miércoles, 24 de julio de 2013

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: 75 Aniversario: la verdadera "columna de la muerte"

Cuando vemos los nombres en las interminables y anónimas listas de represaliados a veces no nos damos cuanta que tras ese número había una persona con padres, hijos, esposo... Gracias a esta investigación y a través de estas fotografías vamos a poder poner nombre y apellidos a dos inocentes vilmente asesinados.

En la abundante bibliografía publicada últimamente sobre la Guerra Civil en Extremadura hay sucesos que pasan “desapercibidos” para ciertos historiadores e investigadores. Hoy haremos mención a un pueblo al que me ligan lazos sentimentales y familiares (mi madre Pepi Nuñez Mures y abuela Carmen Mures Rosa eran naturales de Don Benito). En este pequeño trabajo traeremos a colación unos luctuosos hechos ocurridos en este pueblo en Julio de 1938 y que por su dureza y crueldad marcarán la realidad de lo que fue la Guerra Civil en Extremadura. Ya está bien que desde ciertos sectores de la izquierda se atribuya éstos y otros asesinatos de pobres inocentes a los siempre inidentificables “incontrolados”.

Corría el 23 de Julio de 1938 y Don Benito (Badajoz) estaba a punto de caer en manos de la 21 División al mando del coronel Eduardo Cañizares. La caída de la bolsa de la Serena era inminente y la desbandada frentepopulista era generalizada. En la huida, los miembros del Ejército Popular cometerán uno de los actos más viles de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz.

Entre el 17 de Junio y el 23 de Junio de 1938 en esta población pacense de Badajoz se va a detener a 56 hombres y 15 mujeres, madres e hijas de huidos a zona nacional, ancianos votantes de Acción Popular, hasta un niño recién nacido fue arrancado de los brazos de su madre y conducido a Almadén. En fin, gente indefensa a la que la Guerra solo había traído desgracias.

La Guerra por las tierras de La Serena toca a su fin y empieza el éxodo de la población civil y de los militares que huyen a las tierras cercanas de Ciudad Real. Un hecho cruel e inútil marcará la evacuación de Don Benito. Los milicianos necesitan escudos humanos para cubrir su retirada y sacan de las cárceles (una era de mujeres) a unos 70 prisioneros, luego de apartar a “las seis mujeres más guapas” emprenden la marcha. Los supervivientes dieron más tarde fe de la premeditación de los sucesos llevados a cabo por miembros de las unidades militares en retirada con sus mandos al frente:
Refieren estos siete hombres y una mujer que se han salvado que oyeron perfectamente la conversación sostenida entre un teniente rojo y el sargento que mandaba los milicianos que los llevaban presos.
El teniente dijo al sicario: —Hoy va a haber abundante carne. Apuntad bien. —No tenga cuidado, que no se escapará ninguno, contestó el sargento. [Diario de Huelva (Huelva) (6 de agosto de 1938)].
Una cuerda de presos atados de dos en dos y compuesta por mujeres, ancianos y niños vaga por la carretera de Don Benito a La Haba escoltados por los milicianos. El calor y la caminata hacen mella en los presos que no pueden seguir el ritmo de los milicianos y éstos no pueden llevar “rémoras” que entorpezcan su cobarde huida. El ejército nacional les va pisando los talones. Entre toda clase de vejámenes a eso de las ocho de la tarde, empiezan a asesinar a los más débiles en el tristemente conocido puente de La Haba.

Francisco Núñez Trejo temiendo ser descubierto y capturado por los moros, que seguro que le hubiesen “rebanado el pescuezo” al comprobar que era Guardia de Asalto de la República, emprende la huida hacia Campanario el 24 de Julio. Entonces se le queda grabado uno de los momentos mas tristes de la Guerra pues al pasar por el puente de La Haba, encuentra algunos de estos cuerpos mutilados de vecinos de Don Benito que él conocía por la actividad de su suegro. Aquella visión goyesca de los desastres de la guerra, la recordará toda su vida. Los asesinatos continúan a lo largo del camino en un lugar conocido por “los Molinos” del termino Municipal de Campanario junto a la rivera del río Guadalefra, para terminar esta auténtica “Columna de la Muerte” en el lugar en que fueron ametrallados, cayendo muertos buena parte de ellos. El resto de detenidos, muchachas en su mayoría, prosiguió su viaje hasta llegar a Puebla de Alcocer.

Una de las supervivientes, Isabel Cidoncha, dejó el siguiente testimonio:
Estaba en la cárcel de Don Benito con otras tres mujeres y bastantes hombres. Cuando vieron que iban a quedar en una ratonera, los dirigentes organizaron la evacuación de los detenidos.
A las dos de la tarde, después de habernos atado por parejas salimos camino hacia Magacela.
Hacía un calor insoportable. Carretera adelante salimos 50 hombres y 21 mujeres.
Nosotras éramos casi todas jóvenes. Sólo había seis mayores.
Como el calor era tanto, a los nueve kilómetros, el primer grupo de desfallecidas se negó a andar. De la escolta que llevábamos se quedó una pareja con ellas.
Eran cinco. Nos dijeron que esas iban a descansar allí y que luego continuarían, pero al poco tiempo oímos una descarga y los milicianos que se habían quedado con ellas regresaron montados en sus caballos para incorporarse a la caravana.
No habíamos comido nada ese día. Desde que salimos no probamos el agua. A las diez de la noche habíamos llegado a Magacela con fiebre, los pies ardiendo, agotadas. Pero los milicianos decían que los “fascistas” teníamos que ser fuertes. Muertos de fatiga y de sed esperábamos que nos llevarían en tren, pero en la estación ya no había tren alguno. Allí nos dejaron descansar unos minutos, no muchos para emprender de nuevo la caminata. No logramos que nos dieran agua a pesar de que en nuestra presencia corría el chorro de una fuente en la que los milicianos renovaban la de sus cantimploras y abrevaban sus caballerías.
Toda la noche fue de caminar incesante. Cerca de La Coronada nos dieron otro descanso de unos diez minutos escasos para seguir la marcha a buen paso hasta Campanario a donde llegamos a las cinco y media de la mañana. Nos hicieron desfilar por las calles del pueblo y exigían que lleváramos un paso marcial.
Entre nosotras iba una muchacha que había oído cómo asesinaban a tiros a su madre cerca de La Haba.
Hasta las nueve de la mañana de aquel día nos tuvieron sin probar bocado. A esa hora, relevaron a los milicianos que nos conducían, por la vigilancia de la cárcel, para que nuestros verdugos que hicieron el camino a caballo, descansaran. El relevo se portó mejor con nosotras.
Nos aflojaron las ligaduras, que como eran de cuerda, del roce de la marcha iban segando nuestras carnes.
Por un momento creímos que íbamos a disfrutar de un descanso más largo, pero no tardamos mucho en notar un gran revuelo en la calle. La proximidad de las fuerzas de Franco tenía en un estado de nerviosismo grande a todo el mundo. No tardaron mucho en aparecer de nuevo nuestros conductores, que ordenaron que preparáramos nuestros equipajes para seguir más adelante [...]
Salimos de Campanario a media mañana. A seis kilómetros del pueblo, en una finca que llaman “El Espolón” nos concedieron un descanso. Allí nos dieron comida y agua. Cuando reanudamos la marcha, un sacerdote que iba entre los detenidos sufrió un desvanecimiento. Con él se quedaron dos milicianos y los que iban atados con la misma cuerda.
También se quedó allí una mujer que era comadrona en Don Benito. No tardamos mucho en oír el tiroteo. Y al momento, los milicianos que se incorporaban a la escolta decían que ya estaban descansando. Poco más adelante cayó desfallecido otro hombre de edad. Él y su compañero de ligaduras quedaron allí para siempre.
Pero donde la tragedia adquirió su verdadera dimensión fue en un lugar conocido por “Moro de Suárez”. Allí, los cobardes milicianos de la escolta oyeron el tropel de unas caballerías que avanzaban y creyendo que eran fuerzas montadas del Ejército Nacional, dieron orden de que nos refugiáramos todos en el cauce de un arroyo que por allí discurre. Los hombres a un lado. Las mujeres a otro. El tropel de la caballería era de fugitivos marxistas, pero no quisieron desaprovechar la ocasión y desde unos cerritos próximos empezaron a disparar sobre los hombres. Unos trataban de huir con las naturales dificultades de ir emparejados con apretadas ligaduras; otros dirigían toda clase de insultos a los cobardes milicianos. Fueron unos momentos de horror y locura. Los rojos perseguían a tiros a los que lograban alejarse huyendo. El que caía arrastraba a su compañero que ya sabía moriría sin remedio.
A las mujeres nos llevaron hasta Cabeza del Buey. Allí logré en un momento de pánico y confusión por la llegada de aparatos nacionales, huir de la caravana, esconderme en una casa y de allí me han sacado los soldados nacionales [Fotos (San Sebastián) (3 de septiembre de 1938)].
Nos pararemos en las dos pequeñas historias de las personas que aparecen en la foto horriblemente mutiladas, pues como dice el dicho castellano una imagen vale más que mil palabras y sus historias son extrapolables a las  del resto de compañeros de este último viaje vital.



El 23 de Julio de 1938 Antonio Moreno Martín-Romo de profesión tablajero, 39 años, con cinco hijos de 15, 11, 9, 7 y 4 años de edad (¿debía ser un peligroso delincuente o un militar fascista disfrazado? No, era un simple padre de familia cuyo único delito fue pensar diferente y votar a las derechas el 16 de febrero de 1936), fue sacado de la cárcel en la cuerda de presos, conducido como un vulgar criminal a unas pocas leguas. Cerca del puente de la Haba donde fue asesinado con tiros a bocajarro que le destrozaron el cráneo.

