miércoles, 27 de marzo de 2013

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: Santiago Carrillo: las hemerotecas sí tienen memoria


CUANDO UNO COMIENZA A ECHAR A LA CARA LOS MUERTOS DE LA GUERRA CIVIL ESTA CREANDO UN AMBIENTE DE VENGANZA
La frase lapidaria que utilizamos en el encabezamiento no la utilizó ningún preboste franquista durante la transición como formula para pasar página y olvidar el pasado.

Las hemerotecas pueden jugar malas pasadas y dejar en evidencia a más de uno. Ya el propio Felipe González, secretario general del PSOE, había expuesto al canciller alemán Helmut Schmidt la necesidad de que el Gobierno español concediera una “amnistía total como medio de reconciliación [1] durante la época de la transición.

En el trabajo que vamos a rescatar del olvido veremos que esta falta de coherencia – de decir hoy una cosa y mañana la contraria- no es patrimonio solo del presidente Felipe González sino que también formaba parte del corolario de uno de los personajes más controvertidos que ha dado la política española del siglo XX.

En 1977 la periodista alemana Jutta Fischbech, del semanario Der Spiegel hizo una serie de entrevistas de actualidad a lo más granado de la política española. Por sus manos pasaron personajes de la talla de Felipe González, Adolfo Suárez, Manuel Fraga y Santiago Carillo.

Nos pararemos, para nuestro estudio, en este último personaje y en el reportaje que hizo al Secretario del PCE en Enero de 1977 y comprobaremos como en un espacio tan reducido Santiago Carrillo no da una a “derechas” por la cantidad de falsedades y medias verdades que encontramos en la entrevista. Se han escrito verdaderos ríos de tinta sobre Carrillo por lo que aquí única y exclusivamente nos ceñiremos a lo que dijo en esta interviú.

Y sin más dilación pasemos a leer la parte de la entrevista que nos interesa haciendo la reseña que cuando aparece la palabra Spiegel se está refiriendo a la periodista germana antes expresada.

Entrevista de Jutta Fiscobech a Santiago Carrillo ( Nº 5 del semanario De Der Spiegel. 24 Enero de 1977, paginas 83-86)
SPIEGEL: ¿Qué le parece que actualmente se acuerden de su pasado. “El Alcázar”, la revista de los combatientes franquistas ha abierto el debate sobre el papel que jugó como Jefe de seguridad de la Junta de Defensa de Madrid, en noviembre de 1936[2]. El diario le acusa de ser el responsable de las ejecuciones en masa de miles de prisioneros que fueron trasladados desde Madrid a Valencia. Cómo responde usted a este cargo?
CARRILLO: Si escucho esa acusación, respondo que la inculpación es falsa, es decir: Yo no soy el responsable de las muertes de estas personas. Es cierto que el Gobierno había decidido evacuar a los presos a Valencia. La evacuación de los fascistas reconocidos comenzó después del 1 de noviembre, mientras que yo accedí a mi puesto el 7 de noviembre. Y el mismo día 7 de noviembre la Junta de defensa decidió “que yo me encargara de detener la evacuación”.
SPIEGEL: ¿Podría describir las funciones del ex jefe de seguridad?
CARRILLO: Yo no era un jefe de policía, era más bien una especie de Ministro del Interior.
SPIEGEL: En otras palabras, más que un jefe de policía.
CARRILLO: De todos modos: Durante la tarde del 7 Noviembre, se constituyó la Junta (de defensa de Madrid). En este momento, Madrid estaba casi rodeado, sólo había una salida. No teníamos tropas, sin municiones, ni fuego anti-aéreo, no teníamos de nada esa noche. Estábamos convencidos de que Madrid caería. Me pasé toda la noche en el metro pronunciando discursos y levantando la moral de la población que en aquel tiempo estaba muy decaída. Los ataques de la Luftwaffe y el bombardeo por la artillería habían comenzado…
SPIEGEL: ¿Quiere decir usted ni siquiera sabe quién fue el responsable de los fusilamientos de los prisioneros evacuados?
CARRILLO: Tengo en mi mente quien pudo ser. Pero no quiero acusar a nadie. Debido a que igual que las personas que me acusan , como el general Yagüe que admitió que fueron fusilados en Badajoz 4000 trabajadores porque no podía dejar detrás de sus líneas 4000 rojos yo podría publicar una lista de 12 000 presos, con entradas y nombres, que fueron asesinados en dos prisiones de Madrid después de la guerra. Pero yo no publicaré esa lista. Porque cuando uno empieza a tirar al otro a la cara los muertos de la Guerra Civil, esto significaría crear un ambiente de venganza en este país.
SPIEGEL: ¿Sr. Carrillo, usted nos puede decir categóricamente que personalmente no dio ninguna orden de ejecución?
CARRILLO: Puedo decir muy claramente que nunca di esa orden.
Comienza expresando que “el mismo día 7 de noviembre la Junta de defensa decidió que yo me encargara de detener la evacuación”. Sin comentarios, pues entre el 7 de Noviembre de 1936 y el 24 de diciembre de 1936 fecha en la que dejaba Santiago Carrillo la Consejería de Orden se llevaron a cabo las mayores matanzas cometidas por el bando Frente Populistas en Madrid.

Expresa que fue el 7 de Noviembre cuando lo nombran Consejero de Orden Público, la cuestión no es baladí, pues se le nombró realmente entre la noche del 6 y la madrugada del 7 de Noviembre. Esa noche- la madrugada del 6 al 7 -no la paso lanzando arengas en el metro de Madrid sino reunido con el resto de la Junta en el Ministerio de Guerra-. La noche del 6 no hubo bombardeos por parte de la Fuerza Área Rebelde sobre Madrid. Fue al día siguiente cuando el bombardeo aéreo causó un muerto y 16 heridos.

Camposanto martirial de Paracuellos del Jarama (Madrid)

Toma un pésimo ejemplo para comparar situaciones que nada tienen que ver. Y decimos mal ejemplo pues como ya hemos demostrado el periodista norteamericano John T. Whitaker nunca, repetimos nunca, llegó a entrevistar al entonces Teniente Coronel Yagüe [3] y por lo tanto, si no se cumple la primera premisa-existencia de la entrevista- es imposible que Yagüe exprese:
Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Qué iba a llevar 4000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?.
Pero es que “más a más”, que diría el catalán, es falso de toda falsedad que en dos prisiones de Madrid se fusilara a 12.000 presos durante la posguerra.

Pero la traca final la encontramos en esta frase que debe pasar a la historia de la hipocresía de este país llamado España: «Porque cuando uno empieza a tirar al otro a la cara los muertos de la Guerra Civil, esto significaría crear un ambiente de VENGANZA en este país».

Si, el mismo Santiago Carrillo que fue utilizado como icono de la lucha contra el franquismo por la Memoria Histórica en los años del zapaterismo y que escribió libros contra el olvido y la reconciliación, pasando página a la Guerra Civil nada más y nada menos que en 1977. Si el tema no fuera tan serio provocaría alguna carcajada.

Moisés Domínguez Núñez



[1] El País, 07/01/1977
[2] El Alcázar, 3 de Enero de 1977 y 10 de Enero de 1977
[3] Francisco Pilo, Fernando de la Iglesia y Moisés Domínguez, La Matanza de Badajoz ante los Muros de la Propaganda, Madrid: Libros Libres 2010, página 282.

jueves, 21 de marzo de 2013

EDUARDO MONTES: La familia Galileo

Iniciamos la publicación de una serie de testimonios históricos concreto que demuestran hasta qué punto es falsa y mentirosa la afirmación de que la Religión y la Ciencia son incompatibles, de que no puede progresar la Ciencia si antes no disminuye el influjo de la Religión 

Y los ejemplos concretos –como verán nuestros lectores- son abundantísimos. Por eso no pretendemos agotar la materia sino sólo presentaros algunos de los casos más instructivos para liberarnos de la mentira antes citada y ayudarnos a vivir en la acción de gracias a Dios por habernos hecho hijos de la Iglesia en cuyo seno vivieron y murieron todos estos grandes científicos.



La presunta oposición entre Catolicismo y progreso científico es una completa falsedad. Pero falsedad que, como en otros casos, ha sido un éxito de propaganda y se ha introducido en las mentes de la mayoría de sus destinatarios. Para estas victimas inconscientes de una propaganda engañosa el progreso científico se ha tropezado siempre con la oposición de los eclesiásticos y ha tenido que abrirse paso soportando siempre la persecución que contra él desencadenó la persecución fanática de la máquina inquisitorial.

Sólo la ignorancia en el mejor de los casos y la mala fe en el peor puede explicar que semejante mentalidad se mantenga en pie sin importarle al parecer demasiado hechos como que Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) el fundador de la moderna química fuera condenado a muerte y guillotinado no precisamente por la inquisición sino por un “tribunal” de la Francia revolucionaria y que la incomprensión que rodeó toda su vida y algunos años después de su muerte los trabajos del fundador de la Genética Gregorio Mendel (1822-1884), que además era religioso agustino, no procedieran de inquisición alguna sino de científicos contemporáneos suyos.

Hoy nos ocupamos del caso de Galileo Galilei (1564-1642) considerado por Wikipedia como “el mejor ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental”. Y sí que es el “mejor caso” pero no de conflicto alguno sino de una falsedad en la que creen no pocos católicos hasta el punto de que no sabiendo qué hacer con su Historia –por estar compuesta de hechos tan “vergonzosos” como éste- acaban no sabiendo qué hacer con su Fe.

