchedumbre asustada deambulaba a lo largo de las murallas, en procesión, en dirección a la carretera de Portugal
Se les interrogó cuando llegaron a la frontera
- ¿Ha habido muchas víctimas?
- Muchas
Algunos portugueses reconocieron a varias personalidades de Badajoz: El Alcalde Alfonso López que iba con su hijo .Manuel Soria y Ramón Romero, dos concejales municipales y el secretario del Gobernador Civil, un republicano militante al que parece que los rojos prepararon la huida para librarlo de las iras de los vencedores [Realmente se trataba del Alcalde Fuente del Maestre y los concejales de Mérida]
Hubo una tregua desde el mediodía hasta las 15 horas. Los aviones no bombardearon y los cañones estaban en silencio.
Era como si los bombarderos de Franco permitieran la evacuación de los ancianos, mujeres y niños, evacuación que continuo y se precipitó hacia la frontera. En realidad, las primeras fuerzas del tercio habían entrado a la una y media por las brechas que los obuses habían abierto en las murallas fortificadas.
La batalla no había acabado. A las 16 horas se combinaron los ataques de aviación y artillería .Era como un enorme ruido de tormenta. La artillería concentro sus disparos sobre Dalavera [realmente Talavera la Real], Lobón y Serrogordo [Cerro Gordo], sobre el camino de las fuerzas asaltantes y atacó el fuerte de San Cristóbal, donde aún resistían algunos cañones de los rojos. Siguió abriendo brechas en las fortificaciones de Badajoz de las que se desprendían columnas de humo y piedras.
Los cuarteles y el obispado destruidos
El cañón rugió y las bombas estallaron sin interrupción. Después desde las 17.30 hasta la noche los aviones que vinieron a volar sobre Badajoz dirigieron los disparos de la artillería .Uno por uno, visiblemente los cuarteles en donde se batían las últimas tropas rojas, se convirtieron en montones de escombros
Un mensaje llegado de la frontera señaló que el Palacio del Obispo, donde los republicanos habían instalado su cuartel general había sido destruido.
Durante la noche un coche, con emisarios rojos, donde destacaban los fusiles, se detuvo en el puesto fronterizo. Engañados por la bandera republicana que los carabineros había plantado deliberadamente en su cuartel, se les pidió que regresaran con ellos a Badajoz para oponerse a las fuerzas del tercio.
Los carabineros los hicieron prisioneros y se apoderaron de una ametralladora y los fusiles que los milicianos llevaban consigo. Ellos entonces izaron enseguida la bandera roja y amarrilla que significaba su adhesión al ejército blanco [Nacional].
El Tercio entra en la población
Hacia la una empiezan a circular rumores de toda índole, las tropas rojas se dice que han arrojado gasolina a la prisión para incendiarla y quemar vivos en ella a los blancos [nacionales] que desde hace veinticinco días, están presos en ella con rehenes. A eso hay que añadir que la población se ha sublevado contra los comunistas y quiere obligarlos a rendirse.
Llegó la noche, Badajoz permaneció a obscuras, la electricidad había sido cortada, ninguna luz se veía. A las 10 y media se hizo un gran silencio como si el cañón hubiera perdido la voz .El gobierno rojo de Badajoz entraba en su agonía, pocas horas más tarde había dejado de existir.
Badajoz, de hecho, había sido tomada, más tarde lo supimos, según una técnica completamente moderna. Cuatro tanques blindados se habían arriesgado a entrar en la ciudad, seguidos de columna motorizada .Recorrieron en todos los sentidos la ciudad y dirigieron el tiro de la artillería. Un último bombardeo completo su atrevido asalto. A la caída de la noche, las Fuerzas del Tercio pudieron desfilar dentro de Badajoz .Iban tropezando con los cadáveres .Había varios centenares de éstos, a los que se dio apresuradamente sepultura.
La bandera de la nueva España flameaba sobre la que quedó de las murallas. La parte de la población que había deseado de corazón el triunfo de los blancos [nacionales] si haberse atrevido a decirlo hasta entonces, aplaudía ahora a las columnas de Ascension [realmente Asensio], Castejón y Yagüe que llevan los nombres de los jefes vencedores.
Varios tanques, numerosos automóviles blindados, muchísimas cajas de obuses, se cuentan entre el importante botín de la jornada. El teniente coronel Puigdengola que dirigió la defensa de la plaza fue apresado.
La toma de Badajoz significa el fin de la presencia de las fuerzas de Madrid en la frontera de Portugal. A partir de ahora, las tropas de Mola y de Franco ocupan todas las regiones vecinas de España y Portugal, lo que asegura a su ejército una constante comunicación con Andalucía.
El telegrama que envió el General Franco al General Mola para anunciar la toma de Badajoz es breve como todas los partes que comunican una victoria:
“Hoy a las 13 y 30 horas es ocupado Badajoz por numerosas fuerzas del Tercio, se persiguió al enemigo causándole muchas bajas y haciendo numerosos prisioneros”