Otra “peligrosísima delincuente” de 49 años de edad, ama de casa y con dos hijos llamada Margarita Verdú Sánchez. El 19 de Julio de 1938 fue conducida a la prisión de Don Benito, donde estuvo sufriendo todo tipo de vejaciones hasta el día 23 de Julio de 1938, fecha en la que fue sacada en esa famosa cuerda de presos, dirigieron sus pasos al puente de la Haba. Le rompieron las piernas con las culatas de los fusiles, le cortaron un brazo con un hacha y para que “no sufriera”, le aplastaron la cabeza con las botas y con las mismas culatas de los fusiles.



De los demás, como he dicho, una treintena fue asesinada por el camino y otros lograron salvar la vida milagrosamente como fue el caso de Josefa Cortés Correa que, a pesar de los balazos que recibió, pudo llegar a Don Benito después de deshacerse de las ataduras que la ligaban a un compañera muerta (Manuela Morillo Caballero de 48 años, ama de casa que fue asesinada en el mismo lugar y en la misma fecha que los antes mencionados. Presentaba numerosos disparos de arma de fuego. De este asesinato quedaron cuatro huérfanos de 16, 13, 10 y 8 años). En todo caso recordaré los nombres de los asesinados el día 23 y 24 de Julio de 1938 para oprobio de nuestra “Memoria Histórica extremeña”:

Asesinados el 23 de julio de 1938:

Junto a La Haba:
Antonia María Cidoncha Donoso (Sus labores)
Manuela Morillo Caballero (Sus labores)
Antonio Moreno Martín-Romo (Tablajero)
María Francisca Moreno Martín-Romo (Sus labores)
María Paula Parejo Borrallo (Propietaria)
Francisco Ruiz Ruiz (Propietario)
Margarita Verdú Sánchez (Propietaria)

Asesinados el 24 de julio de 1938:

Junto al Molino del Guadalefra
Agustín Cerrato Crespo (Dependiente)
Juana Ortiz Dávila (Matrona)
Francisco Santamaría Cabanillas (Comerciante)
Eulogio Velasco Navarro (Sacerdote)

Más allá del Molino del Guadalefra
Santiago Arias Alonso (Industrial)
Ernesto Ruiz Parejo (Perito industrial)

“Moro de Suárez”
Francisco Álvarez Solo de Zaldívar (Propietario)
Manuel de Arcos Parejo (Empleado)
Diego Dávila Nicolau (Director Banco Hispano Americano)
Benito Dorado Gallego (Molinero)
Carlos Elías Montemayor (Industrial)
Juan Escobar Moreno (Farmacéutico)
Félix Galán Lapeña (Propietario)
Alfredo García Sánchez (Empleado)
Antonio García de Paredes Gallego (Empleado-Amanuense)
Eusebio Gerbolés Martínez (Propietario)
Cándido Mena Rubio (Industrial)
Félix Parejo García (Fotógrafo)
Rafael Peralta Cáceres (Propietario)
Julio Ramos López (Empleado)
Alfonso Rodríguez Simone (Barbero)
Antonio Sáenz Gómez-Valadés (Empleado)

Como ultima reflexión ¿que necesidad había de cometer estos crímenes? Quienes cometieron estos execrables e inútiles asesinatos ¿pueden ser considerados por algún historiador sensato como “luchadores por la libertad”? Conozco algunos de los nombres de los asesinos pero es mejor mirar hacia al futuro ¿no creen Ustedes?

Moisés Domínguez Núñez

jueves, 18 de julio de 2013

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: La sombra del Cementerio es alargada. ¿Por qué nos mentiste, René Brut?



Próximamente se cumplirán 77 años de la toma de la ciudad de Badajoz por las fuerzas rebeldes el 14 de agosto de 1936 y hay un asunto muy relevante para el conocimiento de lo aconteció en la ciudad que no quiero dejar pasar.

Comprobé que con respecto a uno de los episodios más controvertidos, las imágenes captadas en el Cementerio Viejo de Badajoz, no acababan de cuadrar las declaraciones que su autor hizo en los diversos medios de comunicación, con las horas en las que dice que tomó las imágenes.
En las muchas entrevistas que René Brut concedió a lo largo de su vida y en las que siempre sacaba a relucir su experiencia en Badajoz en agosto de 1936, siempre introducía algún matiz nuevo. Si un día se había escondido, al amanecer, detrás de un arbustos para captar las escenas de los carabineros fusilados una vez que los “legionarios” habían hecho su trabajo, otras veces mezclaba intencionadamente a los prisioneros que filmó en la cárcel de Almendralejo haciéndolos pasar por los quemados del Cementerio de San Juan…

Sin embargo siempre mantuvo una constante: que había ido al alba o a primera hora de la mañana a filmar las escenas del Cementerio. Todos los investigadores e historiadores que hemos estudiado esta cuestión, hasta hoy, hemos dado por cierta esta afirmación. En este punto debo hacer un ejercicio de humildad y reconocer que estaba equivocado con respecto a este hecho. Queda dicho.

Habré visto la película de René Brut cientos de veces y habré visitado el Cementerio de San Juan otras tantas pues mis seres queridos están enterrados allí, en especial mi madre, pero no ha sido hasta fecha muy reciente cuando me paré a estudiar esas imágenes en profundidad.

Con la ayuda de unos buenos amigos amantes de la fotografía, geometría y matemáticas tengo la intención de dejar cerrados y aclarados los extremos sobre su llegada a Badajoz, horas en la que tomó las imágenes y fecha de su partida. Concretar los horarios y fechas es muy relevante para el estudio de la Guerra Civil en Badajoz a los efectos de llegar a comprender la magnitud de las pretendidas “matanzas de Badajoz” y la absoluta libertad con la que trabajaron los periodistas, camarógrafos y foto-reporteros en aquella ciudad de frontera en agosto de 1936.

Cuándo llega realmente René Brut a Badajoz 


El 15 de agosto de 1936, René Brut consiguió, con su amigo Jean D´Esme, obtener una autorización que les permitió llegar a Badajoz. El día 16 de Agosto parte de Sevilla hacia el norte con un grupo de periodistas, pasando primero por Almendralejo donde capta unas pocas decenas de metros de película.

Después de un pequeño descanso recalan en Mérida al caer la tarde. Aprovechará las últimas luces del día para filmar a los legionarios vivaqueando junto al Palacio de la China en la Plaza de España. Hacen noche en Mérida.

Por la mañana del 17 de Agosto de 1936 junto a su amigo Jean D´Esme y el conductor del coche parte hacia Badajoz. Poco antes de llegar a Badajoz hace una parada para filmar a tres milicianos que habían sido fusilados la noche anterior y otro más tirado en una cuneta. Por fin llegan al centro de Badajoz sobre las 9 o 9.30 de la mañana Brut empieza a filmar imágenes por el casco antiguo bajo la supervisión de un joven falangista que le acompaña desde Sevilla aficionado a la fotografía y al cine. Imágenes intrascendentes y que le decepcionan por completo pues su intención era estar en el frente de batalla o al menos captar con su tomavistas la represión que estaban llevando acabo los rebeldes. Su chofer debió hablar con los falangistas locales, Brut no sabía hablar español. Llama la atención que habiendo estado en la Plaza de Toros no filmara una sola toma del lugar.

Los militares y falangistas no escondían a los periodistas “la limpieza” que se estaba realizando y con toda seguridad le comunicaron que la madrugada anterior se había fusilado a los carabineros en las tapias del Cementerio y que se estaban incinerando los cadáveres de los milicianos. ¡¡voilà!!, debió pensar el camarógrafo galo: esto era precisamente lo que buscaba .Una exclusiva mundial. Una vez finalizado el recorrido por la calles de Badajoz que ha realizado con su amigo Jean D´Esme, su escolta, un falangista sevillano, se queda en Badajoz. Es la oportunidad que necesita Brut para dirigir sus pasos hacia el Campo Santo de San Juan.

Inmediatamente René Brut se sube al Buick Sedan que conduce “Tonio el Bravo”, que en poco más de tres minutos sale de la ciudad intramuros camino de la carretera de Villanueva del Fresno. El automóvil de Brut se detiene a la altura del Cementerio de San Juan muy cerca de la actual Barriada de Llera. Son apenas dos kilómetros lo que separan la necrópolis de la ciudad. Este campo santo había sido inaugurado el 8 de diciembre de 1839.