Por los límites que hemos fijado a estos artículos nos limitamos a unas observaciones del P.Jorge Loring y del periodista italiano Mauro Faverzani, que recoge lo publicado sobre el astrónomo por el cotidiano alemán Die Welt el 3 de noviembre del presente año. Concluiremos con aquella parte de la ajetreada vida del científico de Pisa a la que hacemos alusión en el título de este modesto trabajo.
“…la Iglesia , en aquel momento, juzgó a Galileo como los mejores astrónomos de su tiempo. Todos los que estudian los argumentos de Galileo afirman que él no probaba su hipótesis. Por eso no convenció a Tycho Brahe (1546-1601) contemporáneo suyo que siguió siendo geocentrista como Tolomeo (c. 100 – c.170)…Galileo fue condenado por su insistencia en interpretar la Escritura. La Iglesia le dijo que se limitara a presentar sus ideas como una hipótesis científica y no quiso hacer caso”[1]
“Vale la pena recordar en qué consistió la “condena”. Nada de cárcel y, por tanto, nada de tortura o aislamiento o censura alguna hasta el punto que la considerada su obra maestra –Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias- fue publicada cinco años después de la sentencia. Solamente el rezo de los siete salmos penitenciales cada semana a lo largo de tres años, obligación que el imputado delegó, con aprobación eclesiástica, en su hija monja, Sor María Celeste”[2]
Concluyamos con lo que justifica el título del presente artículo.

Galileo Galilei tuvo tres hijos de los que dos fueron monjas clarisas en el mismo monasterio con los nombres de Sor Arcángela y Sor María Celeste y un hijo llamado Vincenzo. El dato de las dos hijas monjas tiene un valor relativo en cuanto que el astrónomo, cuya vida personal no fue precisamente modélica, no se casó con Marina Gamba que era la madre de las tres criaturas y al ser esta ilegítimas no era fácil para ellas el acceso al matrimonio. Distinto es el caso de Vincenzo Galilei que sí fue legitimado y se casó con Setillia Bocchineri y uno de cuyos hijos, nieto por tanto del astrónomo, sería el padre Cosme Galilei religioso paul y fundador de la casa de su Congregación en Nápoles en 1668.

Vincenzo tuvo otros hijos además del citado Cosme. Uno de ellos Carlo Galilei se casó con Alessandra Pancetti de la que tuvo tres hijos Setillia, Vincenzo y Polissena. Y aquí hay otro dato seguro con el que concluimos nuestra enumeración sobre la descendencia religiosa del “mejor ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental[3]. Vincenzo Galilei se casó con Rosa Perosio de la que tuvo dos hijos uno de los cuales Carlo Galilei fue religioso servita[4]

Eduardo Montes Esteire

__________________________


[1] Jorge Loring, PARA SALVARTE, Madrid 1998, 194.
[2]  Mauro Faverzani, artículo citado.
[3] Wikipedia, artículo dedicado a GALILEO GALILEI.
[4] Para ampliar información: Missionari Vincenziani.  Via Vergini, 51.   80137 NAPOLI.   Tel.  081454811.  Fax 081445843.   stefano.angiuli@vincenziani.it 

domingo, 17 de marzo de 2013

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: El secreto de Packard al descubierto. Badajoz, agosto de 1936



Uno de los misterios que aún quedaban por resolver sobre los periodistas que entraron en Badajoz el 15 de Agosto de 1936 era saber el nombre del corresponsal de la Agencia norteamericana United Press que había escrito sobre la matanza de Badajoz y que hasta la fecha no había sido descubierto.
En su tiempo, la crónica que escribió este corresponsal creó una verdadera polvareda informativa aprovechada en la Guerra de la propaganda por el bando vencedor para “probar” que las crónicas sobre la masacre de Badajoz habían sido inventadas[1].

En nuestro libro La Matanza de Badajoz ante los Muros de la propaganda[2] ya descubrimos que fueron tres y no uno los corresponsales de la United Press que entraron en Badajoz el 15 de Agosto de 1936. Habiendo sido posible localizar los reportajes que enviaron, ya fuera desde Badajoz ya fuera desde Elvas( Portugal) , los corresponsales  Adolfo Da Rosa y  Jean de Gandt, quedaba por descubrir quién fue el autor del tercer reportaje que había salido publicado, entre otros periódicos, en la edición parisina del New York Herald Tribune del día 16 de Agosto de 1936, bajo la firma de Reynold Packard.

Una vez descartado a este periodista que el día de autos (15 de Agosto de 1936) estaba realmente en Burgos había que buscar quién escribió realmente el reportaje de la discordia.

La resolución a este enigma la encontrará el lector entre estas líneas.

La United Press, Una Agencia bien informada


Al estallar la Guerra Civil la Agencia United Press desplazó a España a lo mejor de su corresponsalía. El número de reporteros es espectacular: Tomé Vieira, Stephen Wall, Irving P. Pflaum .Hebert Clark, H.Ettlinger, Leon Kay ,Jan H. Yindrich, Everrett Holles , C. Depury ,Henry T. Gorrell, Harold Peters , Charlez Foltz ,Webb Miller , Lester Ziffren , Adolfo Da Rosa , Jean D´Gandt…. Y a buen seguro que me dejo alguno en el tintero.

Para el estudio que nos interesaba, como era localizar al “hombre   fantasma” de la U.P. que estuvo en Badajoz, había que ir descartando a los enviados especiales en la zona controlada por los rebeldes. Así que una vez localizados el franco-belga Jean D´Gandt y el luso Adolfo Da Rosa, acoté la búsqueda a aquellos otros enviados especiales que habían estado cerca de Extremadura en el verano del treinta y seis. Por ejemplo, Tomé Vieira, que había estado en Salamanca o Stephen Wail que enviaba sus crónicas desde Sevilla pero en ninguno de los dos casos fui capaz de situarlo en Badajoz el 15 de Agosto de 1936.

Aquí debo hacer un ejercicio de humildad y reconocer que aunque en el libro la Matanza de Badajoz ante los Muros….apunté la posibilidad, no la seguridad, que fuera el corresponsal de United Press Harold Ettlinger quien entrara en Badajoz, he de rectificar pues este periodista en su crónica[3] se refiere realmente al bombardeo de  Irún y no a Badajoz. Aclarado este punto debíamos avanzar en la investigación.

En primer lugar veamos el artículo publicado en el New York Herald Tribune en su página 1 del día 16 de Agosto de 1936  para aclarar que es lo que pudo ocurrir:
LOS GUBERNAMENTALES DE BADAJOZ MUERTOS EN MASA POR LOS INSURGENTES (LIMPIEZA DE LA CIUDAD)
 Por Reynolds Packard (United Press Correspondent)
 Con los ejércitos insurgentes cerca de Badajoz, 15 de Agosto .- Los insurrectos hoy están limpiando Badajoz  después de la dramática captura de ayer .Después de un día de larga lucha con un sol tan ardiente que a primera hora de la tarde que varios hombres a ambos lados se desmayaron  y las hostilidades tuvieron que ser suspendidas varias horas.
Como resultado de la acertada defensa de Cáceres por  los insurrectos y la captura de Badajoz, todo Extremadura esta ahora en sus manos, permitiendo la total comunicación entre los ejércitos del norte y del sur, y amenazando a Madrid por el oeste así como desde la  Sierra de Guadarrama y con las Columnas del General Francisco Franco que marchan al norte de Granada.
 Siguen hoy las tropas en los barrios  de Badajoz .Verifiqué que la lucha continua en las calles con las tropas victoriosas. Estas siguen “limpiado” a las  fuerzas de oposición que aun quedan. Durante la noche en un esfuerzo desesperado  siguieron  disparando  sobre los insurrectos  Aguantaron todo lo que pudieron con la intención de escapar a través del cauce seco del Guadiana hacia Portugal. De los altos muros  que rodean la ciudad, los gubernamentales siguieron disparando sobre los insurrectos esta mañana, pero coches armados patrullaban  por la ciudad, limpiando todo a su paso.
 Los aviones volaron, esta mañana, pero la ayuda llegaba tarde pues los  3.000 milicianos del frente popular y unos pocos cientos de soldados leales habían sido reducidos en el contraataque final. La mayor parte de los defensores fueron encerrados  en el viejo castillo, que hizo de Badajoz una de las ciudades mejor defendidas en España .Tan rápido como ellos fueron capturados defensores gubernamentales fueron ejecutados en matanzas de masas, y los milicianos, comprendiendo  que de ser capturados le espera el mismo final”.
Como vemos salvo la referencia a que se están cometiendo “ejecuciones en masa “el  reportaje es bastante light comparado con los que enviaron otros reporteros, V. gr. Jacques Berthet.
Básicamente lo que sucedió es que con fecha del 19 de Enero de 1937, el Manchester Guardian publicó una carta de Arthur Rothstein, fotógrafo norteamericano, en la que decía que el Sr. Nathaniel Reynolds Packard (Atlanty city 1903-1976), había sido testigo de la masacre de Badajoz. Ante las graves repercusiones que esta afirmación podía tener para el trabajo que Packard estaba desarrollando en la España rebelde éste envía el telegrama siguiente al Sr. Webb Miller, Gerente de News Eurepean de la United Press en el mes de Enero de 1937:
He sido convocado en Salamanca en relación con el párrafo aparecido en la carta firmada por Andrew Rothstein publicada en el Manchester Guardian del 19 de enero citándome como testigo presencial describiendo los asesinatos en masa en Badajoz. La carta afirma que el artículo fue publicado en la edición de Paris del New York Herald Tribune el 16 de Agosto y el mensaje fechado en Badajoz el 15 de Agosto con mi firma. El capitán Bolín, representante de la oficina militar de prensa de los Nacionalistas, demanda que usted informe al Manchester Guardian que nunca escribí tal artículo y que nunca he estado en Badajoz. Si usted recuerda, le señalé hace meses que había un número de misteriosos mensajes aparecidos con mi firma, los cuales nunca he escrito y fechados en sitios que nunca he estado, Le doy mi palabra de honor que no sé nada sobre este mensaje de Badajoz, el cual, obviamente es uno de ellos. Francamente pienso, que en vista de la gravedad de esta situación, usted debería investigar a fondo este mensaje y exonerarme ante los ojos del Gobierno Nacionalista ya que estaba en Burgos durante la captura de Badajoz, donde nunca había estado. Debo subrayar que el Gobierno Nacionalista está tomando una actitud seria con respecto a este mensaje. Por cierto, señalado que una de las razones que me dieron los Nacionalistas fue el reforzar la cobertura de noticias y para prevenir cualquier desliz en la manipulación de noticias españolas, y desde entonces estoy seguro de que sólo las cosas que he escrito han aparecido bajo mi nombre, y no de la Oficina de United Press de fuera de España, que se ha permitido volver a escribir historias como si fueran procedentes de dentro de España[4].
Como vemos el Capitán Bolín “llamó a Packard a Salamanca, donde le amenazó. Packard, aterrorizado, envió un cable a Webb Miller, jefe de la oficina europea de United Press en Londres, rogándole que informara a Bolín de que él no había escrito el texto ofensivo, lo que aquél hizo[5]. La United Press declaró que el cablegrama en cuestión no lo había enviado Packard aunque no negaron la veracidad de la crónica. Bolín pasó esta respuesta al comandante inglés pro-nacional Geoffrey McNeill-Moss[6] quien la utilizó, como prueba de cargo, para desprestigiar los reportajes  “inventados “que se habían difundido sobre la masacre de Badajoz. Un estudio más pormenorizado de este “affair”  podemos encontrarlo en nuestro trabajo citado La Matanza de Badajoz ante los Muros de la propaganda (pp. 233-257).