Henri Danju entrevista a René Brut en Tanger y fin de la Guerra Civil


Un dato poco conocido y que ha dado lugar a muchas confusiones es el artículo publicado en La Voz y en El Socialista el 17/09/1936 donde sale una entrevista al famoso cameraman francés René Brut, titulado: “Lo que vio en la plaza de toros de Almendralejo un Cameraman Francés”. Ese artículo publicado en los rotativos españoles antes mencionados no es más que la traducción de la entrevista que René Brut concedió a Henri Danju en Tánger y que fue publicada en el Paris-Soir el 16 de Septiembre de 1936 en la página tres. Un estudio más completo de este reportaje y su verdadera contextualización puede verse en el trabajo conjunto que hicimos el gran historiador Antonio Manuel Barragán Lancharro y el que suscribe para las II jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros bajo el título: IMÁGENES DE LA GUERRA CIVIL EN EXTREMADURA: LOS FOTOGRAMAS DE LA PELÍCULA RODADA POR RENÉ BRUT EN ALMENDRALEJO EN AGOSTO DE 1936

Henri Danjou siguió escribiendo sobre la Guerra Civil pero el hecho de no mostrar demasiadas simpatías por el bando rebelde y para rematar que entrevistara a los mineros asturianos, lo puso en la picota ante la Oficina de Prensa con sede en Sevilla hasta el punto que “si se atrevía ir a Sevilla seria inmediatamente arrestado”. Así que encamino sus pasos hacia el suelo controlado por el Frente Popular. En las postrimerías de la Guerra Civil escribiría bajo el título “400 Velásquez, Murillo, Goya, menacés par les bombardements traversasent la France “(4 de febrero de 1939 Paris Soir) la salida de España estas obras de arte que pasarían por suelo francés.

Un par de aclaraciones


He de manifestar que pese a lo que digan algunos literatos: “Los corresponsales del Paris-Soir, New York Herald, Le Temps encuentran cadáveres en el atrio de la catedral y al pie del altar” (Elena Poniatowska –Tinisima- 1992) demostramos que al menos Henri Danjou en ningún momento de su reportaje cita este pasaje que hay que atribuir a la imaginación de la autora.

También hay que poner en su debido lugar al” historiador “Rafael Tenorio que tuvo el atrevimiento de exponer en un trabajo pseudo-histórico que Henri Danju vio como “Las fuerzas del Tercio hacían blanco sobre los cadáveres. Había varios centenares, a los cuales se empezaba ya a dar sepultura”. Cuando la traducción correcta es “A la caída de la noche, las Fuerzas del Tercio pudieron desfilar dentro de Badajoz. Iban tropezando con los cadáveres. Había varios centenares de éstos, a los que se dio apresuradamente sepultura”. Solo puede entenderse esa licencia en un contexto de historiador militante con ganas de meter morbo a una historia cargada de mitología.