Las primeras imágenes que caza René Brut son dantescas [Ver a partir del min 26,27 de este video].Se tropieza de frente con los carabineros fusilados la madrugada anterior. No menos impresionantes son las escenas rodadas en el interior del Cementerio, según nos expresa Brut:
dos centenares de cadáveres de milicianos gubernamentales estaban tendidos sobre el suelo. Al principio se pensaba enterrar a todos juntos en la fosa común, sin siquiera poner su nombre, y este trabajo siniestro ya había comenzado. Pero no hay duda de que este sistema llevaría bastante tiempo, porque a pocos metros de distancia, había una pira hecha de pedazos de madera y los cadáveres estaban apilados y, tan pronto como estas pilas siniestras llegaron a cien cadáveres, habían sido preparadas algunas latas de gasolina y una cerilla “purificadora”.
Terminé de grabar otra hoguera hecha con una centena de cadáveres y maderas viejas. Un horrible hedor a carne quemada se extendía a un kilómetro a la redonda.
Esto pasó el 17 de agosto, al alba… Además, ya que estaba a tan sólo 7 Km. de la frontera hispano-portuguesa hice un paquete con mi película y le encargué a un portugués que la llevara a Lisboa, para asegurar el envío a través de Air-France.
Mario Neves, que visitó el Cementerio ese mismo día coincide punto por punto con la declaración del reportero gráfico francés:
Al fondo en un escalón cavado aprovechando un desnivel del terreno, se encuentran, sobre vigas de maderas transversales, parecidas a las que se utilizan en las vías del ferrocarril, sobre una superficie de más de cuarenta metros, más de 300 cadáveres, en su mayoría carbonizados.
Bill Seppelt, uno de los dos australianos que visitó Badajoz el 17 de Agosto de 1936 también coincide con el “jornalista” Mario Neves:
Un horrible vista nos sorprendió, cerca del cementerio, donde trescientos cuerpos habían sido apilados para hacer una hoguera. Un sacerdote (Se trataba de D.Ildefonso Jiménez Andrades) presidía este terrible acto, y cuando hablamos con él, lacónicamente, señaló que los condenados que habían muerto se lo tenían merecido.

A qué hora filma las imágenes del Cementerio


Primera cuestión, que no es baladí, es que en agosto de 1936 se mantenía en España la hora solar media referida al meridiano de Greenwich. Por lo que nos debemos hacer la siguiente pregunta: ¿Qué hora legal estaba establecida en España en el año 1936? Para ello me puse en contacto con el señor Juan Palacio, Capitán de Navío Profesor-Jefe de la Sección de Hora Real Instituto y Observatorio de la Armada que muy amablemente me contestó:
A los dos días de constituirse la Segunda República, se publica una Orden Circular en la Gaceta de Madrid n 206/1931 en la que se deja sin efecto la Real Orden de 9 marzo (R.O.10 abril 1931, que establecía el adelanto de la hora legal para el día 18 de abril de 1931. No es hasta 1937 cuando se dictan normas para el adelanto de la hora ( Orden 17/05/1937 (BOE Nº 210 en la Zona Rebelde y ORDEN de 27/04/1938 en la zona del Frente Popular), por lo que en el año en que usted está interesado había un único horario legal establecido en España.
Es decir, en 1936 en España regia el horario establecido en 1927 año desde el que no se había hecho ningún cambio horario y por lo tanto no hubo variación en los horarios de verano ni de invierno en 1936. Con ello queremos decir que por lo tanto existe un diferencia horaria de dos horas entre el verano de 1936 y el de 2013, por ejemplo las cuatro de la tarde de 2013 son en realidad las dos de la tarde de 1936.

Sentado lo anterior, y tomando como referencias las sombras que proyectan los contrafuertes del muro del Cementerio sobre el suelo y orientación del Campo Santo Este-Oeste, nos da la clave de la hora en la que René Brut visitó el Cementerio. Para calcular la hora solar hay que saber la altura solar y la posición con respecto al norte geográfico. Entran en juego las matemáticas como vemos en el montaje fotográfico. Sabiendo la fecha y la orientación e inclinación de la sombra, se puede determinar la hora solar exacta. Es una cuestión simple de geometría.
La arista del contrafuerte nos da la orientación del sol. La imagen está tomada a contraluz. Por la orientación, el sol está en todo lo alto y las sombras van en dirección Norte. La imagen está tomada entre las 11.00 y las 12.00 horas locales del 17 de agosto de 1936 (Entre las 13.00 y 14.00 horas actuales)



Para este trabajo hemos utilizado una pequeña maqueta del Cementerio de San Juan y un mosaico de la rosa de los vientos instalada en el Club Naval de Oficiales de Cartagena que nos ha sido de mucha utilidad para determinar la posición correcta de la orientación norte-sur y este-oeste.

Quizás por que René Brut quiso rodear su experiencia en Badajoz con aspectos aventureros, llega a expresar que fue al Cementerio a primeras horas de la mañana pero como comprobamos este dato no es cierto. Realmente fue al Cementerio y rodó las imágenes sin ningún tipo de pegas ni contratiempos por parte de las autoridades rebeldes entre las 11 y las 12 horas del día 17 de Agosto de 1936. Con un margen de error de unos pocos minutos la hora, en que caza esas impactantes imágenes, sería entre a una y las dos de la tarde actuales.



El trabajo de René Brut estaba hecho, solo quedaba empaquetar las bobinas y enviarlas a Francia. El mismo René Brut nos expresa “afortunadamente fui capaz, con cien pesetas de enviar mi película a París a través de Lisboa”, para ello se valdrá de la ayuda de un periodista portugués y un mensajero, al que pagó cien pesetas, que trasladará las películas a Lisboa. Como hemos expresado René Brut vino a buscar estas escenas e intuyó la importancia de las imágenes que había filmado pues “debido a la urgencia de la información, pude enviar estos documentos directamente sin pasar por los servicios de Prensa de Sevilla”.

Salida de Badajoz


Durante la noche del 17 al 18 de Agosto, un policía va al hotel donde están alojados los periodistas y comunica a todos los corresponsales desplazados desde Sevilla la orden de regresar inmediatamente a la capital andaluza.

A pesar del salvoconducto que llevaban del general Queipo de Llano tuvieron que hacer 300
kilómetros por la noche para presentarse la mañana del 18 de Agosto de 1936 en la oficina de prensa donde los esperaba el capitán Bolín, nuevo jefe de los servicios de prensa y propaganda de los Rebeldes de la II División, recientemente creados mientras ellos estaban en tierras pacenses.

Interesadamente se ha expresado que el capitán Luis Antonio Bolín, al conocer que Brut estaba en Badajoz tomando imágenes de “las matanzas” le hizo llamar inmediatamente. Esto no es así. Las últimas imágenes filmadas por Brut fueron enviadas a Francia por la Capitanía General de Burgos el 1 de septiembre de 1936. En fin, Bolín no intervino en absoluto en su detención, ni evitó que las bobinas (4 o 5) con las imágenes que filmó Brut en Badajoz llegaran sin mayor problema vía Lisboa-Paris. En esa fecha tan temprana el capitán Bolín desconocía absolutamente que Brut hubiera sacado las imágenes que propiciaron su detención posterior.

Tanto es así que al día siguiente 19 de Agosto de 1936 y nuevamente en el vehiculo del periodista José Augusto se desplazaron a la localidad malagueña de Antequera.

Conclusión final


Creo haber aclarado las dudas que se cernían sobre el viaje de Brut a Badajoz .Algunos historiadores han expresado que Brut llegó a esta ciudad de frontera el 15 o 16 de Agosto de 1936 .Jugando con esas fecha, sí era posible que hubiera ido “a primera hora” al Cementerio de San Juan Bautista pero como hemos demostrado René Brut estuvo tan solo un día en la ciudad. Durante el amanecer del 17 no le fue posible ir al Cementerio pues estaba en Mérida y llegó a Badajoz a eso de las 9 de la mañana. A esas horas rueda las imágenes sin mayor trascendencia que todos conocemos. Demostramos, con las matemáticas y geometría en la mano que las imágenes del Cementerio no se rodaron a primera hora de la mañana. Por dos razones: la orientación de las sombras y la altura solar. Realmente es hacia las 11 o 12 del mediodía (lo que serian la una o las dos de la tarde actuales) de aquel caluroso día cuando Brut dirige sus pasos al Cementerio Viejo de Badajoz y graba las impactantes imágenes de los carabineros fusilados, cadáveres incinerados y otro junto a un fosa común a punto de arder. Durante la noche del 17 y madrugada del 18 de Agosto de 1936 viajan a Sevilla por lo que es también imposible que la mañana del 18 de Agosto de 1936 filmara en el Cementerio.

¿Porque nos mintió René Brut?

Al situarse en el Cementerio Viejo de Badajoz, pretendidamente, al alba del 17 de Agosto de 1936 nos hace creer que lo hace de forma clandestina y sin autorización, aderezando su estancia en esta ciudad de frontera con unas gotas de heroísmo. Había que mostrar al mundo que los rebeldes perseguían la labor del foto reportero o el camarógrafo de turno. Al menos en Badajoz no fue así y HUBO TOTAL LIBERTAD DE INFORMACION.

No quiero cerrar este trabajo sin agradecer a las personas que me han ayudado :Un buen amigo que vive en Sevilla que con sus conocimientos de geometría y matemáticas fijo la hora en que Brut captó las imágenes del Cementerio, a otro buen amigo que vive en el Barrio de San Roque gran amante y profesional de la fotografía. Un verdadero maestro al que debo mucho de lo que he aprendido sobre las fotos de Badajoz, a Don Juan Palacio Capitán de Navío Profesor-Jefe de la Sección de Hora Real Instituto y Observatorio de la Armada que me aclaró los horarios establecidos en España en 1936, a D.Juan Manuel Rodríguez Borreguero del Centro Nacional de Información Geográfica-Instituto Geográfico Nacional que me aclaró muchas dudas sobre la latitudes y longitudes en la lecturas de los mapas cartográficos de Badajoz, al Club Naval de Oficiales de Cartagena del que me digno ser socio y a los autores del documental la Sombra del Iceberg del que este trabajo es tributario

Fuentes y Registros consultados


L´Intransigeant, 27 de Agosto de 1936, Revista Cinemonde N° 414, Le Petit Marocain (Casablanca), 15 de septiembre de 1936, NEVES, Mario, La matanza de Badajoz. Crónica de un testigo de uno de los episodios más trágicos de la Guerra Civil de España (agosto de 1936), Mérida: Editora Regional de Extremadura, 1986, p. 60; TRANCHE Rafael R. y Vicente Sánchez–Biosca, NO-DO El tiempo y la Memoria, Cátedra /Filmoteca Española,.8ª Edición, 2006, página 32, DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, Moisés, “Dos australianos, testigos de los sucesos de Badajoz (agosto-1936)” [en red]; Instituto y Observatorio de la Armada e Instituto Geográfico Nacional.