Y entran en juego “Pack y Pebe” o simplemente Packard


Hasta la fecha no se había barajado ningún nombre, salvo la anotación, anteriormente aclarada, que realizamos en nuestro Libro La Matanza de Badajoz ante los Muros de la propaganda (p. 124). A lo más que llegó Herbert Rutledge Southworth  en su trabajo Guernica!, Guernica! fue a exponer que: “los mensajes de la Agencia se firmaban a veces con el nombre del jefe de la oficina en el país de origen , haya o no haya escrito el mensaje .Esto explica el error cometido en París en atribuir a Packard el cable. El suceso ocurrió en el territorio que controlaba técnicamente Packard[7]. Dejando abierta cualquier posibilidad.

Para conocer qué es lo que realmente paso hay que acudir a otras fuente. Así hacemos referencia al informe Hispanicus que expresa al respecto: “Otro corresponsal de la United Press, probablemente uno del servicio personal del señor Packard ,lo hizo[8]. No indica ningún nombre pero da a entender que fue alguien muy cercano a Reynold Packard. En el telegrama enviado a Miller, Reynolds Packard nos da otra pista muy interesante: “Le señalé hace meses que había un número de misteriosos mensajes aparecidos con mi firma, los cuales nunca he escrito y fechados en sitios que nunca he estado .Le doy mi palabra de honor que no se nada sobre este mensaje de Badajoz , el cual obviamente es uno de ellos[9]. Efectivamente Reynold Packard no esta mintiendo o más bien no dice toda la verdad como veremos a continuación.

Para descubrir definitivamente el secreto de PACKARD tenemos que bucear en su biografía o mejor dicho biografías. Reynolds Packard  estudió en la Universidad de Bricknell. Jugaba en el equipo de Rugby y sufrió una lesión que para su fortuna le hizo ser periodista. Destinado en Buenos Aires como redactor de la United Press. Después fue trasladado a París y allí trabajo para el Chicago Tribune. Después vuelve a la United Press siendo destinado a varias capitales europeas. En 1930 en París conoce a una joven reportera de la United Press llamada Eleanor Cryan[10] con la que contraerá matrimonio el 28 de Octubre de ese año en la ciudad del amor.

El viaje de novios lo hacen por los mares del Sur. Al regreso de la luna de miel se instalan en Viena (Austria). A partir de entonces los Packards decidieron unir su destino en uno solo, trabajando juntos como un equipo y cubriendo los conflictos más importantes de la década de los treinta. Así fueron destacados para cubrir la invasión italiana de Etiopia y Albania, la Guerra Chino-Japonesa y la Guerra Civil Española en 1936. Después de trabajar para United Press durante la II Guerra Mundial entraron en 1948 en el New York Daily News en Roma. Cubrieron la muerte de los tres Papas Pio XI (1939), Pío XII (1958) y Juan XXIII (1936). Del desparpajo y descaro de Eleanor podemos mencionar que fue la primera mujer recibida en audiencia papal ataviada con  pantalones .Esta anécdota no es baladí, como veremos a continuación, para conocer cómo Eleanor afrontaba los retos que le ofrecía la vida de un corresponsal de guerra.




En el mundillo periodístico eran conocidos como Pack y Pebé. Un matrimonio muy particular, con fama de extravagante, practicando el confuso ejercicio “de no estar donde decían estar” y que para echar más leña al fuego del desconcierto firmaban sus artículos con un singular PACKARD. Hago un pequeño paréntesis pues Reynolds y Eleanor Packard me hacen recordar a la famosa pareja de foto-reporteros Gerda Taro y Robert Capa (monta tanto-tanto monta) que en alguna ocasión unieron sus trabajos durante la Guerra Civil española. Además no podemos olvidar, por su relevancia, la filosofía con la que los PACKARDs entendían el periodismo: “Si uno tiene una buena historia, lo importante es publicarla inmediatamente. Más tarde te preocuparás de los detalles. Y si es necesario enviar alguna corrección, aprovecha para convertirla en otra buena historia[11].

En este tándem Eleanor no desempeñaba un papel secundario, ni mucho menos, de hecho era ella la que llevaba la voz cantante. Era una mujer físicamente hablando “alta y corpulenta”, aventurera, intrépida e incluso temeraria. Era capaz de pilotar “sola” un avión de avituallamiento con ropa de cama, alimentos, agua y equipos por el desierto de Egipto, como de ser la única periodista en pilotar un avión de observación durante la Guerra Italo-Etiope en Abril de 1936. Se había criado entre hombres rudos en un rancho en Yakima, Washintong[12] y había viajado a los confines más inhóspitos del globo terráqueo. Fue capaz de sobresalir en  un mundo hecho para hombres porque ella no aceptaba ningún favor en razón de su sexo. Su capacidad está totalmente reconocida por el mundo de la prensa pues era capaz de obtener una primicia por delante incluso de sus compañeros de trabajo masculinos[13].

En Julio de 1936 después de haber disfrutado unas vacaciones en New York el redactor jefe de United Press en París emplaza al dúo Packard en su despacho y les ordena que se desplacen inmediatamente a España. Llegan a Hendaya y entran a España por Dancharinea (Navarra)  desembarcando en Burgos donde montaran su “cuartel general[14]. En fecha tan temprana como el 24 de Julio de 1936, Eleanor consigue una entrevista de quince minutos con el General Queipo de Llano. Pero lo que realmente le interesa a Eleanor Packard es viajar al  frente de batalla .No es mujer de retaguardia. Siguiendo con el relato en un artículo publicado en el diario Pittsburgn Press bajo el titulo Woman Reporter Scores Year´Best News Beat[15],donde se describe la semblanza de esta mujer de bandera, descubrimos su secreto mejor guardado:

A year  later the Packards were in Spain reporting  the Franco side of the Civil War. Both were stationed at Burgos, the Rebel capital, but Mrs.Packard made numerous trips to the French border, REPORTING HOSTILITIES IN THE BORDER TOWNS and carrying dispatches out of the country for her husband”.

Como comprobamos este tándem funcionaba de la siguiente manera, mientras Reynolds Packard no se movía de Burgos era ella quien llevaba los artículos de su marido a la frontera hispano-francesa para evitar la censura y lo que es más importante HACÍA REPORTAJES EN LAS CIUDADES FRONTERIZAS. Así descubrimos a través de sus crónicas que estuvo en los frentes de Extremadura, Toledo y Madrid en el Otoño de 1936.

No se amilana ante nada y ante nadie .En una de sus incursiones en el frente ella misma nos expresa:
Me alojé en un hotel de Talavera de la Reina y todos los días conducía a 90 millas para ir a las líneas del frente con otros corresponsales .Los pueblos, antaño rodeados de hermosos jardines, están desiertos ,llenos de escombros ,muebles rotos, ropas destrozadas y llenos de cadáveres ametrallados. Cada vez que asomó la cabeza fuera las balas de los tiradores (leales) zumbaban sobre nosotros como avispas. A veces nos juntábamos todos en el sótano de alguna casa y comíamos bocadillos de  tortilla española, bebíamos vino ,a chorro , en las botas de piel de cabra. El mejor momento del día, por supuesto, era cuando regresábamos a casa. Incluso entonces teníamos miedo de que nuestro camino hubiera sido cortado  o que fuéramos  atacados”[16].
Pero lo que nos interesa realmente es que a mediados del mes de Agosto de 1936 la acción se desarrolla en el mediodía español y surge la oportunidad de viajar al sur pues las autoridades militares de Burgos autorizan aun grupo de reporteros para desplazarse a Extremadura. Junto a Eleanor Packard viajaron Harold Cardozo[17], Edmon Taylor y John Elliot mientras tanto Reynold Packard se quedaba cubriendo la Guerra Civil en el “Cuartel General de los rebeldes en el Norte”. Ya el día 13 de Agosto de 1936 aparece un artículo firmado por un enviado especial de la U.P. en Mérida, por lo que nos acercamos a nuestro destino.