Para terminar, la página 10 del periódico Paris-Soir del 25 de Agosto de 1936 está cubierta de fotografías. Destacan las tres correspondientes a Mérida.



Fuentes consultadas


Paris Soir 12,13,14,15,16 y 17 de Agosto de 1936 ;Dimanche Soir de 12 Enero de 1954 páginas 1 y 3; Daily Mail” de 17 Agosto de 1936, página 12; Revista Detective de 4 de Abril de 1929 ; Voilà 6 de Abril de 1935 ; La Revolution et la Gurre d´Espagne ,Edition de Minuit por Pierre Broué y ‎Émile Témime,1961, página 165; Le Cas 'Paris-Soir' por Raymond Barrillon ,1959, Página 192; La Crise espagnole de 1936: vue par la presse française, David Wingeate Pike , 1966 ,página 102; Tinisima ,Elena Poniatowska ,1992; Espagne 1936 .Correspondants de guerre: L´ultime dépéche, Pierre Marques Posty ,2008,página ; France-illustration: Le Monde Illustré - Números 406-411 ,1954 ,página 110; Las Matanzas de Badajoz, Rafael Tenorio ,Tiempo de Historia nº 56, julio 1979; Grands reportages ,Jérôme Tharaud, ‎Abel Doysié, ‎Jean Tharaud ,1945, página 338; IMÁGENES DE LA GUERRA CIVIL EN EXTREMADURA: LOS FOTOGRAMAS DE LA PELÍCULA RODADA POR RENÉ BRUT EN ALMENDRALEJO EN AGOSTO DE 1936, Antonio Manuel Barragan Lancharro y Moisés Domínguez Núñez http://www.ignaciodarnaude.com/textos_diversos/Guerra%20Civil,Extremadura,Imagenes.pdf. Y http://prisons-cherche-midi-mauzac.com/des-prisons/les-enfants-maudits-de-la-petite-roquette-un-reportage-dhenri-danjou-1929-11710

Moisés Domínguez Núñez


lunes, 7 de octubre de 2013

Dimas Madariaga, diputado y secretario de las Cortes, entre los caídos del Valle

Uno de los motivos de existencia de nuestra asociación, si no el más importante, si uno de los más importantes, se centra desde el comienzo de nuestra andadura en el estudio serio y riguroso de cuál fue el protocolo de los enterramientos de caídos en el Valle, y por extensión, como fueron las exhumaciones previas en fosas y cementerios parroquiales de toda España antes de los traslados de los caídos de ambos bandos a Cuelgamuros.

Fruto de estos estudios y de un sinfín de horas en archivos, bibliotecas y hemerotecas, así como las entrevistas con más de 100 protagonistas directos de la construcción del monumento, encontramos historias verdaderamente interesantes y que arrojan verdad y conocimiento  acerca de lo que tristemente supuso para España el conflicto civil que motivó la existencia del Valle de los Caídos.
De hecho, y examinando los  ingresos de restos de caídos procedentes de la provincia de Ávila de 1959, encontramos la historia de dos personas, asesinadas en Julio de 1936 en el municipio abulense de Piedralaves en el corazón del Valle del Tiétar. Nos referimos a los caídos Francisco Cela Cela y Dimas Madariaga Almendros.

Francisco Cela Cela era un joven falangista natural de Franquean, provincia de Lugo, amigo personal de José Antonio Primo de Rivera. Sus principios nacional sindicalistas, y su amistad con el fundador de la Falange fueron motivos suficientes para que un grupo de milicianos le arrancara la vida a tiros. Era el 29 de julio de 1936. Tenía 22 años.

Dos días antes, este mismo grupo de 12 milicianos, llegados días antes desde Toledo, y a los que se habían unido dos comunistas vecinos de Piedralaves, asesinaron a sangre fría a Dimas Madariaga Almendros, natural de Corral de Almaguer (Toledo), primer vicepresidente de la CEDA, diputado por Toledo desde las elecciones de 1931, siendo reelegido en 1933 y en 1936, año en el que además fue nombrado Secretario de las Cortes, cargo que ostentaba a su muerte.