Moisés Domínguez Núñez

sábado, 13 de julio de 2013

ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO: Calvo Sotelo: crimen de Estado de la República



En febrero de 1936, con la ocupación del poder por el Gobierno respaldado en las Cortes republicanas por el Frente Popular, el proceso revolucionario entra en una nueva etapa. No olvidemos que la ofensiva se había iniciado con anterioridad y en ella se venían utilizando los métodos radicales de la acción directa junto a otros tendentes a la ocupación de los resortes gubernamentales.

El fraude electoral y la destitución del Presidente de la República provocaron una ilegitimidad que no se revela menos radical en lo que se refiere al ejercicio del poder tanto en la labor parlamentaria y de Gobierno como en la tolerancia y aliento de los incendios, despojos y asesinatos cuyo balance provisional se hizo varias veces desde el Parlamento.

Datos biográficos


Pocos de entre los diputados derechistas tenían una trayectoria profesional y política más brillante que el autor de buena parte de estas denuncias de la situación revolucionaria que se vivía en la República del Frente Popular. José Calvo Sotelo cuya más reciente y completa biografía fue publicada por Alfonso Bullón de Mendoza (José Calvo Sotelo, Ariel, 2004). Nacido en Tuy (Pontevedra) el 6 de mayo de 1893, se licencia en Derecho en Zaragoza y en los estudios para el doctorado en la Universidad de Madrid se hace acreedor a la predilección de su catedrático Gumersindo Azcárate que admira ya en él la ciencia jurídica así como su elocuencia, precisión lógica y rigor metódico. Obtiene el premio extraordinario del Doctorado con su tesis acerca del abuso del derecho como limitación del derecho subjetivo.

Hace oposiciones a oficial de Administración del Ministerio de Gracia y Justicia. Intensifica los estudios, se le ve frecuentar las bibliotecas, concurre a los círculos literarios y al Ateneo, donde más de una vez se enfrenta con Azaña y el grupo de intelectuales que le respalda. En 1915 es nombrado secretario de la sección de Ciencias Morales y Políticas. Por estos años trabajará activamente en las filas del maurismo y como crítico musical y de Bellas Artes en la Redacción de El Debate. En 1916 obtiene el número uno en las oposiciones de Abogados del Estado y, destinado a Toledo, contrae matrimonio con Enriqueta de Grondona dando origen a un hogar cristiano y ejemplar. Desde 1917 es profesor auxiliar de la Facultad de Derecho en Madrid y en 1919 es elegido diputado a Cortes por Carballino. En 1921 vuelve a representar al distrito y es designado gobernador civil de Valencia.

Formado el Directorio Militar que preside el General Primo de Rivera, el 23 de diciembre de 1923 Calvo Sotelo se le confía la Dirección General de Administración Local y, desde allí, promueve los Estatuto Municipal y Provincial. Más tarde llega al Ministerio de Hacienda desde el que pone en marcha medidas destinadas a evitar la ocultación de la riqueza, la vigorización de los instrumentos fiscales de liquidación, recaudación e inspección y a que la imposición fiscal recayera preferentemente sobre las rentas personales. Tal vez el aspecto más trascendente de su labor sea la creación del Monopolio de los Petróleos, al igual que del Banco Exterior de España como un medio para apoyar las exportaciones.

Con la proclamación de la República, vivirá varios años exiliado en Portugal y Francia y, a su regreso a España en 1934, reanuda la actividad política al frente de Renovación Española representando a los monárquicos alfonsinos cada vez más distanciados del liberalismo. Calvo Sotelo se convertirá en el más destacado dirigente político de las derechas sobre todo una vez que quedó completamente desacreditada la táctica liberal y colaboracionista de Gil Robles.

11-marzo-1936: incendio de la Iglesia de San Luis (Madrid) por los frentepopulistas

Primavera trágica 

En 1936, presenta su candidatura por Orense y vuelve a triunfar como en los anteriores comicios pero el Frente Popular propone la anulación de su acta. Tan patente era el atropello, que Mariano Ansó Zunzarren (que habría de ser en 1937 Ministro de Justicia del Frente Popular) hizo uso de la palabra para hacer constar en la sesión celebrada el  2 de abril de 1936 que la referida Comisión modificaba su criterio y proponía su proclamación como Diputado a Cortes si bien reconociendo “los sacrificios” que habían tenido que hacer para llegar a este cambio de opinión, y que lo habían realizado “para que uno de los enemigos más encarnizados del régimen, de los Gobiernos republicanos y del Parlamento, no pueda salir con justicia a la calle a decir que nos hemos entregado a una persecución sañuda e injusta”.

Son de sobra conocidas las intervenciones de Calvo Sotelo en el Parlamento denunciando las violencias y coacciones llevadas a cabo por los frentepopulistas en toda España. Debe tenerse en cuenta que, desmoralizada la CEDA, encarcelado José Antonio Primo de Rivera y sometida la prensa a una censura rígida por parte del Gobierno, únicamente llegaba a los más apartados rincones noticia exacta de lo que estaba ocurriendo a través de sus discursos. Por eso no resulta extraño que se convirtiera en objetivo preferente del Frente Popular cuyos miembros no se recataron de amenazarle de muerte en la propia Cámara. Dejando aparte palabras como las de Dolores Ibarruri la Pasionaria: “este hombre ha hablado por última vez”, quien empleó unos términos más claros  fue el presidente del Gobierno Santiago Casares Quiroga. Para Bullón de Mendoza, la intención de Casares no era amenazar de muerte a Calvo Sotelo pero sus palabras tuvieron el efecto de “marcarle como blanco” (Cfr. ob.cit., 634ss.). Calvo Sotelo le replicaba en los siguientes términos el 16 de junio de 1936:
Yo tengo, señor Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese Banco Azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de su señoría. Me ha convertido su señoría en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, señor Casares Quiroga. Lo repito: mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi Patria y para gloria de España, las acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: "Señor, la vida podéis quitarme, pero más no podéis". Y es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio. Pero a mi vez invito al señor Casares Quiroga a que mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante Dios, puesto que es laico, ante su conciencia, puesto que es hombre de honor; estrechamente, día a día, hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla. Piense que en sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean trágicos. Mida su señoría sus responsabilidades; repase la historia de los veinticinco últimos años y verá el resplandor doloroso y sangriento que acompaña a dos figuras que han tenido participación primerísima en la tragedia de dos pueblos: Rusia y Hungría, que fueron Kerensky y Karoly. Kerensky fue la inconsciencia; Karoly, la traición a toda una civilización milenaria. Su señoría no será Kerensky porque no es inconsciente; tiene plena conciencia de lo que dice, de lo que calla y de lo que piensa. ¡Quiera Dios que su señoría no pueda equipararse jamás a Karoly!” .
A partir de este punto seguimos –en ocasiones literalmente tal como fueron expuestos en el libro La dominación roja en España (pp. 6-14)- los testimonios aportados en la Causa General.

 

 

El crimen de Estado


El 29 de junio de 1936, el agente de Policía de la plantilla de Madrid, Rodolfo Serrano de la Parte, es llamado a la Dirección General de Seguridad, que desempeña José Alonso Mallol, para que, en unión del también agente José Garriga Pato, se encargue de la escolta de Calvo Sotelo, sustituyendo a la anterior, compuesta por elementos de confianza. Cuando comparecen ante el jefe del personal, Lorenzo Aguirre Sánchez se les hace saber que su misión no sería de protección, sino de espionaje, debiendo dar cuenta diaria y detallada de las personas con quienes se relacionara. Dos días más tarde, les advierte -en nombre del Director General de Seguridad- que, en caso de ocurrir un atentado, debían simular una protección si sucedía en sitio céntrico y si era descampado, ayudar a darle muerte.

Rodolfo Serrano, incapaz de cumplir esta orden, se lo comunica inmediatamente al Diputado a Cortes D. Joaquín Bau Nolla, íntimo amigo de Calvo Sotelo en una entrevista que se inicia en los pasillos de la Cámara de los Diputados y se continúa al día siguiente en una cervecería de la calle de Alcalá. Cuando Bau y Calvo Sotelo visitan al Ministro de la Gobernación para darle cuenta de las denuncias, éste no tiene en cuenta las advertencias y Aguirre, no sólo continuó con la confianza del Gobierno, sino que más tarde fue premiado con el cargo de Jefe Superior de Policía de Madrid mientras que Serrano de la Parte era trasladado inmediatamente a Galicia.