Pero es que en 1945 el periodista español y ex-comunista Mariano Perla, exiliado en Argentina, publica un diccionario de políticos, literatos, artistas, científicos contemporáneos españoles y extranjeros que nos sacará de todas las dudas. Entre sus páginas vamos a encontrar la clave definitiva para desentrañar este misterio. Sobre Reynold Packard expresa:
Se trata de un cazador brillante, que siempre halla presa entre los grandes ejemplares de la selva política .Para conseguir semejante caza mayor se vale de buenas armas-perspicacia, tenacidad y dólares- y de algo que le había sido negado hasta ahora a cualquier mortal, periodista o no : EL DON DE LA UBICUIDAD .
Su otro “yo” se llamaba Leonor Packard. La conoció en Viena. Venía de escribir en Paris para el New York Herald…era dos años menor que él y entusiasmo, mucho entusiasmo. Se casaron en la hermosa capital austriaca y RESOLVIERON FUNDIR EN UNO EL TRABAJO DE AMBOS. COMENZABA A EXISTIR ASI EL PERIODISTA NORTEAMERICANO PACKARD, QUE PODIA ESTAR EN DOS SITIOS A LA VEZ. Maquina superada, cable multiplicado por dos, y dos a mascar la goma apresurada faena yanqui. Stop. El matrimonio Packard –tanto informa, informa tanto – … a España ,por excepción ,fueron juntos . Packard –ese plural singularizado y singularísimo –[18].


Efectivamente todo queda aclarado, pero es que a mayor abundamiento y corroborando lo dicho por Mariano Perla he localizado en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de San Salvador un reportaje[19]  firmado desde Badajoz por Packard, a secas, como era del gusto de Eleanor Packard. Cuando el 15 de Agosto Eleanor envió el cablegrama desde Lisboa a su agencia en París en la oficina debieron confundir a Eleanor con su marido Reynolds, tan simple como esto. Posteriormente tanto a los rebeldes como al matrimonio Packard le interesó que este malentendido no trasluciera pues Pack y Pebé pudieron seguir escribiendo sus artículos desde el bando nacional sin temor a ser expulsados y a la Oficina de Prensa rebelde le vino de maravillas para desmontar las mentiras que  sobre “las matanzas de Badajoz” se estaban montado a través de la maquinaria delaKomintern dirigida por Willi Münzenberg. Finalmente, en 1938 los  Packards se trasladan a Ginebra (Suiza). Eleanor no rehúye el peligro y es asignada por la United Press a la zona problemática de los Sudetes. Ella escribirá impactantes exclusivas sobre la crisis checa siendo testigo presencial de la invasión alemana de Checoslovaquia después de la paz de Munich. En Julio de 1939 volverá a España para cubrir el juicio de Julián Besteiro.

Como anotación final habría que decir, como dato relevante, que además estamos ante la primera mujer periodista que entró en Badajoz en Agosto de 1936.


[1] Un periodista , Foreing Journalists under Franco´Terror, United Editorial ,Londres 1937  pp 8-12 ; Major Geoffrey McNeill-Moss .The Epic of Alcazar ,Rich & Cowan  ,Londres 1937 ,pp 309-315.
[2] Libros Libres, 2010.Francisco Pilo, Fernando de la Iglesia y Moisés Domínguez
[3] Bend Bulletin , pagina  3 de 4 Septiembre de 1936
[4] HISPANICUS  (BADAJOZ) LONDRES 1937 (Publicado por los amigos de España .11ª Hart Street, Londres, impreso por John Wright e hijos , Bristol I)
[5] http://cvc.cervantes.es/actcult/corresponsales/ppreston.htm
[6] «Un periodista», Foreign Journalists under Franco’s Terror, United Editorial, Londres, 1937, pp. 8-12; Major Geoffrey McNeill- Moss, The Epic of the Alcazar, Rich & Cowan, Londres, 1937, pp. 309-315.
[7] Guernica! , Guernica!, Herbert Rutledge Southworth .Berkeley : University of California Press, 1977, p.47
[8] HISPANICUS  ( BADAJOZ ) LONDRES  1937( Publicado por los amigos de España .11ª Hart Street, Londres, impreso por John Wright e hijos , Bristol I)
[9] Ibídem
[10] Apellido de soltera de Eleanor Packard .Había nacido en New York  el 04 de Septiembre de 1905. Había estudiado periodismo en la Universidad de Washintong y en la Columbia University School .Falleció en el Hospital Salvator Mundi de Roma el 4 de Mayo de 1972 de un ataque al corazón. Esta enterrada en Cementerio Protestante de la ciudad eterna junto a su marido.
[11] http://desconciertos3.blogspot.com.es/2010/09/temprana-y-foranea-version-periodistica.html
[12] The Women Who Wrote the War: The Riveting Saga of World War II .Daredevil. Nancy Caldwell Sorel ,1999 ,página 26
[13] Current Biography .H.W. Wilson Company, 1941 ,pp 647-648
[14] Balcony empire: fascist Italy at war .Reynolds Packard y Elianora Packard , Oxford University Press, 1942,página 44.
[15] Pagina 16  de fecha 15/09/1938
[16] Current Biography .H.W. Wilson Company, 1941 ,pp 647-648 .
[17] CARDOZO Harold , The march of a nation: my year of Spain's civil war  .Nee York :Robert  M. Mcbride a Co. great britain Eyre and spottiswoode, 1937,página 220
[18] Hay que saber quien es quien . Editorial Mundo Atlántico ,1945 .Buenos Aires, pp 145-146.
[19] Patria ,17 de Agosto de 1936,p.1, periódico de San Salvador


Moisés Domínguez Núñez

jueves, 7 de marzo de 2013

Libro: "Extremadura: de la República a la España de Franco". Entrevista a Ángel David Martin Rubio

Reproducimos la entrevista publicada por -elmunicipiotoledo- sobre el libro “Extremadura: de la República a la España de Franco” que se presentará en Toledo el Viernes 15 de Marzo.



-elmunicipiotoledo- ha tenido la fortuna de poder entrevistar a Ángel David Martín Rubio, sacerdote e historiador de prestigio, sobre el último trabajo bibliográfico del cual ha formado parte como coordinador: “Extremadura: de la República a la España de Franco. Una visión historiográfica” (Barbarroja, Madrid, 2012). A lo largo del trabajo, tanto Ángel David Martín Rubio como el resto de colaboradores han indagado en los numerosos mitos surgidos en la región de Extremadura durante los convulsos años de la Segunda República Española, la Guerra Civil Española y la España de Franco, desmontándolos y señalando cuales fueron los hechos históricos reales.
Pero será mejor que nuestro protagonista nos lo cuente con sus propias palabras…
Ante todo, te agradecemos el tiempo que nos dedicas en esta entrevista.

Soy yo el que está agradecido de poder presentar este libro a través de -elmunicipiotoledo-

- En primer lugar, nos gustaría preguntar cómo surgió la idea de llevar a cabo este proyecto sobre una de las etapas más importantes de la historia de España en la región de Extremadura y la razón por la que hay tantos autores implicados.

Desde hace varios años el Foro Historia en Libertad viene actualizando regularmente un suplemento de historia (ahora accesible en Tradición Digital) en el que colaboran numerosos autores que se ocupan de cuestiones relacionadas con nuestro pasado desde las más variadas perspectivas cronológicas y espaciales. Entre esos artículos ocupan un lugar muy destacado los referidos a la España contemporánea y, más aún, a los períodos que abarca este libro: Segunda República, Guerra Civil y España de Franco.

A su vez, el 17 de septiembre de 2011, varias asociaciones promovieron la celebración en la localidad de Castuera (Badajoz) de una Jornada de Estudios sobre “Política y propaganda en la retaguardia republicana. Extremadura, 1936-1939”, en la que participaron –entre otros historiadores- José Javier Esparza, autor de la presentación del libro.

En el volumen que comentamos se recogen los artículos publicados en Historia en Libertad en relación con Extremadura así como las ponencias presentadas a esta Jornada. Todas ellas tienen en común ocuparse de la época considerada (1931-1975) desde una perspectiva exclusivamente histórica y con una temática muy variada, que estimamos de gran interés para el lector. Para mí ha sido una verdadera satisfacción coordinar a una serie de autores que se caracterizan por haber realizado las aportaciones más relevantes a la historiografía del período en la región extremeña: Antonio Manuel Barragán Lancharro, Moisés Domínguez Núñez, Manuel Martín Lobo, Rafael Moreno García, Luis Vicente Pelegrí Pedrosa, Francisco Pilo Ortiz y Pablo Sagarra Renedo. El lector se sorprenderá de ver cómo desfilan ante sus ojos episodios tan relevantes como la manipulación de las elecciones de 1936 por el Frente Popular, el Plan Badajoz o las repercusiones de la muerte de Franco en Extremadura.

Además, este libro es el testimonio de una resistencia sostenida sin medios económicos y sin más arma que el afán intelectual de sus autores frente a la utilización de la memoria histórica como arma de un combate (el término lo utilizan por ellos) caracterizado por frecuentes episodios de pobreza conceptual, deterioro moral, agresividad y eliminación de toda voz discordante. Por eso estimamos que debe ser apoyado, conocido y difundido por los lectores de otras regiones que sufren una agresión semejante.

- Centrándonos en el aspecto histórico de la investigación, ¿cuál fue la responsabilidad del Frente Popular en los sucesos acaecidos en la región de Extremadura desde la victoria electoral de esta coalición en febrero de 1936 hasta el comienzo de la Guerra Civil en julio del mismo año?

Varias de las investigaciones publicadas demuestran que sería inexplicable la Guerra Civil sin el período revolucionario previo que alcanza su máximo una vez que el Frente Popular falsifica el resultado electoral de febrero de 1936 y ocupa el poder, dando el paso a un proceso de liquidación de la oposición y del Estado de Derecho. Pero más grave aún que esto, es que la izquierda –coaligada en el Frente Popular- va a frustrar cualquier esperanza de solución a los numerosos problemas que arrastraba España desde el siglo XIX y que la Segunda República, lejos de resolver, estimula hasta desembocar en un auténtico paroxismo.

- Si por algo es conocida la región de Extremadura en lo referente a la Guerra Civil Española es por la ciudad de Badajoz. ¿Qué se ha dicho que sea verdad de lo sucedido en la plaza de toros de Badajoz y en qué se ha mentido? ¿Cuál fue la actuación real del entonces teniente coronel Juan Yagüe Blanco en la llamada“matanza de Badajoz”?

