domingo, 23 de septiembre de 2012

Vicente Gracia, SJ: Agustina Simón


He aquí una muchacha bilbilitana, digna émula de su homónima la de Aragón. Vástago de un viejo tronco tradicionalista recibió de él una savia pura y vigorosa para la germinación de toda clase de virtudes. De entre éstas cuidó con especial esmero a la reina de todas, la caridad, y por ella se consagró a los heridos en el Hospital del Colegio del Salvador, donde recibía a sus queridos requetés del Tercio del Pilar, los de Santa Quiteria, los almogávares de Belchite, los de Nuestra Señora de Monserrat, de Codo y los de otros cien puntos de la guerra de Aragón, esmaltados con las rosas de su sangre pródiga y limpia y la más desinteresada de todas.

Ante sus horribles llagas se abría en lágrimas aquel corazón todo delicadeza y ternura y cuadno les faltaba algo se desvivía con loco afán por conseguírseles ¡Cuántas veces, envuelto en su abrigo, fue a las camas el ponche de leche y huevos hecho por ella misma en su casa, nada opulenta! Para los ochocientos heridos, a pesar del celo y caridad de las Hermanas de Santa Ana, dignas hijas de la Madre Rafols, no podía llegar a tiempo para todos el mimito de una cosa apetecida en el calor de la fiebre, y Agustina estaba siempre pronta a ayudar a las religiosas y desvelarse por aquellos a quienes ella llamaba pedazos de su corazón.

Aquella alma tan grande no cabía en las estrecheces de un hospital: necesitaba un campo más vasto donde extender sus alas de ángel y posar sus manos de hada sobre la frente ardorosa de los soldaditos, donde no hubiera calmas, ni abnegadas religiosas, ni velas nocturnas, sino soledad espantosa, camilleros agotados, vaguadas con heridos, el suelo por cama y la muerte en acecho a cada instante.
¿Dónde se cernía en Aragón la amenaza constante? ¿En Belchite? Pues allí se fue de enfermera de primera línea con el Tercio de Almogávares, y al Seminario, el segundo Alcázar de esta guerra, pero sin bastiones de granito, ni defensas de castillo roquero, ni subterráneos, ni armas, ni víveres. Sólo cuatro paredes de ladrillo y dominado todo el edificio a diez metros por el monte Bolar, en cuyo pie se asienta y desde el cual, con los cañones antitanques, pulverizaban sus paredes.

De sus heroicidades sólo sabemos lo contado por los supervivientes escasos de aquella epopeya: que se presentó al jefe de los almogávares el mismo día del asedio horrible de la heroica villa y le dijo: “Mi capitán, aquí me tiene usted a sus órdenes. No pienso desertar del puesto que me asigne. Moriré con todos, contenta de dar mi sangre por Dios y por mi Patria”.

Estado actual de las ruinas del Seminario de Belchite
Y se la vio en las brechas abiertas en las tapias del Seminario en que cayeron tantos valientes, recogiendo a éstos y defendiendo sus vidas pistola en mano entre cascotes, bombas de mano, vigas y fragor de tormenta de infierno, siempre con la sonrisa de ángel en los labios, con los cuidados maternos, con la sublime entereza de los mártires de Cristo. Y allí permaneció hasta el momento en que aquellos bravísimos almogávares rompieron el cinturón que les ahogaba, y en la huida tal vez cayó en poder de los rojos con otros requetés que no pudieron alcanzar las líneas nacionales.

No había que pedir entonces humanitarismos a los marxistas. La aureola de una virgen no les detenía en sus desenfrenos; el valor de una mujer les daba en cara y ante una heroína como la Simón se revolvían en su impotencia, bramaban como tigres y saltaban sobre ellas, las despedazaban y dormían su orgía sobre los sagrados despojos.

Agustina. serena ante los dicterios, impávida ante la muerte, no respondió ni una sola palabra a las preguntas de los milicianos, y con su escudo invulnerable, una estatuita del Niño Jesús que había salvado de la profanación en el Seminario, recibió la descarga de aquellos malvados en Híjar y voló al cielo con otros muchos requetés, entre la celestial comitiva que el Señor envía con las palmas de los mártires al cortejo de sus predestinados.

PUBLICADO EN: Vicente GRACIA, Los héroes de Aragón, Zaragoza, 1943, pp. 169-171

NOTA DEL FORO HISTORIA EN LIBERTAD: Al reproducir este artículo en homenaje a Agustina Simón, hacemos un llamamiento urgente para promover una iniciativa con vistas a conservar y consolidar las escasas ruinas que se conservan del Seminario de Belchite.