En las primeras horas de la noche del 12 de julio de 1936, el Teniente de Asalto, afecto al Frente Popular, José Castillo, es asesinado por unos desconocidos al cruzarse con él en la calle, no habiendo el Gobierno del Frente Popular logrado averiguar ni decir quiénes fueron los asesinos. Con razón afirma Luis Suárez:
Comparar el asesinato del teniente Castillo con el del líder de la oposición tratando de justificar la segunda, parece incorrecto. En primer término porque la venganza nunca es un valor positivo. La muerte de Castillo carece de justificación y correspondía al Gobierno, la policía y los tribunales detener, juzgar y castigar a los culpables. Era una más en la cadena de violencias que Gil Robles denunciara y constituía negligencia e incapacidad del Gobierno el que no se corrigieran debidamente. Pero el asesinato del jefe de la oposición tenía todas las características de un crimen de Estado, ejecutado por policías de uniforme, que empleaban su poder oficial con alevosía y nocturnidad. Un Estado que consentía tales cosas y no quería o no podía castigarles había perdido, sin duda, toda legitimidad: cualquier ciudadano podía ser impunemente asesinado. Éste es un dato histórico” (Franco: Crónica de un tiempo. I. El General de la Monarquía, la República y la Guerra Civil. Desde 1892 a 1939, Actas Editorial, Madrid, 1999, 313-314).
A partir de este suceso, los jefes y oficiales del Cuerpo de Asalto del cuartel de Pontejos, inmediato al Ministerio de la Gobernación, celebran conferencias con este Ministro, con el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, Casares Quiroga, y con el Director General de Seguridad, Alonso Mallol. Las principales figuras que mantienen estas entrevistas son el Comandante Ricardo Burillo Stolle, el Teniente Máximo Moreno y el Capitán Fernando Condés, de la Guardia Civil este último, todos ellos de la entera confianza del Frente Popular.

En las primeras horas de la madrugada del 13 de julio de 1936 sale del cuartel de Pontejos el autocar número 17, al servicio del Cuerpo de Asalto. Es conducido por el guardia Orencio Bayo Cambronero, y ocupan asientos al interior: Victoriano Cuenca, pistolero y persona de absoluta confianza de Indalecio Prieto; José del Rey Hernández, guardia del Cuerpo indicado, adscrito a la escolta personal del Diputado socialista Margarita Nelken, y los también guardias de Asalto Amalio Martínez Cano, Enrique Robles Rechina, Sergio García, Bienvenido Pérez Rojo, Ismael Bueso Vela, Ricardo Cruz Cousillos y Aniceto Castro Piñeira. El estudiante del último curso de Medicina, Federico Coello García, afiliado al Partido Socialista y persona de la intimidad de Indalecio Prieto; Santiago Garcés y Francisco Ordóñez, de las Juventudes Socialistas, también hombres de acción y de la confianza de Prieto. Al mando de todos, en el mismo vehículo, iba, vestido de paisano, el Capitán de la Guardia Civil Fernando Condés. Pocos minutos después parte detrás del autocar un coche de turismo, ocupado por los oficiales del Cuerpo de Asalto, Capitanes Antonio Moreno Navarro e Isidro Avalos Cañada, y los Tenientes Andrés León Lupión, Alfonso Barbeta y Máximo Moreno. Se dirigen directamente al domicilio de Calvo Sotelo en el número 89 de la calle de Velázquez.

Descienden del autocar el Capitán Condés, José del Rey, Victoriano Cuenca y algunos otros números de Asalto; franqueado el portal por el sereno, suben al piso; llaman al timbre de la puerta y acude una criada que, sin abrir, pregunta quién es, contestándosele que abriese a la Autoridad, que iba a hacer un registro. La criada se retira sin abrir y da cuenta de lo que ocurre al dueño de la casa, que se encontraba descansando; se levanta, sale al recibimiento y abre la puerta de entrada, preguntando qué deseaban. Replica el Capitán Condés -que, como se ha dicho, iba vestido de paisano- exhibiendo su carné militar, “que tiene que hacer un registro”. Se distribuyen por las habitaciones, fingiendo la práctica del mismo, inutilizan el teléfono y manifiesta el Capitán a Calvo Sotelo que la Dirección General de Seguridad ha ordenado su detención. Éste hace patente su calidad de Diputado a Cortes, que prohíbe esa detención, salvo en casos de flagrante delito, que no existe; pretende hablar con la Dirección de Seguridad, notando entonces que está inutilizado el teléfono; impiden a los familiares salir del domicilio en demanda de auxilio, siendo ineficaces las protestas del Jefe del Bloque Nacional, que no tolera, como Diputado, su detención, y cede ante la palabra de caballero que da el Capitán Condés de que dentro de cinco minutos se encontrará en la Dirección General de Seguridad, en la que podría alegar cuanto estimase oportuno.

Entra en el dormitorio para terminar de vestirse, y allí le siguen Condés y Del Rey. Mientras, su señora prepara un maletín con los útiles más precisos de aseo, unas cuartillas y una pluma, y ruega angustiosamente a su marido que no se marche. En el cuarto de sus hijos; da un beso a cada uno de ellos, que duermen. La mayor, Conchita, despierta y pregunta a su padre adónde va; la tranquiliza Calvo Sotelo, así como a su esposa, de la que se despide en el recibimiento prometiéndola que en cuanto llegue a la Dirección General de Seguridad hará por comunicar con ella, y mirando a los que le rodeaban, agregó: “si es que estos señores no me llevan a pegarme cuatro tiros”.

Baja rápido la escalera, y ya en el portal, encarga al portero que avise a sus hermanos, pero que nada digan a sus padres. Cuando sube al autocar número 17, se vuelve, buscando al Capitán Condés con la vista, preguntándole si subía, y al contestarle que sí, dijo: “Vamos a ver qué nos quieren”, despidiéndose de los familiares, que estaban en los balcones, diciéndoles adiós con la mano.

Calvo Sotelo se sienta en el tercer departamento del autocar, contando como primero el correspondiente al conductor, y ocupa el cuarto asiento del autocar en dicho departamento; a su derecha y a su izquierda se colocan un guardia de Asalto y un guardia del escuadrón de Caballería, también de Asalto, respectivamente. Inmediatamente detrás del diputado se sienta Victoriano Cuenca; el Capitán Condés y José del Rey ocupan los asientos contiguos al del conductor, y son distribuidas en los demás lugares, las personas que antes se mencionaron, cuidando Condés de que no ocuparan los asientos inmediatamente anteriores a Calvo Sotelo.

El vehículo se pone en marcha, recorre unos cuantos metros, y al llegar a la altura del cruce de la calle de Ayala con la de Velázquez, Victoriano Cuenca empuña una pistola, que dirige hacia la nuca del diputado y sin que éste pueda darse cuenta de la agresión -está dando su espalda al agresor-, hace dos disparos consecutivos, tan inmediatos, que dan la impresión a los que van en el automóvil de que ha sido un solo disparo.
Calvo Sotelo, sacado de su casa por fuerzas a las órdenes del Frente Popular y asesinado

El cuerpo es abandonado en el Cementerio del Este y los asesinos vuelven al Cuartel de Pontejos. El guardia Tomás Prez limpia inmediatamente el autocar y hace desaparecer las manchas de sangre

Mientras, los familiares y amigos de Calvo Sotelo se movilizan para tratar de averiguar qué le ha ocurrido; unos y otros se encargan de hacer llegar a la Dirección General de Seguridad y al Ministerio de la Gobernación las noticias y detalles del secuestro pero no se toma medida alguna Y eso a pesar de que el subsecretario de Gobernación Ossorio y Tafall fue informado por el Teniente Coronel de Asalto Sánchez Plaza de que el autocar número 17 había llegado al cuartel de Pontejos con manchas de sangre que, según los guardias ocupantes, se debían a la hemorragia nasal de uno de ellos, y que todos habían sido de nuevo distribuidos para prestar diversos servicios y el Director General de Seguridad conocía lo ocurrido en el domicilio de Calvo Sotelo por la información de un Comisario de Policía. La única medida que se adopta a las ocho de la mañana del día 13 de julio de 1936, es la detención del chófer conductor del autocar número 17 y la de un oficial de Asalto, con la impresión de que se procuraba únicamente cubrir las apariencias.

Sobre el mediodía del 13 de julio de 1936 la Dirección del Cementerio del Este ponía en conocimiento de la Alcaldía de Madrid que el cadáver de Calvo Sotelo se encontraba en el Depósito del cementerio, dónde había sido reconocido por el comunicante.

El cadáver se amortajó con hábito franciscano y con una bandera de España. Sobre su tumba, Antonio Goicoechea pronunció unas palabras que se convirtieron en realidad a los pocos días:
No te ofrecemos que rogaremos a Dios por ti; te pedimos que ruegues tú por nosotros. Ante esa bandera colocada como una cruz sobre tu pecho, ante Dios que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a esta triple labor imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo; porque salvar a España será vengar tu muerte, e imitar tu ejemplo será el camino más seguro para salvar a España”.

La responsabilidad del Gobierno


La actuación judicial se verá entorpecida por los elementos del mismo Gobierno. Cuando se trata de practicar una diligencia de reconocimiento en rueda, para que familiares y criados reconozcan a las personas que se habían presentado en el domicilio de Calvo Sotelo en la madrugada del día 13, no son los que allí estuvieron los que fueron a la rueda, sino otros guardias de Asalto y personas diferentes.

Cuando se logra fijar la actuación del Teniente Máximo Moreno; éste, que en el mismo día 13 de julio se refugió en la Dirección General de Seguridad, elude presentarse ante la Autoridad judicial, y, amparado por el Gobierno, continúa en aquel edificio para evitar el otro, interrogatorio judicial y las posibles represalias de elementos hostiles o simplemente indignados por el hecho ocurrido.
Compareciendo, por fin, un día a las cuatro de la tarde, acompañado del Fiscal General de la República, y, según las declaraciones que constan en la Causa General, se limito la declaración a un acto puramente formulario. No obstante la defectuosa investigación judicial, el 25 de julio de 1936 un grupo de diez o doce milicianos se apoderó del Sumario en el Palacio de Justicia y lo hizo
desaparecer.