Precisamente algunos de los colaboradores de este libro son autores de la investigación definitiva acerca de los sucesos ocurridos en la capital pacense. Moisés Domínguez Núñez, Francisco Pilo Ortiz, y Fernando de la Iglesia, en su trabajo (Las matanzas de Badajoz ante los muros de la propaganda, Libros Libres, Madrid, 2010) demuestran, a la luz de miles de documentos, periódicos, expedientes de archivo, testimonios y fotos, que los izquierdistas que informaron sobre la ocupación de Badajoz tuvieron parte principal en la difusión de una versión sobre lo ocurrido en esta ciudad que habla de una matanza indiscriminada en la plaza de toros.

Testimonios como las palabras atribuidas a Yagüe por Whitaker, la crónica firmada por Jay Allen pocos días después de los asesinatos llevadas a cabo por los frentepopulistas en la madrileña Cárcel Modelo y el reportaje aparecido en el diario madrileño La Voz en vísperas del genocidio de Paracuellos quedan completamente desacreditados por su nula credibilidad gracias este análisis. Por el contrario, son más ajustados a la realidad los relatos que corroboran las horas de duro combate en las calles seguidas de algunas ejecuciones pero que niegan expresamente la realidad de una matanza indiscriminada en la plaza de toros. Precisamente la portada de nuestro libro reproduce una fotografía descubierta y publicada por estos autores en la que muestra el estado de dicha plaza en los momentos en que –según la propaganda frentepopulista seguida acríticamente por numerosos historiógrafos- se estaba llevando a cabo dicha matanza.

- Hemos observado que entre los diversos capítulos de la investigación hay uno dedicado a un “tren de la muerte en la Extremadura roja”. ¿Puedes contarnos un breve resumen de aquel “tren de la muerte”?

Además de la crueldad y del testimonio martirial, la relevancia de este episodio -que costó la vida a veinticuatro vecinos de Castuera quemados vivos en las inmediaciones de una estación de ferrocarril-, probablemente radica en la intervención de las autoridades locales (bajo hegemonía socialista) así como de un contingente de milicias a las órdenes de sus respectivos mandos. El mito de la espontaneidad en la violencia frentepopulista resulta, a la luz de éste y de otros muchos casos, insostenible y únicamente se puede hablar de “asesinatos irregulares” por carecer de toda norma jurídica no por haberse llevado a cabo sin la anuencia de los dirigentes. Como afirma José Javier Esparza, la “saca” de presos de las cárceles para su asesinato forma parte de una estrategia deliberada de exterminio en la que «la autoridad política o policial programa el secuestro y asesinato periódico de reclusos a cargo de fuerzas controladas por el propio poder».

- ¿Crees que existe alguna causa razonada por la que los partidarios de la mal llamada “Memoria Histórica” dejan a un lado esos capítulos de nuestra Historia cuando realizan sus particulares investigaciones?

Es curioso que, setenta y cinco años después, es la primera vez que se habla de este episodio en un libro de historia. Los implicados en la mal llamada recuperación de la memoria prescinden de éste y otros episodios porque están implicados en un proyecto meta-político, de carácter cultural, que tiene necesidad de un holocausto, de un genocidio para la descalificación sin paliativos de los vencedores en la Guerra Civil, primer paso para la reivindicación de la Segunda República con cuya presunta legitimidad pretenden conectar a la España actual la izquierda y los regionalismos separatistas.



- También hemos podido comprobar que habéis dedicado una parte de la investigación al poeta Miguel Hernández, muy reivindicado durante estos últimos años por los mencionados partidarios de la “Memoria Histórica”. Normalmente suelen hablar maravillas de él, pero ¿quién era Miguel Hernández? ¿Qué faceta de las que se han dicho de él se acerca más a la realidad?, ¿la del poeta que dedicaba versos a Stalin o la del intelectual defensor de la democracia, de la libertad y de las clases populares?

Probablemente el verdadero Miguel Hernández ha sido ocultado por la propaganda comunista que acabó ganando para su causa a un hombre de prometedoras capacidades que, como en tantos otros casos, el comunismo frustró.

En todo caso, lo cierto es que tampoco la imagen de aguerrido combatiente que la propaganda forjó para el poeta se corresponde ni con su personalidad ni con la realidad y el oriolano prefirió emplearse en misiones vinculadas al control interno del Ejército y a la desmoralización del enemigo. De ahí su labor como comisario político y su visita al frente de Extremadura.

En nuestro caso resulta especialmente significativa su relación con la XVI Brigada Mixta y con el diputado Martínez Cartón, uno de los máximos responsables del sometimiento de la retaguardia extremeña al Partido Comunista. Precisamente, el origen de dicha Brigada está vinculado a uno de los más violentos episodios de depuración interna de la retaguardia frentepopulista: los sucesos de Cabeza del Buey en noviembre de 1936 que costaron la vida a los dieciséis revolucionarios más distinguidos en el motín provocado por la oposición al reclutamiento comunista. Este grupo de anarquistas y algún ugetista fueron fusilados en tres noches sucesivas junto a numerosos derechistas sin ninguna relación con lo sucedido. Sesenta y tres asesinados fueron el resultado de esta matanza llevada a cabo para consolidar el dominio comunista cuando ya había sido muy abundante el derramamiento de sangre.

- Para terminar con las preguntas sobre el conflicto bélico, ¿podrías decirnos cuál fue la mayor masacre cometida por las milicias del Frente Popular en Extremadura durante el periodo en el que continuó ejerciendo su influencia sobre la zona? ¿Cómo justifican, o tratan de justificar, los partidarios de la “Memoria Histórica” ese suceso?

No espere nadie encontrar en este libro una minimización de la tragedia que supuso la revolución y la Guerra Civil en la España de los treinta. Menos aún de los episodios que tuvieron por escenario a Extremadura en general y a la ciudad de Badajoz en particular. Varios miles de personas fusiladas como consecuencia de la aplicación de los bandos de guerra y de los procesos judiciales de naturaleza militar, así como manifestaciones de una represión irregular que se mantuvo hasta fechas muy avanzadas son lo suficientemente expresivas para plantear con toda seriedad la cuestión. Algo semejante cabría decir de las represalias que tuvieron lugar en la zona frentepopulista y que costaron la vida a centenares de personas. Con razón denunciaba José María García Escudero en 1976: «Que yo sepa, ni uno solo de los partidarios de la causa republicana que deploraron sus excesos, por muy sinceramente que lo hicieran (y no lo pongo en duda ni por un momento), no la negaron por eso justificación. Ni se les pasó por la cabeza hacerlo ¿Es mucho pedir que sean consecuentes consigo mismos cuando consideran la posición del bando contrario?».

En cuanto a las matanzas cometidas por el Frente Popular, las poblaciones que sufrieron un número más elevado de asesinados –buena parte de ellos en grandes matanzas colectivas- fueron Don Benito, Cabeza del Buey, Villanueva de la Serena, Castuera, Guareña, Campillo de Llerena y Azuaga. En ocasiones, los crímenes fueron cometidos en grupos menos numerosos de víctimas pero en circunstancias de gran crueldad como lo fue el exterminio de una familia de gitanos en Siruela (relatado en el libro) o los asesinatos de niñas y mujeres en Granja de Torrehermosa y Campillo de Llerena.

Queremos por último resaltar como característico del terror en zona frentepopulista, la persecución religiosa que, no solamente costó la vida a un centenar de sacerdotes y religiosos y a buena parte de las víctimas de condición seglar, sino que fue acompañada de la destrucción sistemática de multitud de edificios y de retablos, imágenes, pinturas y ornamentos sagrados, obras de arte y expresión de religiosidad.


Periódico publicado en Cabeza del Buey por el Partido Comunista

- Durante estos últimos años, aunque ya se estaba viendo desde un tiempo atrás, el tema de la Guerra Civil ha sido uno sobre el que más ríos de tinta se han vertido. Desde la promulgación de la Ley de Memoria Histórica, este asunto ha llegado a convertirse en centro de atención por parte de aquellos partidos políticos responsables de la aprobación de dicha Ley ¿Habéis encontrado algún ocultamiento de información, tergiversación realizada a propósito, o mentira manifiesta en los proyectos elaborados por historiadores afines a la “Memoria Histórica”?

Toda la campaña promovida desde la memoria histórica es un verdadero fraude en el que se privilegia a determinadas perspectivas ideológicas que no son garantía de seriedad y rigor en el manejo de los instrumentos propios del análisis histórico. Como se relata en el libro, uno de los casos más claros de tergiversación ocurrió en diciembre de 2008, cuando las instituciones públicas y privadas que promueven la llamada recuperación de la memoria histórica en Extremadura (entre ellas la Universidad, las Diputaciones de Badajoz y Cáceres y la propia Junta de Extremadura) publicaron en la red unos listados en los que se presenta como “víctimas de la represión franquista”, entre otros muchos que no lo fueron, a un sacerdote asesinado por los milicianos en Badajoz, a una mujer asesinada por unos bandoleros en Monterrubio de la Serena, a un combatiente voluntario en las banderas de Falange o a un hombre que murió como consecuencia de las heridas que sufrió al caerse de un carro... Y citamos solamente unos casos entre cientos. El escándalo fue tal que se vieron obligados a retirar dichos listados inmediatamente de la consulta pública.

Ni siquiera con el cambio de Gobierno autonómico (ahora en manos del PP con respaldo comunista) se ha conseguido que por parte de los responsables políticos y profesionales de la iniciativa se den las explicaciones oportunas acerca de la naturaleza, objetivos, coste y resultados de fraudes de esta naturaleza.

- Además de las asociaciones relacionadas con la “Memoria Histórica”, en estos últimos años también ha habido una notable presencia en los medios de personas que afirmaban que su única intención era encontrar los restos de sus familiares. ¿Crees que su actitud es legítima o que son incapaces de asumir el pasado histórico de España?