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Dimas Madariaga, político ampliamente reconocido por su elocuencia y habilidad para la oratoria, además de por ser hombre de profundas convicciones religiosas, pasaba unos días de vacaciones junto a su familia en casa de unos amigos en Piedralaves, quizá prudentemente apartado de los tristes acontecimientos que se vivían en Madrid en aquellos días previos al alzamiento.

Un comunista de Piedralaves llamado Crescencio Sánchez Carrasco, enterado de la presencia en el pueblo del diputado, dio información de su paradero al grupo de milicianos que habían llegado desde Toledo el 27 de Julio para “mantener el orden” en la localidad.

El diputado de la CEDA, sabiéndose delatado, salió de su casa adentrándose en el monte unos 3 kilómetros entre pinares, con la esperanza de dar esquinazo a los milicianos que eran guiados por Crescencio Sánchez, buen conocedor del terreno.

Finalmente Dimas Madariaga fue apresado. El relato de su captura se lo debemos al entonces cura párroco de Piedralaves, quien lo dejó escrito en la “Historia de la Cruzada Española” y de donde fue recogido por D. Ángel David Martín Rubio para su blog “desde mi campanario”.

“Los milicianos siguieron su rastro como el de una res en una cacería y al fin le encontraron. Dimas Madariaga se encaró con ellos valerosamente:
— ¡Tú eres Madariaga!
— ¡Diputado fascista y católico!, exclamó uno.
— Soy de los que nunca niegan al Divino Maestro, respondió el diputado a sus verdugos.
Y cayó en el momento atravesado por una descarga”
Los restos del malogrado diputado de la CEDA y los del joven falangista asesinado 2 días más tarde, compartieron fosa común en el Cementerio Parroquial de Piedralaves hasta el día 5 de mayo de 1959, momento en el que fueron exhumados y trasladados por sus familias al Valle de los Caídos, donde reposan desde ese día en los columbarios 2102 y 2013 del piso 3º de la Cripta Derecha (Capilla del Sepulcro).

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Fichas de enterramiento en el Valle de los Caídos de Dimas Madariaga y Francisco Cela























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Noticia sobre el traslado de los restos de los dos caídos (ABC 05/05/1959)

En cuanto a los milicianos cabe destacar que los diarios ABC y La Vanguardia Española daban cuenta de la detención el día 19 de abril de 1939 de “los autores del asesinato del diputado D. Dimas Madariaga, en un grupo de 10 ó 12 individuos”. Uno de los detenidos era el abulense Crescencio Sánchez Carrasco.

Sánchez Carrasco fue condenado a 18 años de prisión al entenderse que su responsabilidad “tan sólo” se limitaba a la de “colaboración necesaria” en el asesinato. El abulense pasó poco menos de tres años en la madrileña prisión de Yeserías, y fue en 1943 uno de los primeros trabajadores penados del Valle de los Caídos, preso común y no político, como apresuradamente alguien podría deducir.
Quedó libre a finales de 1945 cumpliendo por tanto tan sólo, un tercio de su condena.
Nada más quedar libre y según parece muy poco reintegrado y arrepentido, se incorporó a la 14ª división de la Agrupación Guerrillera de Extremadura (maquis). A finales de enero de 1946, Crescencio al que apodaban “Valle”, robó en compañía de otros un polvorín que se encontraba en las proximidades del municipio toledano de “Los Navalucillos” hiriendo mortalmente a quien lo vigilaba. El botín constaba de varias cajas de dinamita y de fulminantes con los que perseguían hacer bombas de mano.
El 16 de octubre de 1946 sabiéndose perseguido, intentó huir camino de Francia, previo paso por Madrid, donde fue interceptado por la policía en el tren que lo transportaba. Fue detenido en compañía de Timoteo Jurado alias “medianoche” y Eugenio Gómez alias “motorista”. Crescencio Sánchez “Valle”, terminó confesando sus delitos y delatando al resto de su partida.