No resulta necesario demasiado énfasis para poner de relieve la responsabilidad del Gobierno y el deterioro irreversible del Estado de Derecho que revelaba el asesinato de Calvo Sotelo  así como su significación histórica en el proceso revolucionario que se había iniciado en febrero de 1936. La responsabilidad indirecta, por omisión, está fuera de toda duda, la implicación directa no se puede probar con un documento escrito que, lógicamente, no existió y estaría relacionada con toda la serie de conversaciones, sostenidas entre los ejecutores y altos cargos, cuyo contenido exacto desconocemos. En todo caso, no debemos olvidar que el Gobierno se sostenía gracias al apoyo Parlamentario de los promotores de todas las violencias llevadas a cabo durante este período por las organizaciones del Frente Popular.

Entierro de Calvo Sotelo

Cerrados todos los caminos a las soluciones políticas 

 

Al cerrarse el 15 de julio la última sesión de la Diputación Permanente de las Cortes podía hacerse el siguiente balance:

Desacreditado el sufragio, invalidado el Parlamento, asesinado por fuerzas servidoras del Estado el Jefe más representativo de la oposición, aceptada la violencia y la beligerancia como norma gubernamental, desatada la pasión sanguinaria, parecen cerrados todos los caminos a las soluciones políticas y a la esperanza. Estas son las conclusiones que se deducen del acta de la dramática sesión, que es como un responso a las instituciones democráticas muertas a mano airada por quiénes se habían erigido en sus definidores y guardianes» (Joaquín Arrarás).
Como a otros muchos españoles, el asesinato de Calvo Sotelo conmovió profundamente a Francisco Franco. Él estaba convencido que al Ejército no le es lícito sublevarse contra un Partido ni contra una Constitución porque no le guste; pero tiene el deber de levantarse en armas para defender a la Patria cuando está en peligro de muerte. Estaba decidido a sumarse al Alzamiento pero ahora se vio impelido con toda urgencia a una sublevación en la que era necesario adelantarse al enemigo si se esperaba tener alguna posibilidad de éxito:
"Al mediodía del 13 de julio con gran indignación mi primo afirmó que ya no se podía esperar más y que perdía por completo la esperanza de que el gobierno cambiase de conducta al realizar este crimen de Estado, asesinando alevosamente a un diputado de la nación valiéndose de la fuerza de orden público a su servicio. La decisión de Franco era definitiva e irrenunciable. Yo no lo dudé un momento y puedo afirmar que sentí deseos de que cuanto antes se alzase contra el gobierno del Frente Popular mucho mejor, pues nos estábamos exponiendo a que los comunistas nos ganaran la mano y, con ello, se llevasen la ventaja de la iniciativa. Este horrendo crimen había de unir a todos los elementos de orden y justificaba por completo la iniciación del movimiento militar” (Franco Salgado-Araujo, Francisco, Mi vida junto a Franco, Planeta, Barcelona, 1977, 150).

viernes, 12 de julio de 2013

Libros: "Menorca, 1936" de Juan Negreira y "Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera" de Joaquín Mañes



“Menorca 1936, violencia, represión y muerte”


Muchas veces se ha afirmado que no se entendía la División Azul sin la Guerra Civil Española. La una sin la otra no hubiera tenido sentido, pues, como ya se ha dejado claro en numerosas ocasiones, los españoles no fueron a Rusia con ningún interés territorial ni económico, sino puramente ideológico: vencer al comunismo que habían conocido en su propia tierra. No es por ello casualidad que Juan Negreira, que tan pormenorizadamente ha estudiado a los voluntarios de la DA originarios de Baleares, aborde también la Guerra Civil en aquellas islas.

Es por esto que inició hace ya cinco años el estudio de la represión en las islas Baleares. Mallorca no le servía, pues al ser nacional durante toda la guerra, la represión únicamente la ejerció este bando. Ibiza tuvo represión republicana, pero muy breve y concreta, y en su mayoría ejercida por recién llegados a la isla. Era la isla de Menorca la que mejor y con más dimensión le permitía trabajar el tema de la represión bajo responsabilidad republicana. Pues no sería hasta el final de la guerra que, al entrar los nacionales en febrero de 1939, estos llevarían a cabo la suya propia.

Cinco años de trabajo y miles de documentos han concluido con este libro: Menorca 1936, violencia, represión y muerte. En él podemos encontrar la narración de cada uno de los grandes asesinatos llevados a cabo en la isla entre julio y noviembre de 1936. Contiene además cuatro apéndices muy interesantes por la información que contienen: en primer lugar unas extensas memorias de un falangista clandestino que vivió en primera persona aquellos meses. En segundo lugar la ficha de todos y cada uno de los asesinados bajo responsabilidad republicana, fueran militares, civiles o clérigos. En tercero una larga selección de militares que no fueron asesinados. Y cuarto una selección de militares y civiles represaliados por los nacionales en la isla.

Contiene además dos cuadernillos de fotos en su mayoría inéditas. Es un libro denso, de más de 700 páginas si contamos las ilustraciones, pero con una enorme cantidad de referencias personales, sobre todo de los militares, que sufrieron aquellas penalidades. En la mayoría de casos son historias que ahora por vez primera salen a la luz, desde la propia sublevación fracasada, a cada una de las matanzas perpetradas en la isla. Todo esto gracias al estudio de casi dos centenares de procesos militares tanto republicanos como nacionales.

Para quienes estén interesados, recomiendo contactar con Galland Books, quienes llevan su venta por correo en la península:

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“Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera”.


Joaquín Mañes Postigo es, qué duda cabe, la principal autoridad en el tema de los españoles en la Legión Extranjera Francesa, y ello le ha llevado a especializarse en general en la Legión Extranjera y en la presencia española en el Sudeste Asiático. Su ya larga bibliografía  (“El mito de Camerone” -2004-; “Sueños de conquista; españoles en Saigón” -2008-; “La Quimera de un Reino” -2008-; “Españoles en la Legión extranjera francesa” -2009-; y “Soldados sin bandera” -2011-) son la demostración de que no estamos hablando por hablar.

El mismo autor acaba de sacar ahora “Añoranzas hispanas de la Legión Extranjera”. Es la historia de unos españoles que les tocó vivir una época complicada, llena de dificultades y que el destino, de forma implacable, los llevó a conflictos en tierras lejanas para que lucharan en guerras que no eran emocionalmente las suyas y lo hicieran cubiertos con el quepis blanco.

Entre estos compatriotas los hubo analfabetos, también universitarios, muchos fueron desertores, otros, como el legionario José Lillo Lorite, espíritus indómitos y aventureros en la mejor tradición de nuestros ancestros del siglo XVI; los hubo que no resistieron o se convencieron de que aquello no era su destino y desertaron de la Legión Extranjera, aunque para ello tuvieron que arrostrar más peligros y aventuras que si hubieran permanecido siendo legionarios; también españoles muy coherentes ideológicamente, por lo que lucharon con el Vietminh, sumergidos en un mundo radicalmente diferente al suyo pero sintiéndose identificados en lo político o, simplemente, fueron hombres que vivieron sus vidas como una verdadera aventura, al pairo de los vaivenes de su destino, un destino a veces trágico hasta lo inimaginable, como el de Blas de la Corte, que desde las filas de la Legión terminó en Mauthausen. El libro incluye un capítulo sobre el paso por la Legión Extranjera de divisionarios azules, reales o presuntos…, porque Mañes, meticuloso investigador, sabe encontrar la realidad en el mito. La obra la acaba de editar MAGASE. Seguro que a bastantes de vosotros os interesará.

martes, 9 de julio de 2013

PATRICIO HIDALGO LUQUE: El bombardeo del Hospital Militar de Córdoba

El verano pasado solicitamos a Patricio Hidalgo desde el Foro Historia en Libertad un artículo, que tuvo la amabilidad de enviarnos, con destino a un suplemento dedicado a los bombardeos sobre retaguardia en la Guerra Civil. Los cambios que, por aquellas fechas, afectaron a nuestro suplemento, impidieron que dicho proyecto viera la luz. Aprovechamos la reciente aparición de su libro sobre los bombardeos aéreos de Córdoba -que recomendamos a nuestros lectores- para publicar este trabajo.




lunes, 8 de julio de 2013

VALENTINA ORTE: Calanda (II): El martirio de las almas y de los símbolos religiosos





Este trabajo es continuación del anterior titulado Calanda en el que exponía las vicisitudes sufridas por la población civil, especialmente referidas al período de la guerra 1936-39. En éste me referiré al martirio de los dominicos del convento sito en la ciudad y la destrucción del patrimonio religioso.

Acostumbramos a leer y oír la Historia contada a modo y manera que a las izquierdas interesa. Así acabo de descubrir en una página web: “A lo largo de la primavera de 1936, las élites conservadoras del país apostaron de manera decidida por una solución violenta, que se materializaría en el Alzamiento Nacional de julio de 1936”. Nada de los asesinatos, robos, persecuciones, quema de iglesias y conventos cometidos por ellos y sus afines antes del 18 de julio de 1936 que dieron lugar, como reacción defensiva, a ese Alzamiento ¿Pretendían que las derechas continuaran soportando sus tropelías como pueblo sojuzgado?