El respeto que a la izquierda merecen los restos mortales de los Caídos de la Guerra Civil se demuestra con hechos como uno de los que se relatan en el libro. La profanación de la cruz sobre la tumba de un soldado nacional en el Cementerio de Castuera que denunciamos desde el Foro Historia en Libertad y que no mereció ninguna atención por parte del Ayuntamiento socialista de esta localidad. Compartimos el deseo de que los familiares puedan encontrar los restos de sus deudos que aún sea posible identificar. Pero no se puede olvidar que en esa circunstancia se encuentran descendientes de víctimas de los dos bandos. Por otro lado, los trabajos que se han llevado a cabo en este sentido aparecen rodeados de un sectarismo en la presentación de los resultados y de una carencia de cualquier control que los hace difícilmente verificables.

Ahora bien, tampoco somos partidarios de una glorificación indebida de ciertos personajes ni de que se olviden las circunstancias históricas que rodearon determinadas muertes pues buena parte de las víctimas de la represión en la retaguardia nacional y en la posguerra pueden ser identificadas por su participación en los excesos y crímenes cometidos durante el período revolucionario. Así, por ejemplo, cuando se están rindiendo homenajes a las llamadas “víctimas del franquismo” en lugares como Mérida, los honores van dirigidos –entre otros cientos de casos que pudieran aducirse- a un miliciano procedente de Tarancón (Cuenca) hecho prisionero en La Serena en el verano de 1938 y posteriormente fusilado en dicha localidad, por haber participado en centenares de crímenes, entre ellos, el asesinato del Obispo de Cuenca, Beato Cruz Laplana.

- Para finalizar, ¿cómo piensas que los extremeños, y todos los españoles, pueden acoger un trabajo de estas características en caso de que llegara a sus manos? ¿Piensas que vosotros encontráis más problemas a la hora de dar a conocer los frutos de vuestro trabajo en comparación con autores de otras tendencias ideológicas?

A pesar de las dificultades que no podemos olvidar, nos llena de satisfacción comprobar el eco que despierta nuestro trabajo entre muchas personas que acuden a nuestras convocatorias y siguen nuestras publicaciones. A pesar de la falta de medios económicos y de las dificultades para hacer llegar nuestro mensaje en un horizonte cultural y mediático al servicio de otros intereses, sabemos que somos una voz de esperanza de la sociedad extremeña al margen de las imposiciones de la casta política que no se limita a esquilmar nuestros bolsillos sino que se esfuerza por controlar nuestra mentalidad y nuestras ideas.

Nosotros hubiéramos preferido que se dejara reposar a todos los muertos de la Guerra Civil bajo una cruz que fuera símbolo de reconciliación, unidad y verdad pero si otros prefieren seguir manipulando la historia y emplearla como arma al servicio de su demoledor proyecto político, habrá que recordarles que fueron los frentepopulistas quienes comenzaron a derramar la sangre de sus enemigos sobre las tierras extremeñas. Y no olvidemos que todavía hoy sigue habiendo políticos a quienes les gusta que les llamen rojos y proyectos políticos que se identifican con las imposiciones totalitarias que sufrió la España sometida al Frente Popular.

- Muchas gracias por todo, Ángel David. Volvemos a agradecerte esta entrevista y deseamos que tu trabajo y el de las otras personas implicadas sea valorado como se merece por la sociedad española. Esperamos que en el futuro continúes desarrollando esta labor de historiador que tan buenos frutos está dando a la hora de responder a aquellos que pretenden reconstruir la Historia de España en base a unos sucesos tergiversados y manipulados.

Muchas gracias por vuestra labor a la hora de difundir el resultado de ésta y otras iniciativas similares. Y animamos a los historiadores de Toledo a lanzar al mercado editorial un título semejante a éste con monografías de sucesos acaecidos en la región.

martes, 5 de marzo de 2013

ÁNGEL DAVID MARTÍN RUBIO: Regalismo y antirregalismo en las Cortes de Cádiz

Resumen de la comunicación presentada en las Jornadas anuales de la Confederación Nacional de Cabildos Catedrales y Colegiales de España con el tema "La Iglesia y la Constitución de 1812". Cádiz, 3 de abril de 2013 y publicada en la revista "Cabildos" 12 (2013) 53ss



En cuanto manifestación española del jurisdiccionalismo europeo, el regalismo de los siglos XVIII y XIX comparte con otras formulaciones semejantes (como el galicanismo o el febronianismo) la celosa autonomía respecto a la Santa Sede y la sumisión a la monarquía, considerada como válidamente cualificada para representar a la Iglesia en su disciplina interna. Al tiempo, el regalismo convive con los representantes del llamado ultramontanismo, término aplicado despectivamente para designar los adictos a las directrices de la Iglesia romana en cuestiones teológicas, jurisdiccionales y, a veces, incluso políticas.

Durante esta época puede hablarse en España de la existencia de dos grandes formulaciones. Una de ellas, sería el regalismo, vinculado al Despotismo ilustrado y el jurisdiccionalismo europeo, que hunde sus raíces en la crisis filosófica nominalista y en la reforma protestante y se prolonga en el Estado liberal. Otra, más difícil de definir, heredera del pensamiento político medieval y del Siglo de Oro, se prolonga a lo largo del período estudiado en el llamado pensamiento tradicional o contrarrevolucionario.

Durante la Guerra de la Independencia y en los períodos liberales subsiguientes se van a llevar a sus últimas consecuencias las doctrinas regalistas. La tendencia a someter de hecho a la Iglesia a la autoridad política tiene base teórica en que apoyarse cuando se niega a la Iglesia su carácter de sociedad sobrenatural y suprema y se afirma la absoluta independencia del poder civil frente a la autoridad religiosa.

Tampoco puede olvidarse el entorno especialmente amargo y desgarrado que se inicia en 1808 y que se va a prolongar durante varios decenios de la centuria decimonónica. El vacío de poder provocado por la invasión napoleónica y la guerra de la Independencia dio paso a un peculiar proceso constituyente. En líneas generales, se puede hablar de tres actitudes políticas o tendencias fluidas que se encontraban en la sociedad española y, a su vez, van a manifestarse en el seno de las Cortes de Cádiz: conservadores, renovadores e innovadores. Las decisiones adoptadas tienen en su mayor parte un talante liberal-innovador y responden a un programa homogéneo. Parece claro que los innovadores, sin constituir mayoría, supieron llevar en todo momento la iniciativa, presentaron planes completos y predominaron sobre los que no pensaban como ellos.

Los innovadores y los renovadores tratan de dar respuesta a la crisis que reconocen en la situación del tránsito de siglo pero por vías diferentes. Los innovadores comparten buena parte del esquema anterior (como ocurre con el regalismo) pero acentúan la ruptura con la Tradición española, las posiciones anti-eclesiásticas y se inclinan hacia las formas representativas ensayadas en la Revolución Francesa. Son los que pronto se empezarán a llamar liberales y actuarán como tales a partir de las Cortes de Cádiz, no pudiendo —como es evidente a todas luces— haber surgido de la nada e imponer sus criterios de manera determinante en el proceso constituyente. El texto legislativo emanado de las Cortes gaditanas será, durante mucho tiempo, su principal referente ideológico y teórico.

Por último, los renovadores son fácilmente reconocibles entre los continuadores de la tendencia antirregalista que hasta ahora hemos definido: leales a la monarquía (no en vano se les apodará como realistas antes de convertirse en su mayoría en carlistas) no esconden sus críticas al despotismo ministerial de Floridablanca, Aranda o Godoy. Fieles a las instituciones tradicionales y a las libertades locales, representan el sector mayoritario de la población aunque en las demandas de renovación los matices sean infinitos según la mayor o menor conciencia y vigor de sus representantes. Pronto encontraremos una formulación teórica de sus postulados en el llamado Manifiesto de los Persas (1814) y veremos al realismo movilizado militarmente en 1820 contra el Trienio Liberal, para pasar a la oposición en la Década absolutista fernandina y terminar en el carlismo propiamente dicho en 1833.

Los representantes de esta corriente son generalmente poco conocidos y, en ocasiones, verdaderamente marginados. La historiografía dominante ha preferido exagerar la influencia de un minoritario sector de eclesiásticos ilustrados, de pensamiento regalista y jansenistizante, al tiempo que acumula todo tipo de dicterios contra los catalogados como reaccionarios. De esta manera, se llega caer en el contrasentido de que quienes se presentan como defensores de la libertad ensalzan a los partidarios del absolutismo borbónico y quienes postulan la modernidad ensalzan a los que querían volver a la antigua disciplina canónica o al rigorismo moral.

En realidad, lo que se olvida al proceder así es que durante aquella segunda mitad del siglo XVIII, el regalismo, ejercido por los políticos ilustrados, y apoyado en doctrinas eclesiologías de extrema radicalidad en su hostilidad a la autoridad pontificia, no era ya una exageración de la misión religiosa de los reyes, sino un instrumento de opresión de la vida religiosa desde actitudes políticas orientadas a destruir la sociedad heredada de la Cristiandad.

Es importante resaltar que entre quienes se distinguieron por las censuras al regalismo y al jansenismo en las postrimerías del XVIII figuran los que en el siglo siguiente serán notorios antiliberales. En cambio seguirán siendo regalistas y ahora liberales (doceañistas) Villanueva, Muñoz Torrero, Posada Rubín de Celis, el cardenal Borbón… Todos ellos tendrán la oposición a Roma como signo de identidad con los nuevos liberales que van a surgir en Cádiz, los futuros veinteañistas o exaltados, aún más hostiles a la religión que sus predecesores.

En la apreciación de la obra realizada por las Cortes en el aspecto religioso-político se observa una polémica ya desde el principio. En aquellos mismos años, algunos hicieron constar la absoluta compatibilidad que a su juicio existía entre sus decisiones y los principios de la religión mientras que los impugnadores de las Cortes le negaron su legalidad, su originalidad frente al modelo revolucionario francés y su espíritu religioso. La historiografía posterior repetirá estos planteamientos. Es necesaria, por lo tanto, una visión de conjunto que abarque el ambiente que se vivió en torno a la asamblea gaditana, el propio texto constitucional y las reformas emanadas de las Cortes.