Continuando con sus torticeras explicaciones parece ser que, consecuencia de esa mala actuación de las derechas, las izquierdas se defendieron:
Era una lucha contra las personas y los símbolos, una respuesta a los numerosos asesinatos cometidos en la zona franquista. La obsesiva persecución clerical también estuvo presente mediante hechos como: quema de imágenes religiosas y objetos de culto; utilización de iglesias como hospitales, establos y almacenes; fundición de campanas para munición, supresión de los actos religiosos; asesinatos de miembros del clero; e incluso exhumación de curas y monjas.[1].
Tal como lo dicen parece que hasta se comportaban respetuosamente. La Historia vuelta del revés. En su afán de reivindicar su benéfico proceder hablan de la recuperación de hospitales como “La Casa de Salud Durruti”, (lo que no deja de tener su cierto punto de ironía), cuando su actuación, reconocida por eminentes trotskistas[2], era comparable a la de los sans-culottes parisienses de la Revolución Francesa.

El anarcosindicalista Souchy[3] describe con orgullo las actuaciones de las columnas.  Se recrea comentando la nueva fuente de granito en Calanda con la inscripción CNT-FAI situada frente a la que fue iglesia, que ha dejado de serlo porque la han convertido en un almacén de abastos, con una dependencia para carnicería, “instalación higiénica, bonita, como el pueblo no había conocido nunca. No se compra nada con dinero: las mujeres reciben carne a cambio de vales, (es decir, una vuelta a la Edad Media), …pues pertenecen a las colectividades y esto basta para obtener carne y otros alimentos”. “La C.N.T. domina. Colectivistas e individuales viven pacíficamente lado a lado”,  ̶ más bien bajo un régimen de terror, después de la razzias efectuadas a partir del 27 de julio con los vecinos del pueblo ̶ . Este anarquista con arrogancia inusitada afirma: “La farmacia pertenece a la colectividad, lo mismo que el médico.”Este último no recibe dinero. Se le mantiene como a los demás miembros de la colectividad”. Puro marxismo.

En la mejor línea de funcionamiento anarquista, presume también de que “Antes, existía una sucursal bancaria. Ahora está cerrada. La municipalidad confiscó 70.000 pesetas que destinó a la compra de productos”. Es decir, cerraron la entidad bancaria porque la habían saqueado.

Lo que Souchy omite es que para “colectivizar” la farmacia habían matado al farmacéutico, don Pascual Sauras Alegre, y. para confiscar el dinero del Banco. a D. Eloy Crespo Gasque; para evitar cualquier movimiento de control que pudiera surgir por parte de un Teniente Coronel de 60 años, asesinan a don Pablo Bernad Molinos y a un abogado, don Joaquín Sauras Barberán, y a propietarios, comerciantes, industriales, pero también a labradores, jornaleros, estudiantes, sacerdotes y religiosos. A todo aquél que intentara oponerse.

Es Calanda cuna de un gran hombre de iglesia y también de Estado: el cardenal  Antonio Mª Cascajares y Azara [4]. Preocupado por la res publica, nada humano de lo que ocurría en la España de la regencia de María Cristina de Habsburgo, le era ajeno. Interesado especialmente por las cuestiones económicas, cuando en 1891el Papa León XIII publica la famosa encíclica social Rerum Novarum, que pasa a constituirse en núcleo de la Doctrina Social de la Iglesia, la inquietud de Cascajares por los asuntos sociales le convierte en el hombre de la Rerum Novarum en España. De hecho el Papa le nombra cardenal en 1895, convirtiéndose de facto en su hombre durante aquellos años de la Regencia.

La crisis económica de España, la cuestión social, los problemas de la restauración, las intrigas dinásticas, el conflicto carlista no cerrado, las campañas de ultramar y el entorno finisecular del “desastre” le enfrentan de forma bronca con todas las contradicciones que el siglo XIX había ido creando en la sociedad española, que el cardenal trataba de mitigar utilizando su propio peculio, especialmente entre los calandinos. La tardía revolución industrial, la desvertebración social, las desigualdades, la agitación obrera asociada a la crítica religiosa, el descontento social y la que considera creciente influencia de la masonería impregnaban toda la sociedad.

“Calanda” ̶ que así solía firmar y dirigirse a sus amigos, en notas y cartas informales, utilizando el nombre de su pueblo natal ̶  tuvo gran influencia y vinculación con Santiago Alba. Sus dos principales preocupaciones eran las de los medios de comunicación y las cuestiones relacionadas con la educación, por la gran influencia sobre las gentes y las futuras generaciones, de cara a la propia evolución de la sociedad y del país. Su gran interés por la educación le llevó, siendo arzobispo de Valladolid, a luchar por crear una universidad elevando a Universidad Pontificia el seminario. También estableció allí el colegio de huérfanos militares de Santiago. Las buenas relaciones que en todo momento mantuvo con el Ejército se manifestaron en el acto de imposición de su birreta cardenalicia en 1895, al ser obsequiado con un extraordinario anillo pastoral regalo del arma de Artillería. Hoy figura entre las joyas del Museo de la Virgen del Pilar de la catedral de Zaragoza.
Sirvan estas líneas de humilde homenaje a un hombre de iglesia, calandino ejemplar que intentó colaborar en transformar la sociedad de su tiempo. La deriva que se produjo aún fue mayor cuando 30 años después de su muerte, las furias desatadas del anticlericalismo revolucionario de las columnas se apoderó de la villa.

Los dominicos de Valencia se habían trasladado a Calanda en 1931, cuando vieron que las cosas se estaban poniendo turbias para la Iglesia en España. Situado a media distancia entre Zaragoza y Teruel quedaba como escondido en la geografía española, así que pensaban que la vida allí les ofrecería cierta tranquilidad, sin las tensiones que se producían en las grandes ciudades. Se establecieron en el antiguo convento de San Antonio de Padua de los Capuchinos de Calanda  fundado en el año 1750 que aquellos tuvieron que abandonar con motivo de la desamortización.

Situado el Convento en la ruta de las columnas hacia Teruel y Zaragoza y próximo a zonas mineras, era peligroso en caso de conflicto. El 25 de julio de 1936 los frailes dominicos celebraron la misa con cierta serenidad. Pero dos días más tarde corrió la voz de que los milicianos catalanes iban a copar el pueblo. Por tanto, el Padre superior mandó desalojar el convento.

El padre Lucio Martínez Mancebo, Maestro de Novicios y Subprior, se preocupó de que los jóvenes saliesen del Convento y buscasen acogida fuera de Calanda, hacia Zaragoza. Al despedirlos con su bendición les aconsejó que de llegar el caso de dar la vida por la fe, lo asumiesen con valentía.

Efectivamente, el 27 los milicianos ocuparon el pueblo y empezaron a detener gente. Él con algunos religiosos quedaron en el Convento que al ser asaltado, tuvieron que refugiarse en casas particulares.

Al amenazar de muerte a los que ocultaban frailes en su casa, salieron a la calle donde fueron apresados, y dos días después fusilados. Subidos al camión que los llevaba al lugar del martirio, inició con voz poderosa el rezo del Rosario hasta el lugar del suplicio, en el que manifestaron su perdón a todos, consumando el sacrificio de su vida al grito de ¡Viva Cristo Rey! Tenía 34 años.

El ferrolano padre Antonio López Couceiro de 67 años, sirvió de ejemplo y estímulo para los demás en las horas trágicas que precedieron al sacrificio de su vida. Les recordó la conveniencia de la confesión sacramental en aquellos momentos, y la absoluta necesidad de perdonar evangélicamente. Por querer ayudar al religioso mayor del grupo, que se desplazaba con dificultad, ambos fueron apresados. Malherido, caído en tierra, juntó las manos, miró al Cielo, y le oyeron musitar: «¡Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen!». Fueron sus últimas palabras.

Tirso Manrique Melero, riojano de 59 años. Fue un predicador apóstol de la doctrina social de la Iglesia. Espiritualmente era de profunda piedad y vigoroso sentido ascético. Se le veía a veces un tanto abatido ante el futuro que intuía conflictivo. Era un fondo de humildad y conciencia de pequeñez que le hacía sentirse poca cosa en momentos difíciles. No le importaba morir, pero le preocupaba el no estar a la altura de las circunstancias. Sin embargo hizo frente a momentos duros. Fue rechazado en varias casas, ya que la presencia de un fraile resultaba peligrosa. Saboreó la amargura de quienes se lo habían ofrecido todo y a la hora de la verdad, se lo negaron todo.
No le quedó más refugio que sentarse en un banco de la plaza de Calanda y esperar. Poco después era apresado y conducido donde estaban los demás. Aquella misma noche todos fueron fusilados.

Felicísimo Díez González A sus 29 años estaba en sus primeros años de vida sacerdotal, que ejercía como profesor de los aspirantes al hábito en la Orden. Parece ser que era de los que veían con mayor claridad la conflictiva situación social. Entre bromas y veras se despedía a veces aludiendo a la eternidad. Al llegar la persecución fue de los primeros en ser detenido, junto con otros dos miembros de la Comunidad. Los llevaron a Alcañiz donde los milicianos quisieron matarles ya. De momento los liberó la energía del comandante militar que exigió fuesen devueltos y juzgados en Calanda, de donde procedían. Fueron los tres primeros frailes que entraron en la cárcel.

Gumersindo Soto Barrios Piadoso Hermano de Obediencia, ejemplo de religiosidad. Piadoso Hermano de Obediencia, ejemplo de religiosidad sencilla y profunda. Gran trabajador, con dotes de organizador y muy dado a las Matemáticas, lo que le valió el haber sido profesor de los aspirantes al ingreso en la Orden. Hizo honor a su nombre, no sólo siendo obediente hasta la muerte, sino obedeciendo lo mejor que podía. Al llegar la persecución contaba 67 años de edad y 37 de vida religiosa, pero por sus achaques no estaba en condiciones de largas caminatas. Al ver que su presencia en casas particulares comprometía y él no podía andar, optó por abandonarse en manos de la Providencia y quedó sentado en un banco de la plaza del pueblo. Apresado fue conducido a Alcañiz, pero devuelto a Calanda para ser juzgado. En la cárcel encontró los otros miembros de la Comunidad y todos se prepararon para la hora final.

Saturio Rey Robles Amigo inseparable del P. Felicísimo, (y de su misma edad), lo fueron hasta el martirio. El ejemplo, fortaleza y oportunas   palabras del P. Antonio fueron el aliento definitivo así como las del P. Couceiro: “Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha compartiendo con ellos el mismo ánimo que recibimos de Dios”.

Lamberto de Nasvascués y de Juan. De familia noble, educación exquisita, formación humana completa y gran poder de captación. A punto de terminar la carrera de Derecho, renunció a todo y solicitó ser religioso en calidad de Hermano Cooperador. Tuvo que lu­char mucho pues la mayoría consideraron un desacierto su decisión. A mediados del 1936 era novicio-cooperador en el Convento dominicano de Calanda (Teruel). Al llegar la persecución la Comunidad tuvo que desperdigarse, pero fray Lamberto quiso quedarse con los religiosos ancianos en el Convento y sufrir la suerte de losmayores. Después de muchos malos tratos de palabra y de obra, fueron cargados en un camión y conducidos al lugar del martirio. Rezando el Rosario en voz alta y perdonando de corazón a sus verdugos, fueron fusilados a unos seis kilómetros del pueblo, mientras ellos proclamaban “¡Viva Cristo Rey!”. Tenía 25 años de edad y llevaba dos meses y algunas semanas de novicio en la Orden.

Manuel Albert Ginés. Iba a cumplir 70 años y llevaba 45 de plena dedicación sacerdotal en Calanda, primero como capellán del santuario local del Pilar y después también como coadjutor de aquella Parroquia. Era tenido en gran consideración y estima por su ejemplaridad y obras de caridad con atención a los enfermos. Al llegar la persecución, se mantuvo sereno en su casa, que fue la primera que asaltaron los revolucionarios. Detenido, hicieron un simulacro de juicio y fue condenado sólo por ser sacerdote diocesano. Pidió le uniesen al grupo de dominicos encarcelados y se lo concedieron. Dos días estuvieron juntos en la cárcel preparándose para el martirio que veían seguro. De la cárcel los sacaron y los mataron en la partida “Nueve Masadas” de este término, donde los dejaron abandonados por espacio de cuatro días, al cabo de los cuales procedieron a su enterramiento en el mismo lugar, no sin antes haber intentado quemarlos y destrozado los cráneos.

José María Muro Sanmiguel. En 1935, a los 40 años, siendo un joven sacerdote secular, ingresó en la Orden llevado de su afán misionero y mártir. Cuando llegaron los días de persecución, estaba en Calanda completando estudios. Comprendía la gravedad de la situación, sugiriendo la conveniencia de marchar a Zaragoza, pero siempre en manos de la Divina Providencia. Al ser asaltado el Convento, tuvo que huir perseguido a tiros, pero la copa de un tupido olivo le ocultó de sus perseguidores. Inició su calvario en busca de refugio y en este menester se encontró con Fray Joaquín Prats Baltueña de 21 años compañero del convento de Calanda y juntos intentaron refugiarse en casa del abuelo paterno de fray Joaquín en un pueblo a pocos kilómetros del monasterio. Al llegar al término municipal de Castelserás, desconocedores de aquellos parajes, pidieron orientación para dirigirse a Alcañiz.

Traicionados por una mujer que les orientó hacia una patrulla de milicianos, fueron detenidos y encerrados en un lóbrego calabozo. Fueron sometidos a un juicio en medio de burlas y frases sumamente ofensivas, que recibieron con la cabeza baja y en silencio. Al joven fray Joaquín se le prometió la libertad si gritaba “¡Viva el comunismo!”. A lo que él contestó por tres veces “¡Viva Cristo Rey!”. Llevaba ocho meses de noviciado para clérigo. Su vocación sacerdotal mantenida durante diez años le impulsó a ingresar en la Orden, en 1935, a raíz de unas visitas a Lourdes
Estos dos últimos dominicos  mencionados fueron fusilados en las afueras del pueblo de Castelserás el día 30 de julio y don Narciso Llombart Gil de 63 años, párroco de Calanda, en Valdealgorfa el 20 de agosto.

Los restos de los Caídos reciben cristiana sepultura

La Iglesia dedicada a  Nuestra Señora de la Esperanza es una construcción del siglo XVIII de estilo neoclásico, que consta de tres naves (elevándose la central sobre las laterales), crucero no acusado en planta y cabecera recta. La barbarie anticlerical desatada por las columnas anarquistas destrozaron sus magníficos retablos y obligaron a una gran reforma del templo. Lo que hoy puede verse del edificio no es sino una sombra de su pasado esplendor.  

El otro gran edificio religioso de Calanda es el templo de Nuestra Señora del Pilar (s.XVIII). Tiene su origen en la pequeña ermita contigua a la casa de Miguel Pellicer que se construyó tras el 'Milagro’ (1640). El 29 de marzo de 1998 se inauguró la Casa Museo de Miguel Pellicer, situada en la plaza del Pilar nº 3, en la antigua casa del capellán del Pilar. Aquí fue trasladado el altar mayor del convento del Desierto tras la exclaustración y desamortización de 1835 que cien años después fue quemado. Las dos campanas que procedían también del mismo monasterio, fueron arrancadas del campanario y llevadas a Barcelona para ser reutilizado su material con fines bélicos. 

El Convento de Capuchinos de Calanda, antiguo Convento de San Antonio de Padua y actual Casa de Cultura de la villa, es un edificio de estilo barroco y una de las más importantes edificaciones de la Orden de los Capuchinos en la provincia de Teruel. En la época de la guerra civil fue convento de los mencionados Padres Dominicos, pero una vez asesinados, los anarquistas lo utilizaron, tal como afirma, el anteriormente mencionado, Souchy:  "El mejor edificio del pueblo, un antiguo convento, es ahora escuela, que funciona conforme a los métodos de Ferrer [5]. Antes, no había más que ocho maestros. La colectividad ha nombrado a otros diez más". 

La iglesia de San Miguel fue totalmente destruida, los demás templos saqueados, todos ellos profanados y, como acostumbraban,  destinados a garajes y almacenes. El valor material aproximado de estos destrozos es de gran importancia para la época. Artísticamente, la pérdida es irreparable. Fue profanado el cementerio y de las sepulturas de la antigua necrópolis en la iglesia parroquial sacaron todos los cadáveres y restos fuera de los nichos y los abandonaron esparcidos por el pavimento; las imágenes y reliquias fueron arrojadas al fuego y las ropas, objetos litúrgicos y vasos sagrados, expoliados. 

Es necesario recordar que la actuación en toda España de las diferentes columnas anarquistas en sus ataques a la religión y a los valores tradicionales, eran coincidentes en su odio porque seguían las consignas impuestas por marxistas y trotskistas; por ello Andrés Nin, dirigente del partido revolucionario POUM, proclamaba en un mitin llevado a cabo el 8 de agosto de 1936 que habían resuelto la cuestión religiosa: “Nosotros lo hemos resuelto totalmente yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto”. 

Afirmación que fue ratificada el 5 de marzo de 1937 por  José Díaz[6],  secretario general de la sección española de la III Internacional,  en Valencia :“En las provincias en que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia, en España, está hoy día aniquilada”.


“Pueblo que no sabe su historia es un pueblo condenado irremediablemente a la muerte” (Marcelino Menéndez Pelayo).

[1] http://www.terueltirwal.es/teruel/teruelsigloXX.html
[2] Pierre Broué (1926-2005) historiador y militante trotskista francés
[3] Augustin Souchy (1892-1984) fue un antimilitarista, ácrata y periodista alemán, muy activo dentro del movimiento libertario en todos los lugares donde residió y trabajó con anarquistas famosos incluyendo a Rudolf Rocker y a Piotr Kropotkin. Participó dentro de la Confederación Nacional del Trabajo en España y en la Revolución española  durante la Guerra Civil.
[4] D. Antonio María de Cascajares y Azara, hijo de D. Agustín Cascajares y Bardají y Dña. Catalina de Azara y Mata, nació en Calanda el 2 de marzo de 1834. Descendiente directo de los baroneses de Bárcabo por su padre y marqueses de Nibbiano por su madre, se dedicó a la carrera militar hasta que sintió la vocación religiosa. Falleció en Calahorra (La Rioja) el 27 de julio de 1901.
[5] Francisco Ferrer Guardia (1859-1909) famoso pedagogo libertario español que recogió la tradición moderna iniciada por Rousseau en el siglo XVIII -contraria a la autoridad y a la cosmovisión religiosa-, para adaptarla al anarquismo y el librepensamiento.
[6] Se suicidó en Tiflis (Georgia) en 1942. Sus restos fueron repatriados por el PCE, celebrándose el 30 de abril de 2005 en Sevilla un homenaje dispuesto por la organización federal y regional del Partido. Al día siguiente, 1 de mayo, antes de su traslado al cementerio, sus restos fueron transportados al Ayuntamiento de Sevilla, donde el alcalde leyó el nombramiento de hijo predilecto de la ciudad otorgado por unanimidad de todos los grupos políticos municipales. Conviene recordarlo.

Valentina Orte