La afirmación más importante de la Constitución en este terreno se contiene en el artículo 12. Además de ser una concesión y una conquista del sector tradicional de la asamblea, los regalistas consagraban en este artículo el principio de la Iglesia sometida al Estado aunque fuera bajo el señuelo de la protección. En el terreno religioso los liberales se muestran continuadores de la corriente jansenista-regalista y favorecen un contexto en el que la libertad de imprenta sirvió para que los periodistas y escritores crearan un entorno favorable al desprestigio de los clérigos y la religión, aludiendo a ellos con lenguaje irrespetuoso y chistoso. Además, las Cortes comienzan a aplicar a partir de 1812 una serie de reformas que determinarán el enfrentamiento: expulsión del Obispo de Orense, supresión unilateral de la Inquisición, reforma de conventos, leyes desamortizadoras, extrañamiento del Nuncio....

Esta injerencia del Estado tenía una raíz muy propia del Antiguo Régimen, el regalismo que los liberales no solo no se esforzaron en superar sino que lo heredaron y aumentaron. Incluso habrá un proyecto de ley (en torno al episodio del llamado cisma de Alonso durante la regencia de Espartero) que pretendía la creación de una especie de iglesia nacional de inspiración protestante. El liberalismo histórico no busca la separación de la Iglesia y el Estado, sino el sometimiento de la primera al segundo.

Aquí radica la clave de explicación. El Estado contemporáneo busca la realización de su concepción absoluta —en el sentido hegeliano del término— mediante la supresión de toda potestad paralela. Pero los liberales sabían que no podían consolidar su dominio sobre una sociedad que en buena medida les rechazaba si no suprimía o encauzaba en una dirección favorable el influjo moral que la Iglesia ejercía sobre esa misma sociedad y en la que promovía una serie de principios y comportamientos incompatibles con el liberalismo. De conseguirlo, habría sido neutralizada la única potestad radicalmente independiente del Estado.

Leyendo algunos de los escritos, discursos y sermones en los que se expresa el pensamiento regalista o el de sus oponentes, podemos llegar a la conclusión de que este nuestro objeto de estudio no se pierde en la nebulosa de los siglos. En la polémica regalismo-antirregalismo entran en juego dos importantes conceptos canónicos. El de potestad de régimen o de gobierno y el de la potestad que corresponde al oficio del Romano Pontífice y sus características. Además asistiremos a la discusión en el pasado de cuestiones que siguen siendo de actualidad. Así ocurre con la subordinación de la economía a la moral que reclamaba Fray Diego José de Cádiz o con el debate sobre la naturaleza de los bienes eclesiásticos que protegían los defensores de las inmunidades y vulneraban los desamortizadores. Laten también como trasfondo las dificultades de los poderes políticos para aceptar la existencia de una instancia de legitimidad externa a ellos mismos al tiempo que las tentaciones y dificultades que, en todo tiempo, encuentran los miembros de la Iglesia cuando quieren ser fieles a su misión.

Ángel David Martín Rubio

sábado, 2 de marzo de 2013

FRANCISCO J. ALVAREZ DE PAZ: "Santiago Montero Díaz, entre la nación y la revolución" de Xosé M. Núñez Seixas



Recientemente se ha publicado, por la editorial Comares, bajo el título de “La sombra del César. Santiago Montero Díaz, una biografía entre la nación y la revolución”, el trabajo del catedrático de la Universidad de Santiago, Xosé M. Núñez Seixas, que disecciona la trayectoria personal y política, sin olvidar su faceta de historiador, de Santiago Montero Díaz (El Ferrol, 1911-Madrid, 1985), controvertido personaje, que transitó del galleguismo de izquierdas, socialista y comunista, al nacionalsindicalismo de Ledesma Ramos y al fascismo de izquierdas, para acabar apoyando, si bien al margen de cualquier disciplina política, la rebelión estudiantil contra el franquismo, en febrero de 1965, cuando ocupaba la cátedra de historia antigua en la Complutense madrileña, prosiguiendo su actuación como francotirador contra los blancos que señalaba su espíritu de independencia y rebeldía.

El profesor Núñez Seixas ha fundamentado su biografía en un amplio repertorio de fuentes, que van desde los fondos documentales, que se contienen en la Real Academia de la Historia, Archivo de la familia Montero Díaz, pasando por los Archivos de las universidades Complutense de Madrid, Valencia, Murcia y Santiago de Compostela, así como el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, el Archivo Histórico del Partido Comunista de España, e incluyendo los archivos militares del Ferrol (Archivo Intermedio Militar Noroeste) y el Archivo Militar alemán de Friburgo, a lo que se une un profundo examen de la prensa de la época, incluyendo las publicaciones galleguistas, sin olvidar los órganos de expresión nacionalsindicalistas y, singularmente, el único número del periódico “Unidad”, que bajo el lema “España, Una, Grande y Libre”, apareció en Santiago en diciembre de 1933, como ariete contra el Estatuto Gallego y que será redactado en su integridad por el propio Montero.

Santiago Montero Díaz, que viene al mundo en la ciudad de Ferrol el 21 de enero de 1911, emigrando al poco tiempo con su familia a Cuba y regresando a su Galicia natal en 1922, inicia hacia 1926 su actuación política en “la apasionada defensa de la identidad gallega como una región que debía aportar sus glorias a España y salir de su abatimiento económico y su letargo social”, en certera expresión del profesor Núñez Seixas. Su iniciación política no presenta, en este aspecto, diferencias con la flor y nata de la intelectualidad del jonsismo y el falangismo galaico, a los que yo he denominado, humorísticamente, “jonsistas y falangistas, no de la Reina Católica, sino de la Beltraneja”, pues a todos estos hombres les unió el común denominador de haber militado –y generalmente seguirán proclamándolo hasta el fin de sus días–, en el galleguismo cultural e incluso en el político. Aquí vienen al recuerdo, entre otros, los nombres de los firmantes del manifiesto de “La Conquista del Estado”, Manuel Souto Vilas, Ramón Iglesias Parga (que terminará de exiliado de la zona roja) o Alejandro Raimundez (en la posguerra conductor de un programa de cultura gallega desde la BBC); el pionero de la aviación militar Francisco Iglesias Brage, que junto a Julio Ruiz de Alda firmará su adhesión al periódico “La Conquista del Estado”; el escritor y profesor universitario jonsista José María Castroviejo; el notario Luis Moure Mariño (asiduo colaborador del periódico vallisoletano “Libertad”); el periodista falangista Eugenio Montes, protagonista destacado de lo que se ha dado en llamar “la corte literaria de José Antonio”, así como los Gonzalo Torrente Ballester y Álvaro Cunqueiro, incorporados más tarde a Falange Española de las JONS. Para explicar esta transición del galleguismo al jonsismo y al falangismo, creo que debe tenerse en cuenta que, generalmente, salvando ciertas derivaciones como el actual Bloque Nacionalista Gallego, el nacionalismo gallego, de raíz federalista, frente al catalán y el vasco, no tuvo un sesgo antiespañol, sino anticastellano, lo que se condensará en la famosa consigna, que Castelao recogerá en su obra “Siempre en Galicia”: “Queremos seguir siendo españoles, siempre que no se nos obligue a ser castellanos”.

Es sobradamente conocida la carta de Santiago Montero Díaz, publicada en “La Conquista del Estado” el 27 de junio de 1931, polemizando con Ledesma Ramos, desde un posicionamiento, según confesión del propio Montero, “de simpatizante comunista” (antes había abandonado el Partido Socialista por falta de espíritu revolucionario y poco después se afiliará formalmente al Partido Comunista de España), advirtiendo el fundador de las JONS, y así lo proclamará posteriormente en “¿Fascismo en España?”, que aquella carta denotaba, lo que en realidad era Montero: “un patriota revolucionario, un subversivo contra el desorden nacional y la poquedad española, es decir, un nacionalsindicalista”. Lo que determina, sin embargo, la incorporación de Montero Díaz al jonsismo, son sus intervenciones como miembro de la Comisión redactora del Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Galicia, cargo para el que es designado en el verano de 1932, en condición de representante de la universidad de Santiago, en la que ocupaba el puesto de bibliotecario, habiendo obtenido la licenciatura en historia y cursando estudios de doctorado, comisión de la que formaba parte, entre otros, el conservador Enrique Rajoy Leloup, abuelo del actual presidente del Gobierno. Montero Díaz, gran defensor del idioma gallego popular, que contrapone al pedante, de laboratorio, que se trata de construir, trata de imprimir al texto estatutario “un tono unitario, nacional, trasunto de mi concepción comarcal de España”, enfrentándose con el resto de los representantes de la comisión, considerando que la federación de repúblicas hispánicas no puede ser edificada “por nacionalismos reaccionarios, clericales y burgueses”, sosteniendo siempre, junto a la defensa del idioma castellano, la asunción por el Estado central de todas las competencias en materia educativa”. Núñez Seixas hace referencia especial a la conferencia sobre el Estatuto Gallego que Montero Díaz imparte el 10 de diciembre de 1932, en el paraninfo de la universidad compostelana, con un rotundo pronunciamiento en el que aflora, en realidad, su concepción del nacionalsindicalismo, que impulsará su ingreso en las JONS, organización desde la que buscará la incorporación de la militancia anarcosindicalista gallega: “Es necesario, dentro de la República y como culminación de su obra, verificar el gran movimiento español fruto de minorías jóvenes y llenas de coraje, que de una manera revolucionaria culmine la trayectoria comenzada con la derrocación de la plaga borbónica”.



De gran interés en la obra que comentamos, es la investigación del período –de febrero a junio de 1933– que Santiago Montero Díaz, ya por entonces en la órbita jonsista, pasa en la universidad de Humboldt, en Alemania –según sus palabras “procuré marcharme cuanto antes, porque me aburría mortalmente aquella gente”– al objeto de ampliar estudios, y las conferencias que imparte a su regreso a España, en ateneos obreros de Gijón y la cuenca minera asturiana, de las que se hizo eco la prensa local, donde pone de manifiesto su posición crítica frente al nacionalsocialismo, en línea con lo argumentado en su opúsculo “Fascismo”, que había publicado en 1932 en Valencia –aún militaba en el Partido Comunista– cuando calificaba a Hitler de “demagogo sin el genio de Mussolini”, pues para Montero, si bien definía el fascismo italiano como “instrumento del capitalismo en momentos de crisis”, reconocía que en sus inicios había representado una “escisión nacionalista del socialismo revolucionario italiano” y tiempo después profundizará en su admiración por Mussolini, de conformidad con su interpretación historicista, encuadrándolo entre los forjadores de historia.

Núñez Seixas hace una incursión, aquí aportando algún dato novedoso, de la etapa por la que atraviesa Montero Díaz, hasta la guerra civil, tras su negativa a la fusión con Falange Española, alegando “la esencia derechista” de esta fuerza política, argumento utilizado también por otros jonsistas, de los que terminarán integrándose en la nueva organización, caso del vallisoletano Luis González Vicén.

El estallido de la guerra civil encuentra a Montero en la capital de España. El autor de esta obra narra las peripecias del protagonista en el Madrid rojo, su evasión a la zona nacional y sus actuaciones de colaboración con el ala izquierda del partido unificado, singularmente con Gerardo Salvador Merino y Dionisio Ridruejo, así como su inopinada y repentina incorporación al frente de guerra catalán, enrolado en la VII Bandera Móvil de la Falange de Aragón.

Especialmente interesante es el periplo de Montero Díaz durante el transcurso de la II Guerra Mundial, que Núñez Seixas analiza detalladamente: su oposición, al comienzo de la guerra, al ataque alemán contra Polonia y la deriva posterior del antiguo jonsista, alineado con los elementos revolucionarios de la Falange, caso de Dionisio Ridruejo, ajenos al anticomunismo derechista que predomina en la División Azul y partidarios de la lucha hasta el final, convencidos de que el triunfo alemán generará las condiciones ideales para que España restaure su integridad territorial, recuperando Gibraltar, y lleve a término su revolución social y nacional, sacudiéndose la influencia de las plutocracias occidentales. El caso de Montero nos recuerda al del excombatiente divisionario Carlos María Idígoras, que, al igual que el antiguo dirigente jonsista gallego, proseguirá su combate posicionándose contra el imperialismo yanqui, lo que reflejará en su novela “Los Usacos”. En este punto interesa señalar que el jonsista radical Santiago Montero Díaz conseguirá conectar con un joseantoniano radical, el abogado y escritor asturiano José Manuel Castañón de la Peña, excombatiente de las campañas de España y Rusia, capitán de infantería mutilado, que será nombrado Vicesecretario de Ordenación Social en Oviedo, enfrentándose al régimen franquista, siendo encarcelado por breve tiempo –habida cuenta de su condición de héroe de guerra– exiliándose a finales de los años 50 en Venezuela, tras pedir a las autoridades que entreguen su paga de capitán a uno de los mutilados del otro bando, cuya equiparación antes había pedido y , prosiguiendo en el continente americano su trayectoria de escritor, no si antes haber editado en España, en la editorial “Aramo”, que acababa de fundar, la obra “Cervantes, compañero eterno”, de su amigo Montero Díaz, que a su vez prologará la novela de Castañón “Moletu-Volevá” sobre “ la locura dolarista”.



Detalles muy curiosos se recogen en el libro sobre la ruptura de Montero Díaz con el régimen franquista, en primer término, desde la perspectiva de su alineamiento con el Eje, marcada por su trilogía de conferencias. “Idea del Imperio”; “Mussolini 1919-1944”, pronunciada ante la Vieja Guardia de Madrid en marzo de 1944, tras la defenestración de Mussolini por el rey de Italia y posterior proclamación de la República de Saló, donde, frente a la tónica general del falangismo, con Fernández Cuesta a la cabeza, propone una rectificación del régimen franquista, advirtiendo de los tres peligros: el peligro monárquico calificando a la monarquía como “vía abierta a la traición”; el peligro capitalista, propugnando “desarticular sin contemplaciones la economía burguesa lo que conlleva “la reforma de la propiedad agraria, la socialización de las empresas” y “la entrega de la dirección económica a sindicatos de control técnico y obrero”, pues lo demás “es puro Dopolavoro y Educación y Descanso” y, respecto al tercer peligro, “la absorción del Ejército”, sostiene que “un partido revolucionario no puede desprenderse jamás de sus milicias”, que constituyen “la garantía de la subversión nacional”. En la tercera conferencia, que pronuncia en el paraninfo de la universidad de Madrid, en febrero de 1945, arremete contra lo que entiende oportunista política exterior del régimen, lo que trae como consecuencia la reacción del falangismo oficialista contra Montero Díaz, que se expresará en algún panfleto, sacando a relucir todos los antecedentes del profesor gallego: su antigua militancia en el Partido Comunista y la intervención en el asalto al periódico ABC, antes de ingresar en las JONS; su afiliación a la CNT en el Madrid rojo, su postura que “ataca directamente a la Falange, se mofa de su sentir religioso y censura constantemente de su fundador”, derivando la ofensiva al terreno personal, en alusión a su soltería y espíritu bohemio, acusándolo de pertenecer “al origen obscuro, tortuoso e inconfesable del estudiante comunista”, que “alardea de no tener ideas religiosas y vive en los bajos fondos de la amoralidad”, culminando todo con su destierro a Almagro, siendo despedido en la estación de Atocha por un grupo de estudiantes del SEU –entre los que figura Juan Velarde Fuertes, hoy vinculado a los orgullosos de ser de derechas”– grupo que es disuelto por la policía, relatando el profesor Núñez Seixas, como en la localidad manchega, Montero Díaz recibe la correspondencia de compañeros universitarios de diversa ideología, entre ellos Tierno Galván, que le agradece el envío de su conferencia sobre “Mussolini”, al que califica de “hombre extraordinario”, recordando también su asistencia a la conferencia “En presencia de la muerte”.

Por último, el autor del libro que comentamos, se detiene en la segunda ruptura de Montero Díaz contra el régimen franquista, con ocasión de los incidentes universitarios de febrero de 1965, cuando termina siendo desposeído de la cátedra de Historia Antigua en la Complutense, con suspensión de empleo y sueldo durante dos años –recibiendo el apoyo, desde una posición nacionalsindicalista, de su antiguo camarada Manuel Souto Vilas, que critica al SEU de la época al que considera una falsificación, dedicado defender “las sinecuras de sus jerifaltes”, a la vez que arremete contra la acción en la universidad “de las fuerzas oscuras de España entre ellas de las que se denominan hoy Opus Dei”– situación que desemboca en su marcha a Chile para impartir clases en la universidad de Concepción, lo que aprovechará para contactar con el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) de Chile, reintegrándose a la universidad madrileña en marzo de 1967, para concluir lo que Núñez Seixas denomina “discreta oposición y epílogo desde la torre de Marfil”.

Como conclusión de nuestro recorrido por la biografía política de Santiago Montero Díaz, cabría preguntarse –al igual que lo ha hecho el profesor Núñez Seixas– por su verdadera adscripción ideológica en el último tranco de su vida: ¿Seguía siendo Montero un nacionalsindicalista? ¿Había concluído el viaje de vuelta a sus orígenes galleguistas e izquierdistas, como podrían inferir algunos contertulios de este intelectual, excéntrico, de humor quevedesco, que acostumbraba impartir el magisterio con sus alumnos, frecuentando tascas y tomando vinos y que consideraba que el pueblo español había sido “desvirilizado” por Franco? Queda fuera de dudas, que siempre fue fiel al recuerdo de Ramiro Ledesma Ramos, lo que puso de manifiesto, como señala el autor del libro, en 1968, cuando fue requerido por la editorial Ariel para que prologase la reedición conjunta de “¿Fascismo en España” con el “Discurso a las Juventudes de España” con el “pero del Ministerio de Información que a regañadientes no ha podido negarse a que se reeditara”, según le indicaba el representante de la editorial. Montero Díaz se mostró únicamente dispuesto a que se reeditase su prólogo a los escritos filosóficos de Ledesma Ramos “como un homenaje mío a la memoria de aquel excelente amigo”, pero sin que se procediese a una reactualización, treinta años después de su prólogo de 1938 al “Discurso a las Juventudes de España”, con una “visión, a nivel de 1968 , del movimiento jonsista y su significación”, que sería poco grata al régimen.

Por nuestra parte, nos atrevemos a aventurar que Santiago Montero Díaz llegaba a admitir la potencialidad del pensamiento político de Ledesma Ramos, siempre que se desprendiese del lastre depositado por la historia, naturalmente, al margen de formulaciones nacional-revolucionarias, surgidas del conglomerado de la Plaza de Oriente y siguiendo la ruta trazada por el creador del nacionalsindicalismo, cuando en “¿Fascismo en España?” proclamaba que “a Ramiro Ledesma Ramos y sus camaradas les viene mejor la camisa roja de Garibaldi, que la camisa negra de Mussolini”, y así puede corroborarse por la confidencia que Santiago Montero Díaz, en 1976, plasmaba en carta dirigida a José Manuel Ledesma Ramos, hermano del fundador de las JONS: “No te quepa duda Pepe, que el ideario de Ramiro terminará imponiéndose, aunque no lo veremos nosotros”. [1]

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[1] Recogido en carta de José Manuel Ledesma Ramos, remitida al autor de este artículo el 31 de mayo de 1978.

Francisco J. Álvarez de Paz
Artículo publicado en Patria Sindicalista, n. 26, febrero de 2013, págs. 12-13.